A PESAR DE ELLO
A PESAR DE ELLO
Entre Columnas
Martín
Quitano Martínez
twitter: @mquim1962
La esperanza le pertenece a la vida, es la vida
misma defendiéndose.
Julio
Cortázar
La indignación social sobre
los terribles sucesos y condiciones que la cotidianeidad nos presenta, parecen
durar un suspiro, y de ahí, a otra cosa. Mala costumbre la de mirarnos sin
mayores estupores ante nuestras tragedias, pues parecieran socavadas las posibilidades
de la crítica reconstructiva.
Los gobernantes apuestan a la
desmemoria e indolencia que nos caracteriza, o al “reconocimiento” de una
realidad “normal” hacia la cual poco o nada podemos hacer por cambiarla, por
mejorarla, porque se parte de un principio bien documentado de que todos los
políticos y los gobernantes son iguales, de ahí que ante cualquier ejercicio
público, es lo mismo solapar o pasar por alto los yerros u omisiones, e incluso
los claros delitos cometidos precisamente por esos ejercicios descompuestos e
impúdicos que continúan presentándose.
Los dolorosos sucesos
alrededor de la violencia que nos ahoga con la sangre que se derrama, el asedio
de los temores por la vida y los patrimonios amenazados todos los días, sin
tener resguardo o protección de las autoridades, ubicándonos como ciudadanos en
un absoluto estado de indefensión frente al crimen.
Hechos que se respaldan con
lejanos o ausentes ejercicios de gobiernos, que maniobran tan solo
discursivamente, sin estrategias claras, sin eficacia, simulando combates a las
condiciones que se nos presentan porque en realidad no acuden por incapacidad o
complicidad.
La derrota que sufrimos
socialmente se manifiesta con la cada vez más lejana capacidad de soñar en cambiar;
las esperanzas para millones siguen muriendo a manos de un realismo que
favorece la insolidaridad, la complicidad, el voltear la cara, o peor aún y con
el hartazgo que se forja ante la impunidad, la justificación de que la justicia
solo se podrá hacer presente si es por propia mano.
Entrampado en la vorágine del terror,
nuestro país sufre frente a la violencia y la inseguridad que, junto a la
creciente corrupción, son los identificados como principales y primeros problemas.
Súmele la violencia económica que acentúa nuestros niveles de pobreza familiar,
donde millones padecen hambre y viven indignamente por el desempleo, los bajos
salarios y el alto costo de la vida.
Los anteriores elementos generan
esa ruptura social que se alimenta también desde la lógica de unas élites económicas
y políticas obtusas, insolidarias y confinadas a la protección de sus
intereses, de sus verdades, de sus dogmas. ¿Cómo no reconocer que lo hecho
hasta ahora no abona a mejorar las condiciones sociales?
Tirios y troyanos, gobernantes
y opositores, en su mayoría, actúan en supuestos de autoengaño, libran las
batallas por una sociedad que en la vía de los hechos se distancia cada vez más
de ellos.
Caminamos entrampados en los
denuestos como pesadas losas, forjados en una polarización que limita o cancela
las posibilidades de superar nuestros problemas, y a pesar de ello, aún habemos
personas que apostamos al poder de la voluntad de diálogo, de los acuerdos
entre diferentes, que mantenemos la esperanza de cambiar hacia la mejora social
compartida.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
CONAGUA declara inicio de emergencia nacional por sequía,
hasta cuando entenderemos.