Crónica del PoderOpinión

A NADIE LE CONVIENE

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A NADIE LE CONVIENE

Entre Espadas y Escudos

Por: Alejandro García Rueda

 

El mundo ofrece posibilidades infinitas y quien suscribe decidió levantar torres y murallas medievales dentro de su casa con textos diversos, propios y de otros autores.

 

Entre columnas, guiones radiofónicos, artículos, notas informativas y posts para redes sociales, el autor del presente reflexiona notando que se ha dedicado al periodismo tantas horas y días como le ha sido posible depurar su técnica como escritor.

 

El mundo literario y los embates de la cultura pop coexisten en el habitáculo desde el que escribe. Tiene dos ventanas, una por donde deja entrar la luz matinal y otra, por la que puede apreciar el reflejo del mundo.

 

En medio del amplio desfile de avatares e información, bebe a sorbos de un termo que contiene café negro, se quita los audífonos y escucha a lo lejos, en una vivienda, la versión acústica del tema «No me pidas perdón», popularizado por la Banda MS.

 

El comentario cae a cuento porque es el reflejo de que en México estamos viendo un escenario que tiene tintes de guerra, pero no lo parece. La batalla que libra este país no es por riquezas o territorios sino por tener el monopolio de la verdad.

 

La aparición de un reportaje sobre el supuesto estilo de vida de uno de los hijos del presidente Andrés Manuel López Obrador abrió un nuevo capítulo en el flanco de la relación que el mandatario tiene con los medios. Suponiendo sin conceder, la situación puede tener algunas coincidencias con el “magonismo” pero también hay que guardar las proporciones y las distancias.

 

En más de una ocasión se ha reconocido la brillantez y agudeza mental del mandatario y de su equipo, pero, en ocasiones, parece que la conclusión a la que llegan es equivocada.

 

A la hora de las definiciones, como se ha dicho desde Palacio Nacional, lo cierto es que —en apariencia— el ejercicio de cierto tipo de periodismo se ve potenciado por tanta referencia a él.

 

Ahora bien, nadie es perfecto y lejos de estar de acuerdo, simplificar o reducir el reportaje presentado por Latinus recientemente, es importante dejar en claro que —hasta el momento— quien esto escribe no ha detectado indicios de la comisión de una ilegalidad; sin embargo, resulta preocupante que el jefe del Poder Ejecutivo pierda tanto tiempo en dar respuesta a lo que considera como calumnia.

 

El ciudadano mexicano que clama por un presidente estadista puede esperar sentado, porque Andrés Manuel López Obrador tiene ahora que defender aquello que tanto tiempo le ha costado obtener y claro que es meritorio que se defienda a ultranza de ataques, críticas e infundios, pero se tiene que tomar en cuenta que ya comienza a abrirse una conversación sobre si es pertinente hacerlo cuando en cada conferencia se emplean recursos públicos, lo cual no es un tema menor.

 

No se sabe si el día del presidente comienza literalmente con un café y una síntesis informativa, pero siempre será valioso que incluso en tiempos convulsos se pueda echar un vistazo a otras realidades del México de hoy, porque eso puede contrarrestar la narrativa con la cual no está de acuerdo.

 

¿Y si se construye una narrativa en la que cada relato cohabite con el anterior y el posterior? ¿Y si en una suerte de juego de espejos se mira una cara de su trabajo y por la otra se multiplican los resultados? La voluntad de explorar lugares distintos, sumada a la experiencia de los años, ayudaría sin dudas a que de pronto AMLO se encuentre incluso en espacios en los que quizá no tenía tanta presencia.

 

Alejarse del conflicto con periodistas, comenzar a limar las asperezas con algunos de ellos y fumar la pipa de la paz con otros crea múltiples posibilidades, como el ubicar de manera clara su figura y su proyecto en el pasado, en el presente y en el futuro.

 

La monotonía no es lo suyo, no debería serlo y en aras del perfeccionamiento de la Cuarta Transformación, convendría ver a su mandato como uno capaz de enfrentarse a procesos de doble o triple destilación.

 

El movimiento social que ha decidido encabezar avanza entre la agresión y la marginación, pero no puede abandonar la posibilidad de describirse, descubrirse y reinventarse porque a nadie conviene una 4T sorda, que roza la desesperación y actúa sin lógica.

 

Ha pasado algún tiempo desde el comienzo de la marcha diaria de avatares e información, al autor de estas líneas le queda por beber un cuarto del termo de café negro y —antes de ponerse nuevamente los audífonos— escucha que en la vivienda previamente referida han decidido cambiar no solo la canción, también el género, ahora suena No me doy por vencido, de Luis Fonsi.