A 500 AÑOS DE LA LLEGADA DE HERNÁN CORTÉS
Por Jesús Javier Bonilla Palmeros
Diversas instituciones y académicos, nos hemos involucrado en la serie de actividades por los 500 años del encuentro entre las sociedades de la costa del Golfo y Hernán Cortés. Acontecimiento histórico que marca el inicio de una serie de eventos que culminarían en la conquista de las sociedades asentadas en el territorio mesoamericano y el establecimiento de un modelo político-administrativo con vigencia de tres siglos.
Hacia el año de 1519 tiene lugar lo que podemos considerar como la primera etapa del proceso de conquista, en la que el capitán Hernán Cortés y su ejército, tienen los primeros acercamientos con las sociedades ubicadas en la zona costera del Golfo de México, entre los que podemos mencionar a grupos mayas, nahuas y totonacas. Encuentros que tendrán gran trascendencia y determinarán una serie de situaciones entre las sociedades mesoamericanas, de inicio el impacto por las diferencias raciales, los accesorios que integraban la parafernalia de los soldados hispanos, así como la presencia de caballos. Rasgos físicos y armamento que en conjunto impactarán en la mentalidad indígena, al grado de concebir a los recién llegados en su acepción de dioses, derivado en parte por la serie de coincidencias simbólico-temporales, entre las cuales podemos mencionar: la fecha de llegada 1519 y su correspondiente en el calendario indígena “Xihuitl Ce Acatl, Año Uno Caña”, formula calendárica que corresponde al nombre del antiguo rey-sacerdote tolteca “Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl”, personaje que después de una serie de enfrentamientos con el temible dios Tezcatlipoca, salió de Tollan-Xicocotitla y se desplazó hasta las orillas de la costa del Golfo, lugar donde se despidió de sus seguidores, no sin antes prometerles que regresaría con el tiempo a tomar venganza contra todas las afrentas recibidas en Tollan. Acto seguido se atavió con los accesorios propios de su dignidad y se inmoló en “el quemadero”, cuatro días pasó en el inframundo, otros cuatro días se proveyó de flechas y al siguiente día se encumbró su corazón en el cielo, convirtiéndose en la estrella de la mañana (Venus en su aparición matutina) cuerpo celeste personificado por el dios guerrero “Tlahuizcalpantecuhtli, Señor de la Casa de la Aurora”. Por lo que la personificación de Quetzalcóatl en una entidad guerrera y la llegada de la expedición española por mar durante la fecha “Ce Acatl, Uno Caña”, dieron paso a una revitalización del mito asociado con el retorno de Quetzalcóatl por parte de las comunidades indígenas.
La llegada de Cortés a las costas de Chalchiuhcueyecan y la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz, son descritas tanto por el capitán español como por el soldado-cronista Bernal Díaz del Castillo, aparte de las referencias posteriores entre religiosos y cronistas hispanos. Durante los primeros encuentros con delegaciones nahuas y la recepción de objetos, algunos de estos manufacturados en oro, influye en el ánimo de Hernán Cortés y sus soldados más allegados, a continuar el reconocimiento del territorio y establecer una colonia, con el propósito de solicitar el reconocimiento del monarca español por los servicios prestados a la Corona.
Podríamos suponer que fue determinante en las intenciones de conquista, el arribo de Cortés y sus soldados a la gran ciudad de Cempoala, lugar donde recibieron diversas atenciones por parte de los totonacas, a la par de quedar maravillados por las dimensiones y fastuosidad de sus construcciones. El gobierno del Altepetenamitl (Ciudad amurallada) de Cempoala como cabecera de una importante unidad político-territorial, fue pieza clave en el establecimiento de la primera alianza entre indígenas y españoles. Pacto determinado en gran medida por la necesidad de los grupos locales para liberarse del yugo de la “Triple Alianza”, y los deseos de conquista, poder y control de recursos por parte de los hispanos.
El contacto entre totonacas y españoles, así como algunas particularidades de la primera etapa del proceso de conquista, por lo general se estudian con base en la revisión de los informes de los conquistadores hispanos y las crónicas escritas tiempo después por parte de religiosos y funcionarios, situación que determina el abordar el desarrollo inicial de la conquista desde la visión hispana. Tendencia que ha sido rectificada en las últimas décadas, a través de la revisión de fuentes documentales y el estudio de materiales culturales bajo los enfoques de la Arqueología Histórica y la Etnohistoria.
La figura de Hernán Cortés en tres códices del centro de Veracruz
Una de las fuentes documentales que aporta información relevante en el estudio del devenir histórico y manifestaciones culturales de las sociedades indígenas del ámbito mesoamericano, se integra por una buena cantidad de documentos pictográficos comúnmente identificados bajo el nombre de “códices”, los cuales se agrupan en diversos corpus a partir del tipo de información que contienen. En algunas regiones la cantidad de este tipo de fuentes es muy reducida, como es el caso del estado de Veracruz, donde sólo se conservan unos cuantos ejemplares en el formato de grandes lienzos y de tipo histórico-cartográfico.
En tres códices procedentes del centro de Veracruz podemos identificar mediante el análisis minucioso de los glifos, la inclusión de Hernán Cortés a su llegada y paso por tierras que pertenecían a las comunidades totonacas: el Códice Tonayán-Misantla, Códice de San Antonio Tepetlán y el Códice de San Juan Chapultepec, todos ellos manufacturados en la segunda mitad del siglo XVI y utilizados en los largos procesos de litigios por tierras durante el periodo colonial.
La alianza entre las comunidades totonacas y el ejército de Hernán Cortés, fue plasmada en el Códice Tonayán-Misantla, mediante una serie de glifos unidos por lazos gráficos que permiten llevar el seguimiento de un relato, el cual inicia con el desplazamiento de los tlatoanis de algunos asentamientos prehispánicos que integraban la región de los totonacas del sur: Coacoatzintepec, Tonayán, Chiconquiyauhco, Tochtla, Tizacipaccilco y Cempoala, en este último punto fue donde se reunieron los gobernantes y enviaron una comitiva ante Hernán Cortés, quien se encontraba establecido con su ejército en la Villa Rica de la Vera Cruz, fundación ubicada en las cercanías del asentamiento de Quiahuiztlan. La alianza implicó una serie de compromisos entre ambos grupos; de la parte indígena el apoyo con los alimentos, el franqueo de las huestes españolas por su territorio y los tamemes que se encargarían de movilizar el armamento. Por la parte española el liberar a las comunidades indígenas del sojuzgamiento y pago de tributo a la “Triple Alianza”, a la par del reconocimiento de los gobiernos locales y los derechos sobre el territorio y sus recursos naturales.
En lo referente al reconocimiento de los pueblos totonacas hacia la figura de Hernán Cortés, es en el Códice de San Antonio Tepetlán, donde podemos corroborar la serie de obsequios entregados al conquistador español como parte de los protocolos implementados entre los grupos locales, en relación al reconocimiento del estatus de los gobernantes. En el citado códice, los emisarios entregan a Hernán Cortés tres collares de cuentas y ochentas guajolotes que fueron registrados mediante su sistema pictográfico, con los dibujos de cuatro cabezas del ave y una banderita sobre cada una para indicar veinte unidades, lo que equivale a ochenta aves. Destaca en la misma escena la figura de Malintzin a quien también le entregaron una serie de obsequios que consisten en cuatro collares, una carga de mantas y ochenta guajolotes, cantidades que en realidad sobrepasan a lo entregado al propio Cortés, por lo que deducimos el reconocimiento de un mayor estatus hacia Malintzin por parte de las comunidades totonacas, sobre todo si tenemos presente su pertenencia a un linaje de gobernantes. Idea que difiere por mucho de las interpretaciones subjetivas que se han emitido en el presente por parte de algunos personajes, quienes han llegado a conjeturar sobre una posible propensión a traicionar a los suyos, por haber ofrecido información transcendental al conquistador español.
Una escena más en la que fue representado Hernán Cortés, es la descrita en el Códice de San Juan Chapultepec, documento pictográfico donde aparece el conquistador investido con los elementos distintivos de la iconografía del poder que identificaba a los gobernantes indígenas, en si la silla y una flor en la mano como referente simbólico del alto nivel alcanzado. Junto a Hernán Cortés fue delineada la imagen del monarca azteca Moctezuma Xocoyotzin quien exhibe el “Xihuitzolli, diadema real” y un ramillete de tres flores para indicar su estatus. Ambos personajes se encuentran asociados a una fecha de 808 lunaciones que corresponden a 65 años solares, transcurridos desde la entrevista entre ambos personajes en noviembre de 1519 y la manufactura del primer ejemplar del códice en el año de 1584.
La presencia de Hernán Cortés en los tres códices arriba citados, no es casual, sobre todo si tenemos presente que cada uno de los documentos pictográficos corresponde a las demarcaciones de grandes unidades político-territoriales, estructuradas bajo la figura del “Huey Altepetl, Gran Cerro de Agua”, forma arquetípica que en su acepción simbólica, fue utilizada para indicar el rango de cabecera dentro de una estructura político-administrativa. Así tenemos que en el Códice Tonayán-Misantla se registra el territorio de la cuenca del Actopan, la zona costera y serrana, a diferencia del Códice de San Antonio Tepetlán, en el que se delimitan las tierras de Tepetlán (Huey Altepetl de Chiconquiyauhco) las cuales comprendían desde la sierra de Chiconquiaco hasta las faldas del Cerro Macuiltepec por su lado oriente. Referencias similares encontramos en el Códice de San Juan Chapultepec (Huey Altepetl de Tlacuilolan), cuyas tierras iniciaban en la región serrana de Tlacolula hasta el Cerro Macuiltepec por el oriente, y su prolongación en dirección poniente hasta los asentamientos de Paxtepec, Macuilxochitlán y Otilpan, mismos que compartían límites con el territorio del Altepetl prehispánico de Coatepec-Quautlatepec (Coatepec Viejo). En síntesis los tres códices en conjunto, ofrecen una panorámica de la configuración de la cuenca del Actopan desde la sierra hasta la costa del Golfo, territorio donde se encontraban asentados los pueblos que pactaron la alianza con Hernán Cortés y le franquearon el paso por sus tierras, aparte del apoyo con recursos materiales y humanos.
El derrotero seguido por Hernán Cortes en su travesía hacia Tenochtitlan
Los diversos acontecimientos que tuvieron lugar durante la estancia de Cortés en la Villa Rica de la Vera Cruz, son referidos tanto por el propio conquistador en sus Cartas de Relación, como en aquellos documentos escritos por otros colaboradores en el proceso de conquista, entre los que destaca Bernal Díaz del Castillo, al igual que los textos de Francisco de Gómara capellán de Hernán Cortés, y el no menos importante Manuscrito de Madrid. En todas estas fuentes documentales se incluye información que permite seguir el itinerario de los conquistadores rumbo a la gran Tenochtitlan, con referencias a determinados asentamientos y hechos ocurridos en el trayecto. En lo concerniente al recorrido entre Cempoala y el asentamiento de Xicochimalco (Xico Viejo), los datos aportados por quienes participaron en la conquista son muy breves, razón por la cual se han originado una serie de conjeturas en torno al probable trayecto que siguieron los españoles y sus aliados iniciales. Predominando en el conjunto de las propuestas, dos posibles rutas: una que comprende el paso por Rinconada hasta Xalapa (Cervantes, 1575), y una segunda que corresponde al recorrido realizado por Pedro de Alvarado y una fracción del ejército por la cuenca del Actopan (Segarra, 1910; y Lavoignet, 1969). Ambas propuestas han sido defendidas en su momento con base en suposiciones y posibles reconstrucciones derivadas de documentos cartográficos coloniales de los siglos XVII y XVIII, en los que se encuentran referencias al camino real y rutas alternas entre la costa del Golfo y el Altiplano Central.
Quizá la clave del probable itinerario seguido por Hernán Cortés y su ejército, se encuentre implícita en la reseña del propio conquistador y los tres códices anteriormente citados. En concreto la cita de Cortés cuando refiere que a su salida de Cempoala el 16 de agosto de 1519, durante tres jornadas el recorrido se realizó por las tierras de amigos y fueron bien atendidos durante el trayecto hasta su llegada a Xalapa. La frase “tierras de amigos” aparece referida en varias fuentes documentales y si entendemos en su justa dimensión la misma, no puede ser otra que las tierras de aquellos pueblos que pactaron la alianza con Hernán Cortés en la Villa Rica de la Vera Cruz, por lo cual la ruta de la cuenca del Actopan es la más viable.
Un segundo problema deriva de la siguiente cita del cronista Francisco Cervantes, “… Las tres primeras jornadas que nuestro exercito camino por tierras de aquellos amigos, fue muy bien rescebido y ospedado, especialmente en Xalapa: juntaronse aquí Cortes y Pedro de Alvarado, que trayan partido el exercito entre si, por no ser molestos a los pueblos que llegavan” (Cervantes, 1575). La presumida división del ejército español ha originado se propongan dos rutas que se recorrieron al mismo tiempo: la comandada por Pedro de Alvarado por la cuenca del Actopan hasta el asentamiento de Naolinco y su posterior retorno a Xalapa donde se unió Hernán Cortés, quien a su vez había tomado la ruta alterna por Rinconada (Lavoignet, 1969). Ambas propuestas difícilmente de comprobar, sobre todo si los mismos protagonistas de la conquista no dan claridad sobre los sitios por donde pasaron en el trayecto Cempoala-Xalapa, por lo cual las anteriores propuestas carecen de sustento, aparte de que no se descarta la posibilidad de que se hayan dividido en dos grupos y recorrer la misma ruta con diferencias de tiempo en su desplazamiento por lo numeroso del contingente, alternativa que les permitiría resolver el problema de la alimentación durante los días que implicó el recorrido.
Situación similar se tiene con la referencia de la estancia de Cortés en el asentamiento de Xalapa (Xallapan), en el que algunos investigadores proponen se ubicaba en el centro histórico de la actual ciudad, aseveración que carece de apoyo por la ausencia de materiales arqueológicos que permitan fundamentar la existencia de una población conformada por cuatro barrios de diferente filiación étnica, tal y como aparece citada en un documento del siglo XVIII, de donde se retomó y difundió posteriormente en publicaciones de fines del siglo XIX para ser reproducida hasta el presente por algunos estudiosos en la materia.
Con base en las dificultades para deducir el itinerario del ejército español con las limitadas descripciones de los cronistas, tratamos de reconstruir la ruta mediante el análisis de los tres códices en los que aparece Hernán Cortés, presencia que no sólo corresponde a un registro aislado en el devenir histórico de los pueblos totonacas, sino a la relevancia que adquiere la figura del conquistador entre dichas comunidades locales. Coincidentemente el territorio referido en los tres códices se corresponde con la cuenca del Actopan, área en la que se han recuperado materiales arqueológicos mediante exploraciones sistemáticas (Cerro de los Otates y Chiltoyac), los cuales se ubican cronológicamente hacia el periodo Posclásico tardío y se encontraban vigentes a la llegada de los españoles.
Un punto más a favor de establecer que la ruta seguida por los españoles fue por la cuenca del Actopan, es el hecho de que los tlatoanis de varios asentamientos ubicados en esa área, se movilizaron hacia Cempoala para participar en la alianza con Hernán Cortés y por ende franquear el paso por esa ruta, al ser considerados por los españoles como amigos, tal y como aparecen citados en varias fuentes documentales. A la par de que el territorio del Altepetenamitl de Cempoala llegaba hasta la parte media de la cuenca del Actopan, y si el gobernante de dicho asentamiento fue uno de los principales promotores del apoyo a Cortés, se justifica que los hayan guiado por esa ruta.
En lo referente al asentamiento de Xalapa, lugar donde fue recibido y hospedado el ejército español, difícilmente se podría comprobar su ubicación en el área central de la ciudad de Xalapa, lo que nos lleva a dirigir nuestra mirada a la serie de asentamientos prehispánicos situados entre Paxtepec (Cerro del Estropajo), Macuilxochitlán (cercanías de Xolochtla) y Nahui Oticpan (Otilpan), sitios registrados en el Códice de San Juan Chapultepec y vigentes a la llegada de los españoles. En este mismo documento se hace referencia a la figura de Hernán Cortés, por lo tanto no se descarta la posibilidad, de que sea en esa área donde se ubicaba el grupo indígena encargado de recibir a la gente de Cortés en su trayecto a la gran Tenochtitlan. Asentamientos prehispánicos que compartían límites territoriales con el Altepetl de Coatepec-Quautlatepec, y por donde sería más fácil desplazarse para llegar en una sola jornada a Xicochimalco, en lugar de dar un rodeo más al sur que les hubiera llevado más tiempo y posiblemente algunos contratiempos por la configuración geográfica.
A manera de síntesis podemos inferir que la presencia de Hernán Cortés en los Códices Tonayán-Misantla, San Antonio Tepetlán y San Juan Chapultepec, se circunscribe a una tendencia regional por dejar constancia del apoyo otorgado al capitán y su ejército en el proceso de conquista, ayuda que implicó el abastecerles de alimentos, tamemes (cargadores) para movilizar el armamento y sobre todo franquearles el paso por su territorio (Cuenca del Actopan), área que por sus características geográficas si puede ser recorrida en las tres jornadas especificadas por Hernán Cortés en sus Cartas de Relación. En lo referente a las obligaciones contraídas por los conquistadores en la alianza con los pueblos totonacas, no debieron sustentarse sólo en la anulación del control ejercido por la “Triple Alianza” sobre los grupos de la región, sino en el reconocimiento de los pueblos y respeto a sus derechos sobre el territorio y recursos naturales. De tal forma que la manufactura y presentación de los códices histórico-cartográficos ante los tribunales novohispanos, varias décadas después de consumada la caída de Tenochtitlan e instituido el gobierno virreinal, no sólo buscaban los pueblos totonacas dirimir sus problemas internos en los litigios por tierras, sino el reconocimiento de las autoridades novohispanas en cuanto a sus derechos a las tierras y las aguas por ancestral posesión, así como a sus formas tradicionales de gobierno. Derechos que debían de ser reconocidos por todo el apoyo otorgado a Hernán Cortés en la primera etapa del proceso de conquista, según consta en sus antiguos documentos pictográficos.
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