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A 40 AÑOS DEL ORO DE RAÚL GONZÁLEZ

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A 40 AÑOS DEL ORO DE RAÚL GONZÁLEZ

 

Eliud Pérez                                      

Agencia Reforma

 

Monterrey, NL 11 agosto 2024.- Luego de ganar la plata en los 20 kilómetros de marcha el 3 de agosto de 1984, los días del 4 al 11 de agosto fueron de recuperación, pero también con algo de entrenamiento, a mitad de semana yo hice una práctica de 35 kilómetros, fue un entrenamiento fuerte ahí dentro en la Villa Olímpica.

 

 El día 10, el previo a la competencia de 50 km de marcha, hice un entrenamiento en la mañana de precompetencia. Fue un calentamiento muy completo similar al que tendría que hacer al del día del evento. Fue de una hora, luego hice un kilómetro rápido y ya después a descansar para el día siguiente.

 

 Esos días estuvieron conmigo el doctor Salvador Garay, médico de la Selección Nacional, también me auxilió el fisiatra Arturo Alfaro, que era de cabecera, y se integró en el doctor Ernesto Bolio, que era un coach mental.

 

 Todo el equipo tuvimos una sesión para coordinar todo lo que tenía que hacer el sábado en la competencia y una sesión de meditación. Simplemente estaba repitiendo todo lo que venía haciendo los tres años anteriores, no estábamos improvisando nada.

 

 Ese día previo era sumamente importante y lo hice al pie de la letra a lo que tenía contemplado. La cena en base a pastas sin condimentos, cosas ligeras, pero sí mucho carbohidrato y dormí muy bien, fue un promedio de 5 a 6 horas y no necesitaba dormir más, me levanté a las 5 de la mañana.

 

 Desde 1968, cuando tuve oportunidad de ver los Juegos Olímpicos y vi los 5 y 10 mil metros en donde Juan Máximo Martínez quedó en cuarto lugar, me motivé mucho. Ya tenía 3 años corriendo en la calle, pero ese día me impactó mucho que Juan Máximo se quedó en cuarto lugar en ambas pruebas ya al final, y un día dije: «Quiero estar ahí».

 

 Mi ilusión ahora era ganar unos Juegos Olímpicos. Todavía faltaba mucho, cuando estaba en la universidad me cambié a la marcha y la marcha me llevó a cuatro Juegos Olímpicos. Para ese día 11 de agosto en Los Ángeles 1984, había luchado yo esos años.

 

 Todo lo tenía planeado, tenía récord mundial, era campeón mundial y dominaba la prueba, pero eso no era suficiente. Tenía que ser inteligente, pero sí sabía que podía ganar, sentía la confianza.

 

 Hice un plan de competencia. Valoré todo, a los competidores, y salí a un ritmo como lo tenía planeado; yo trabajaba mucho con la meditación y la visualización de lo que puede pasar. Me programé durante 3 años haciendo lo mismo todos los días.

 

 En una prueba tan larga como la marcha de los 50 kilómetros tú puedes ir adelante en el kilómetro 45 y puedes desfallecer, y así me sucedió una vez, o puedes agotarte y otros te pasan. Ya tenía yo experiencias de todo tipo.

 

 Cuando pasé el kilómetro 40 solamente estábamos al frente Maurizio Damilano y yo, y viendo en qué condiciones iba él dentro de la competencia, yo casi veía muy cerca que podía ganar, porque me sentía más fuerte que Maurizio, pero una carrera no se gana hasta que se cruza la meta. Faltaban 10 kilómetros.

 

 Desafortunadamente, en el kilómetro 42 un golpe de calor dejó fuera a Maurizio, se desmayó, yo ya iba unos 100 metros adelante de él y me enfilaba con mucha determinación a ganar la prueba.

 

 Me quedé solo y vi que la distancia con el segundo lugar era considerable, eso me motivó más, me dio más fuerza.

 

 La carrera inició con 32 grados y en los últimos kilómetros la temperatura era ya de 38 grados centígrados y un 80 por ciento de humedad.

 

 Los últimos 5 kilómetros fueron muy impactantes para mí emocionalmente y empecé a recordar todo lo que había vivido en los últimos 15 años, eran mis cuartos Juegos y o ganaba en Los Ángeles o no iba a ganar nunca, y ese cierre de la carrera fue emocionalmente altísimo.

 

 Dios me ayudó a superar todas las adversidades. Había vivido seis semanas antes la muerte de mi papá, después de mucho tiempo de agonía, y ese instante fue muy profundo, conforme fui avanzando la piel se enchinaba y se me salían las lágrimas, no sabía si lloraba o sudaba de la emoción que tenía en los últimos dos kilómetros.

 

 Ya cuando faltaba un kilómetro y me dirigía al estadio, el Coliseo de Los Ángeles, ya iba seguro que iba a ganar, cuando entré al estadio nunca me imaginé que estaba lleno, porque la marcha era la última prueba del día.

 

 Fue muy momento impactante para mí. Nunca lo imaginé, pero Dios me puso en ese momento, entré al estadio, di una vuelta al estadio para llegar a la meta y la gente no paraba de aplaudir.

 

 Pero cuando me faltaban 100 metros y después de tantos miles de kilómetros recorridos en 15 años preparándome para ese momento, no quería que se acabara la carrera, no me cabía en la cabeza que eso se fuera a terminar en 100 metros, y cuando crucé la meta no podía entender que el estadio estaba para mí solo.

 

 Después del ritmo que traía, perdí un poco el equilibrio, pero me recuperé para agradecerle a Dios por los 15 años que viví para eso y por todos los momentos en donde estuve cerca de tirar la toalla.

 

 La gente estaba desbordada, me tiraban flores, un sombrero, me dieron una bandera, la gente se desbordó y pude dar la vuelta olímpica tranquilamente porque el segundo lugar llegó 6 minutos después.

 

 Disfruté el estadio mucho rato y la expectativa en México era muy grande. Era día sábado por la mañana y se juntaron muchas cosas, la entrada al estadio fue única porque la prueba de garrocha tenía tiempo que había terminado.

 

 Hice récord olímpico. Tuve un día irrepetible, se ganó con mucha contundencia.

 

 Ese día cambió mi vida para siempre. Era un antes y un después de Los Ángeles.

 

 Cuatro horas después de la llegada y después de todo lo que sucedió fui a las pruebas antidopaje, a los medios de comunicación, principalmente a los mexicanos, atendí a todos, y a las 4:00 de la tarde fue la premiación.

 

 Al subir al podio de los vencedores, me olvidé por un momento dónde estaba, el himno me trajo recuerdos de mi infancia, de mi amor a México, porque México formó mis amigos, mi vida, es mi tierra y me sentí muy orgulloso de representar a México por ganar la medalla de oro.

 

 Me fundí como una vela por dentro, lloré hacia fuera y hacia dentro al ver izar la Bandera de México.

 

 Ese momento fue inolvidable, tuve un día irrepetible.

 

 Fecha y lugar de nac.: 29 de febrero de 1952 en China, Nuevo León

 Sus medallas: Oro y plata en 50 y 20 km de marcha, en Los Ángeles 1984