22 AÑOS
22 AÑOS
Pedro Peñaloza
“No hay melancolía sin memoria, ni memoria sin
melancolía”.
Marcel Proust
Sobrevivimos
sin ti, pero contigo. Nuestra vida transcurre con tu ausencia: tu imagen la
tenemos tatuada y se pasea cotidianamente en nuestra mente. Hoy, hace 22 años
te fuiste hijito, a viajar por otras galaxias, el mismo día del cumpleaños de
tu amadísima abuelita, Elenita. Esa bella mujer que tanto te abrazaba.
Tus
risas son música sincopálica y el eco que resuena y se agolpa en los amplios
territorios de nuestra nostalgia. Tristeza contenida y sonrisas complacidas de
tenerte en el bosque fresco de la imaginación. Tu presencia bromista y
corrosiva es nuestro alimento. Esas, tus ocurrencias son un brebaje para
evocarte, para estrujarte y negarnos a dejarte ir. Aunque partes diariamente y
regresas de inmediato para recordarnos que te fuiste sin irte.
Tengo
presente tus visitas y el insistente afán de acomodar mis lentes fuera de mi
alcance. Apagas la televisión olvidada ante el cansancio que me invade, llegas
y te vas, sigiloso. Pero se queda el olor de tu aroma. Y vuelves en las noches
frías a cobijarme. Recuerdo cuando recién tu partida, un año después, nos
visitaste en el piso 30 de un hotel de Yokohama, Japón. Ahí dormía tu hermano,
al que tanto amabas, que aún se secaba las lágrimas por tu intempestivo viaje,
y lo abrazaste tiernamente sin despertarlo. Yo te vi tan fresco, tan dulce, a
través de la poderosa capacidad de la imaginación y del deseo de tenerte.
¿Cómo
no tener estacionada en la mente tu gran destreza para jugar futbol? Tu fina
técnica, tu sangre fría para jugar en zonas peligrosas. Esa lucidez para
enfrentar los retos que te puso la vida deportiva. Soportaste todo: la mafia de
los entrenadores de las selecciones menores, la inmensa mala fe y mezquindad de
los directivos y entrenadores de Pumas. Un par de ellos aún viven. Uno nada en
el océano de su egolatría y el otro es el jefe de la mediocridad del equipo
universitario.
Aquí
estamos hijito, amado Pedrito. Viviendo intensamente, inspirados en tu
estoicismo para no decaer ante las adversidades ni las miserias humanas.
Vivimos con alegría, que nos permite llorarte y no amargarnos. Aquí seguimos,
dándole masaje al corazón, tus hermanos Emilano y Lidice Estelí, quién no te
gozo como lo hubiese deseado, pero vibra por tu recuerdo.
22
años sin ti, pero contigo. Los mismos que tengo escribiéndote anualmente desde
la hospitalaria casa que es para mí El Sol de México. Y mientras
tenga fuerza en las manos y memoria resistente te seguiré evocando. Por ahí nos
encontraremos hijito.
@pedro_penaloz