Especial

LA INVASION GRINGA A VERACRUZ EN 1914

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Uriel Flores Aguayo

 

El reciente seis de noviembre tuve el honor de presentar en San Lázaro los libros «La Antología de Documentos Históricos sobre la Segunda Intervención Estadunidense» y «El Imaginario de la Segunda Intervención Norteamericana”, a nombre de la Comisión de Marina de la LXII Legislatura. Este acto sobrio contó con la presencia de un subsecretario de la Armada de México y la titular del INEHRM, entre otras destacadas personalidades. Estamos ante obras magnas y exhaustivas, difícilmente superables en un futuro mediato, que nos permiten tener una idea más precisa de la vergonzosa invasión gringa y de la heroica resistencia de la población civil y, especialmente, de los cadetes y maestros de la Escuela Naval. Conocer los documentos más variados, donde se informa de los hechos desde diferentes enfoques e intereses, nos acerca con absoluta objetividad y convicción a ese momento de nuestra historia.

 

El libro «El Imaginario de la Segunda Intervención Norteamericana» es un compilado de fotografías y relatos que nos acercan con el pasado. Se dice que el impacto de la historia gráfica reside en su capacidad para despertar en nosotros la imaginación y recrear en la mente cómo sería estar en otros tiempos y contextos. Esto es lo que este libro hace, conectarnos con la historia a través de la frescura de la imagen y el rigor de la investigación. Una de las virtudes de esta compilación es la presencia de grupos que, por lo general, están ausentes de la historia escrita: los niños, mujeres y hombres comunes que hicieron la historia; héroes anónimos sin lápidas ni monumentos a los que este libro rinde homenaje. La fotografía es un medio para recordarnos que el pueblo es el protagonista de la historia. En este libro destaco lo siguiente: se trató de una acción imperial, el pretexto fue realmente menor, la población civil y los cadetes de la Escuela Naval tuvieron un comportamiento heroico, el traidor repliegue del ejército Huertista y la lamentable muerte de los muy jóvenes mártires Virgilio Uribe y José Azueta.

 

En el libro «La antología de Documentos Históricos sobre la Segunda Intervención Estadunidense» destaca la proclama del almirante Fletcher, el repliegue del General Gustavo Maass, la contradicción de Victoriano Huerta, quien en plena invasión despide con tren y escolta especiales al encargado de negocios estadunidense, Nelson O’Shaughnessy; igualmente, la muy singular negativa de Venustiano Carranza y Francisco Villa, por separado, para acordar el armisticio con motivo de la invasión; ni esa circunstancia tan grave justificó para los opositores del espurio Huerta, una especie de acuerdo nacional.

 

La guerra entre México y Estados Unidos, fue el resultado del expansionismo imperialista sobre América Latina y el Caribe. Prácticamente el 22 de abril de 1914 se consumó la invasión al puerto ya que no se contaba con el apoyo del gobierno Huertista y se enfrentaba al enemigo con enormes carencias en armamento, los gringos demostraron su imponente poderío naval. Las tropas estadunidenses permanecieron siete meses administrando la ciudad de Veracruz. Me parece incorrecto hablar de una «invasión injusta» como se hace en el libro, creo que toda invasión es intrínsecamente injusta, no hay de carácter justo. Los títulos de ambos libros se refieren a una «intervención» de manera eufemística, mientras que el almirante Henry P. Fletcher, utiliza la palabra ocupación en su proclama al pueblo de Veracruz; ni una ni otra, se trató de una invasión.

 

Cierro este modestísimo articulo con una cita de Enrique Krauze: «Las invasiones estadunidenses han tenido varios objetivos: para ayudar a remover un dictador, para canalizar a los grupos radicales que se le oponen, para salvaguardar los intereses de sus propias compañías petroleras, para evitar interferencias de otras potencias extranjeras y para enseñar a los ciudadanos acerca de las virtudes de la democracia”; ¿Bagdad en el 2003?, no, el puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914.

 

Recadito: el sistema está a prueba, crisis de Estado y pequeñez de las élites.

Uriel

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