25N mucho dolor y hartazgo, mucho por hacer
25N mucho dolor y hartazgo, mucho por hacer
«Este
cuerpo es mío, no se toca, no se viola, no se mata»
Anónimo.
No es reconfortante saber que
la violencia de género es un fenómeno global, pero el aumento de las cifras en
nuestro país, es una muestra de la crisis profunda que padecemos. Según el
informe de la asociación Impunidad Cero, de 2015 a la fecha los casos han
crecido en 137.6% con un nivel de impunidad del 51.4%; en 2019 de 3,834 mujeres
asesinadas, solo el 26.4 % se investigó como feminicidio; esto es que menos de
3 casos son investigados como feminicidios, del promedio nacional de 10 mujeres
asesinadas por día.
El escenario nacional es dramático
cuando la contabilidad oficial registra de enero a octubre de este año 777
feminicidios; cuando entre enero y mayo se abrieron 22,072 carpetas de
investigación de violencia sexual; y 1,143,784 casos de violencia doméstica
entre enero y agosto, justo en los meses del inicio de la pandemia.
Son datos estrujantes que
arrojan luz sobre el origen del hartazgo, del enojo de las mujeres ante la
barbarie de un México macho, que lastima y mata por la simple condición de
poder hacerlo.
Con vergüenza y dolor, Veracruz
se ubica en el segundo lugar nacional en feminicidios; además entre enero y
octubre de este año se incrementó un 341% la cantidad de denuncias de violencia
familiar, al pasar de 1974 a 8,706 según datos de la Secretaria de Gobernación (nota
alcalorpolítico 28/11/2020).
Mientras en el discurso se
presumen logros y avances, la realidad demuestra lo arraigado de la sinrazón, de
la visión machista que aún domina la vida mexicana. Por eso es tan relevante la
necesidad de acción gubernamental, de la amplia difusión de los objetivos,
estrategias y políticas contra la violencia, la enérgica intervención de los
cuerpos de seguridad y de justicia, para que quede clara la apuesta
institucional y sus efectos.
Una sociedad que aspira a
transformarse para ser mejor y más justa, no puede estar cobijando desde el
poder la incompetencia, las omisiones y las complacencias. Cualquier actitud de
indolencia o desdén debe señalarse y ser erradicada, el comportamiento
institucional debe ser claramente positivo en la defensa de los derechos de la
mujer, sin titubeos, sin escatimar la legitimidad de esa lucha.
Observamos la sobrevivencia de
un machismo empoderado y sin ataques o represalias claras de la sociedad y de muchos
gobiernos en todos sus niveles, que pasan de largo ante la emergencia, que
acumulan palabrería hueca y convocan a días de respeto que debieran ser todos
los días. El problema de la violencia de género es grave, muy grave, más aún
cuando se sigue estigmatizando y revictimizando a muchas de las que sufren
vejaciones o son asesinadas por su condición de género. Se padece un abandono real
para la atención del problema, palpable desde la falta de empatía en el
discurso público.
Los datos nos arrojan a la
cara nuestra falta de efectividad, pisotean nuestra supuesta modernidad, nos
restriegan la crudeza de un fenómeno ruin, de una actitud canalla, de una
visión retrasada que suponíamos rebasada y que oprobiosamente muestran su
vigencia e incluso su profundización.
Mujeres agredidas por su
vestido, por su horario de tránsito, por querer divertirse, por no acatar los
roles y estereotipos que les han sido asignados y que deben obedecer. Ser
mujeres abre la “oportunidad” a que puedan ser sujetos del abuso, la barbarie,
el acoso o el menosprecio. La reproducción de la cultura machista por parte de
hombres y mujeres que no aceptan la existencia de nuevos roles, que no están
dispuestos a perder la supremacía de las decisiones o simplemente a respetar.
Las responsabilidades
institucionales y de los gobiernos deben estar siempre presentes para que la
ley se cumpla. Es evidente que tiene que hacerse mucho más de lo que hoy por
hoy se realiza. También lo es el vacío de las acciones públicas, de las áreas
que puntualmente tienen los encargos, de las áreas de procuración de justicia.
Eso genera y da justificación a los enojos de las mujeres que salen a la calle
a manifestarse. En este sentido la opinión de María Salguero, creadora del mapa
de feminicidios de México: “el gobierno no tiene ninguna estrategia para
atender la violencia contra las mujeres, ni en el hogar, ni en los espacios
públicos”.
LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
SEV, como en los viejos tiempos.