Crónica Coatepecana

El temblor de 1920

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CRÓNICA COATEPECANA

Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

jesus_bonilla1@hotmail.com

(Segunda y última parte)

Retomando las notas del Dr. Rafael Sánchez, tenemos que en el pueblo de Xico la mayor parte de las casas quedaron seriamente dañadas por el temblor, muchas de ellas con grietas al igual que el templo parroquial. En el caso de la ciudad de Teocelo la destrucción alcanzó una mayor magnitud, al resultar seriamente afectadas las torres y la bóveda principal de la iglesia que se vino abajo, aparte de muchas casas derrumbadas donde quedaron sepultados por los escombros sus moradores, por lo que la cifra aproximada de personas fallecidas fue de setenta y dos muertos y dieciocho heridos para dicha ciudad.

El mismo doctor Sánchez Altamirano reporta un caso curioso para la ciudad de Teocelo cuando refiere “… Sucedió en esta población que en los precisos instantes del temblor, la guarnición que defendía la plaza, sostenía un tiroteo con los rebeldes por lo que los vecinos, en el primer momento, creyeron que el ruido que en todas partes precedió al temblor tenía relación con el combate; se cuenta que en una de las torres del templo estaba en el momento del temblor dos soldados y una mujer y que al caer la torre uno de los soldados resultó muerto, la mujer quedó aprisionada debajo de la campana mayor con las piernas machacadas y murió mientras que el otro soldado no sufrió la más leve herida o contusión.” (1)

Hacia el rumbo de Cosautlán los estragos del temblor fueron de mayor magnitud, al grado de que muy pocas casas de mampostería quedaron de pie y la iglesia local se derrumbó casi en su totalidad. Dejando un saldo de aproximadamente doscientos cincuenta muertos y bastantes heridos, en su mayor parte soldados que habían llegado ese día a la población y se guarnecían en el área de los portales, según refiere el doctor Sánchez Altamirano.

Por esos rumbos el pueblo que presentó una mayor afectación, fue la localidad de Barranca Grande ubicada en las márgenes del río de los Pescados al fondo de un valle, asentamiento muy poblado que se distribuía en dos sectores: uno al nivel del río y otro a una mayor altura en la pendiente. Un testigo relató al doctor Sánchez que momentos después del temblor, el caudal del río descendió hasta desaparecer, situación que llenó de incertidumbre a los pobladores, quienes no encontraban explicación al fenómeno y jamás imaginaron que en los cerros ubicados río arriba, se dieron deslizamientos de tierras sobre el cauce del afluente, produciendo una especie de gran presa que obstruyó temporalmente el desplazamiento habitual del río, y ya para cuando las aguas tuvieron la suficiente fuerza rompieron el cerco y generaron una gran avalancha que arrastró lodo, piedras y árboles, cuyo ímpetu produjo un estruendo que estremeció en la lejanía a los pobladores. Algunas personas temiendo una destrucción mayor, buscaron el resguardo de las alturas, punto desde donde observaron como la avalancha de lodo arrasaba todo lo que se encontraba a su paso. Prácticamente la mayor parte del pueblo y los terrenos de cultivo quedaron cubiertos por una gruesa capa de lodo, piedras, animales muertos y árboles desplazados por el alud, y que de acuerdo con cálculos de la época debieron de haber fallecido más de doscientas personas en el pueblo de Barranca Grande.

Referencias Bibliográficas

1.- Sánchez Altamirano, Rafael, Memorias Autobiográficas, Edición de Autor, Coatepec, Veracruz, 1950, pp. 369 – 375.

2.- Entrevistas a varios informantes

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