Aborto… qué sigue
Aborto… qué sigue
Por Salvador Muñoz
Hoy, sólo por hoy, rebato a El Golem
de Borges cuando dice que “Si (como afirma el griego en el Cratilo) / el nombre
es arquetipo de la cosa / en las letras de ‘rosa’ está la rosa / y todo el Nilo
en la palabra Nilo”, porque en Mujer no son todas las Mónica, tampoco las
Montserrat, ni las Ivonne, ni las Judith y mucho menos las Diana, la de Oluta…
Cada individuo, cada persona, es su circunstancia.
Celebro que hoy, las mujeres tengan
una opción respecto a su derecho a concebir… o no. Ahora, ¿qué sigue?
Puede que suene muy mamila pero el
siguiente paso creo que debió ser el primero desde hace siglos: la educación
sexual…
Para muchos padres es fácil hablar
con sus pequeños sobre el asunto de que nadie los puede tocar o acariciar, sea
familiar o amigo… incluso, hasta puede uno entender la exploración que la niña
o el niño hacen de su propio cuerpo para experimentar placer… lo
complicado puede resultar en la adolescencia. ¿Hablar de besos y caricias? Sí,
resulta complicado más cuando tenemos patrones, tanto padres y madres como
hijos e hijas, que indican las reacciones a seguir si se toca el tema de la
sexualidad… ¿los conoce? Es seguro que sí pero no se ha dado cuenta: los ha
visto en películas, series, telenovelas… Las reacciones típicas que nos han
inculcado por estos medios es de vergüenza por parte de los padres y madres al
abordar este tema y de rechazo por parte de los hijos e hijas… ése es un
escenario… el otro, el que más me encanta, es el sentido de la culpa, que bien
puede ser ofrecido desde la Moral casera o desde el Púlpito… entre el “no es
bueno” y “es pecado” someten a la educación sexual.
¿Qué nos arroja esto? En un momento
dado, abuelas y abuelos de 40 y bisabuelas y bisabuelos de menos de 60 por
decirlo de un modo más amable.
Ahora, el asunto es cómo llevar lo
que en un principio se debió hacer porque creo que lo estamos haciendo al
revés: tenemos leyes que permiten abortar y anticonceptivos para no embarazar…
pero no tenemos educación sexual.
Hace muchos años, en la secundaria,
creo que en segundo grado, alguien tuvo la ocurrencia de proyectar en
audiovisuales, el filme de cómo se realizaba un aborto… ¡pspm! estoy seguro que
todos, absolutamente todos los adolescentes presentes, ¡salimos traumados! ¡Nos
presentaron el destazamiento de un feto! ¿Nos inculcaron miedo o qué?
Hace pocos años, algunas áreas de
Gobierno del Estado llevaban pláticas a secundarias que iban sobre sexualidad,
prevención de enfermedades y de adicciones, claro, sin exponer esos filmes
traumáticos que me tocaron. La participación de los jóvenes era extraordinaria.
Sí, porque muchas de las veces no preguntaban durante las charlas, sino que
esperaban a que concluyeran para que casi a escondidas, se acercaban a las
ponentes y exponían sus dudas.
La educación sexual no es la panacea
para los embarazos adolescentes, y mucho menos para los abortos… por eso mi
rebato al Cratilo… cada persona es un universo… cómo hacer entender a un hombre
del uso del preservativo, de que no se trata de “los que Dios nos mande”, ni de
buscar a cajón la parejita o al varón (porque nunca he escuchado que busquen a
la mujer), ni que tener hijos al por mayor aquí y allá es sinónimo de hombría…
¡cómo hacer entender a una mujer que no es una “realización” llegar a ser
madre! ¿Cómo quitar en las familias ese chip de que las niñas deben jugar con
muñecas para aparentar ser madres? ¿Cómo hacer entender a los padres y madres
que caga cada vez que preguntan a un matrimonio “para cuándo el nieto”? O peor
aún: “¿Cuándo te vas a casar, mija?”
No tenemos años, tenemos siglos de
“cultura” que no se pueden borrar con decretazos… si bien se celebra que haya
Leyes que protejan a las mujeres en las decisiones que tomen sobre el derecho a
concebir o no, es terrible que se tenga que confrontar su opción (porque no es
obligación) a ideologías, creencias, posturas, cuando tan fácil que es ofrecer
respeto… digo: si no conoces la circunstancia de una Mónica, de una Montse, de
una Ivonne, Judith o Diana, la de Oluta, lo mínimo que se puede esperar de uno
es respeto y no chingar.