Crónica Coatepecana

El Dinamismo Cultural en la Festividad de Todos Santos

Comparte

 

Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

Cronista de la ciudad de Coatepec

 

(Primera parte)

El dinamismo cultural se manifiesta en la serie de cambios que a mediano y largo plazo se observan al interior de las sociedades, los cuales pueden abarcar todos los elementos que integran a la cultura misma, y dichos cambios pueden ser determinados a iniciativa de los propios integrantes de la sociedad, o en su caso deberse a diversos factores externos, como son: los de carácter tecnológico, económico y religioso.

Quienes nos vimos inmersos en la continuidad y desarrollo de toda una serie de prácticas culturales locales, ya hace más de cuatro décadas, podemos diferenciar con claridad los diversos cambios en algunas de las manifestaciones socioculturales, específicamente las que son distintivas de la región cultural en la cual se circunscribe la ciudad de Coatepec.

En la presente colaboración abordaremos la serie de cambios que corresponden a una de las manifestaciones del llamado “Culto Popular”, concretamente la Festividad de Todos Santos. Práctica cultural que cierra el ciclo agrícola con las ofrendas de la cosecha a los antepasados, y que en el caso de la sociedad coatepecana reviste cambios significativos, debido a los cambios en la siembra de los alimentos principales que integran la dieta básica, como son: maíz, frijol y calabaza. Productos agrícolas que han sido desplazados por la siembra de café, caña de azúcar y otros productos a menor escala, aparte de los cambios en el uso del suelo.

Antaño los preparativos iniciaban en las primeras semanas del mes de octubre, cuando era común que arribaran al mercado local, una pléyade de comerciantes procedentes de diferentes localidades, quienes ofertaban variados productos que se consideraban básicos en el ceremonial de Todos Santos. Sobre todo se mercaban grandes cantidades de loza manufacturada en comunidades poblanas, debido a que la tradición señalaba el depositar la ofrenda en recipientes nuevos de barro. Actualmente sólo una familia de alfareros comercializa periódicamente sus productos en el mercado local, y ocasionalmente un intermediario lo hace desde su camioneta en el centro de la ciudad.

También con tiempo se iban consiguiendo las varas y bejucos a utilizar en la elaboración del armazón para el altar, mismos que eran de grandes dimensiones y ocupaban un lugar especial en la casa, preferentemente en dirección a la entrada principal. La mayoría de los materiales se acarreaban desde las fincas e incluían la ramatinaja, naranjas, platanos, guayabas, berenjenas, nísperos y cacaos, entre otros frutos de la temporada. Actualmente muchas de las familias coatepecanas no cuentan con terrenos para proveerse de tales productos, y quien posee fincas no se dedica a promover la siembra de los mismos. De tal forma que elaborar actualmente un altar con las características de los de antaño resulta muy costoso, y a ello se debe su paulatina desaparición.

Los materiales a utilizar en el forrado de los altares, variaban según los recursos económicos y gustos de quienes los manufacturaban, y podían incluir desde hojas de plátano, periódico, papel de estraza, manteles de tela o plástico, y en algunos casos las tablas quedaban “pelonas”.

Continuará…

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *