7 DÉCADAS Y EL PISO APENAS ES PAREJO
7 DÉCADAS Y EL PISO APENAS ES PAREJO
Hoy 17 de octubre las
mujeres conmemoramos una de las fechas más importantes en el calendario de
efemérides asociadas con derechos que nos son plenamente resignificativas.
Las mujeres mexicanas no
éramos sujetas de derechos políticos y electorales, pese a que teníamos un
largo camino en esa exigencia, pero con todo y lo enormemente relevante del
hecho ocurrido un día como hoy de hace 70 años, no es correcto decir que se
“nos concedió” el derecho a votar y a ser votadas porque los derechos no se
conceden, sino que se reconocen.
En realidad lo que se
hizo aquel día fue dejar de aplazar un proceso irreversible.
La primera mujer
mexicana en postularse como candidata fue Hermila Galindo, esa pionera a la que
en su época consideraron desfasada de la realidad porque se postuló a sabiendas
de que votar y ser votadas no era un derecho contenido en la legislación
mexicana, a lo que ella dijo que habría un día que se haría costumbre que las
mujeres fueran candidatas, pero en lo que esa fecha llegaba, había que comenzar
a hacer común la práctica.
En 4 estados de la
República hubo reformas que permitieron que tuviéramos diputadas locales,
alcaldesas y regidoras antes de tener Diputadas federales y senadoras, porque
el experimento había que empezar a impulsarlo en poblados pequeños en los que
fuera probándose “si la ciudadanía ya estaría preparada para tener mujeres
legislando”.
Y aunque en efecto Elvia
Carrillo Puerto, Raquel Dzib y a Beatriz Peniche solo duraron 2 años en el
cargo de Diputadas del Congreso Yucateco porque la inestabilidad política
derivada del asesinado del entonces gobernador no brindaba las garantías
necesarias para que ellas se mantuvieran en su curul, aquellas tres mujeres son
las precursoras de un proceso imposible de frenar.
A nivel federal
demoraron un sexenio en dejar de fingir que se reconocería el sufragio femenino
– la iniciativa fue presentada y votada siendo Cárdenas presidente, pero jamás
se publicó en el Diario Oficial – así que 1953 era un momento inminente para llevar
al país adelante en materia de derechos para las mujeres y cuando otras
naciones africanas y centroamericanas ya habían avanzado en el reconocimiento,
México se convirtió en la doceava nación del continente en dar un paso
adelante.
Como sabemos, el camino
ha sido largo. Cuento en mi libro sobre la historia del Congreso de Veracruz
que el arribo de mujeres a las curules locales no fue continúo ni progresivo.
Acá la primera mujer en ser diputada local fue Irene Bourell, cuya historia da
perfecta cuenta de lo que fue para las mujeres abrirse paso en la política.
Ella fue fundadora de la Liga de Comunidades Agrarias – junto con su marido – y
pese a que él murió en la brega siendo muy joven y ella tuvo una larga y
prolífica vida, hay quienes aún la reconocen solo por haber sido la viuda de un
líder agrarista, cuando sus propios méritos son materia suficiente para ocupar
un lugar significativo en la historia, pues no tan solo fue la primera mujer en
el Congreso de Veracruz, sino la primera en representar a Veracruz en el
Congreso de la Unión y la primer mujer en ser parte de la Mesa Directiva en un
Congreso en América Latina, y sin embargo en el estado de Veracruz solo hay una
biblioteca que lleva su nombre, que poco significa para la historia de esta
entidad.
Así la historia de las
pioneras, no nombradas y no reconocidas, que fueron llegando a cuenta gotas a
ocupar los cargos, más por voluntad política de los líderes que por
reconocimiento real de sus trayectorias y méritos. De estos 70 años, 50
transcurrieron así, hasta que hubo que darle un empujón al sistema de partidos,
la más patriarcal de todas las instituciones políticas, que solo con cuotas es
que incorporaron mujeres, a las que mandaron a contender en distritos
perdedores u obligaron a renunciar para cederles el lugar, en una serie de
trampas a las que están siempre dispuestos a llegar, con tal de no ceder en
aquello que consideran suyo: el poder.
Pero las cuotas
funcionaron y gracias a ellas alcanzamos la paridad, principio constitucional
hermano de la igualdad que sin embargo, hay que estar defendiendo cada día de
los desaforados intentos por acotarlo y ponerle límites.
Es muy relevante llegar
a esta conmemoración, una noche después de que el INE determinara sostener su
recomendación de que de las 9 gubernaturas que habrán de disputarse en 2024, 5
de ellas estén encabezadas por mujeres. Oh afrenta más descabellada, “¡el INE
se sobrepasa!”. Y por qué no entonces – para ponerse a tono con la corrección
política tan de moda en estos tiempos -, ¿no proponemos que 9 de 9 candidaturas
sean para mujeres?. Siempre fue así para los hombres y entonces no había
excesos ni extralimitaciones que fueran cuestionadas. El patriarcado cede, pero
ah que estas mujeres que lo quieren todo y lo quieren ya.
Los partidos – todos -, no acaban de entender que
la paridad no trae solo faldas a la contienda. Trae a la mitad de las
excluidas, y a su agenda y a su forma de hacer política, ante lo que la
misoginia tradicional se exhibe como una vieja práctica que ya no cabe ni
representa. Pero nosotras, las hijas de las sufragistas, las paritaristas, no
encargaremos de refrendarlo.