ABSTENCIONISMO, EL ENEMIGO A VENCER
ABSTENCIONISMO, EL ENEMIGO A VENCER
Pepe Yunes*
Los resultados electorales del pasado domingo 5 de
junio no sorprenden y deben mover a la reflexión interna de quienes militamos
en partidos políticos fuera del oficialismo.
De las seis entidades en disputa, Morena gana
cuatro de ellas mientras que los partidos opositores sólo conservan dos de las
que gobernaban. Las dirigencias inmediatamente echaron campanas al vuelo sobre
los resultados y lo que implica en términos de definiciones a mediano plazo.
Del lado oficial se festinó la pujanza y
crecimiento de una alternativa que en ocho años se consolida como la primera
fuerza; gobernará el 68% de las entidades del país. Del otro, se celebró la
resistencia sobre un enorme despliegue de recursos y operación que incluyó
intromisión de diferentes niveles en cada entidad, así como el rumor general de
una operación del crimen organizado en diversas plazas en apoyo a candidatos
oficiales. En la práctica nos obliga a observar los números crudos de la
jornada.
Los porcentajes de participación ciudadana salvo en
contados casos fueron menores al 50% del listado nominal. Esto implica que 5 de
cada 10 personas en edad de votar no sintieron el menor interés por acudir a
ejercer su derecho ciudadano, consintiendo el resultado sin importar cuál
fuese, muy a pesar de estar o no de acuerdo con lo que sucede en su entorno.
Sea por apatía, por temor ante anuncios de jornadas violentas, declinaron en
hacer valer su voz y con ello asumieron como un hecho que no pueden estar peor que
como están hoy, aunque hemos visto que lamentablemente se puede estar cada vez
peor.
El abstencionismo es el principal escollo a salvar
para que exista cualquier opción a futuro. Una democracia se fortalece de la
participación de todas las voces, por muy discordantes que sean. De lo
contrario el fantasma del autoritarismo cobra fuerza y puede materializarse. Si
nos atenemos a la votación por bloques encontramos que a pesar de la disparidad
de resultados, los números son menos fríos. El bloque oficialista compuesto por
Morena-PVEM-PT obtuvo 2.58 millones de votos mientras que los partidos
opositores PAN-PRI-PRD-MC obtuvieron 2.17 millones de sufragios. Esto implica
que la brecha entre mexicanos a favor o en contra del régimen se va cerrando
pues hay sólo un 8.7% de diferencia entre los votantes, porcentaje que
contrasta con el enorme abstencionismo que deberá ser combatido con argumentos,
hechos y acciones contundentes por la oposición si desea ser factor para el
2024.
Morena gobernará a 75 millones de mexicanos,
mientras que entre los partidos opositores se gobierna a 53, de los cuales 19
estarán en disputa nuevamente con las elecciones en las entidades en las cuales
hasta el momento el PRI gobierna para el año 2023.
De ahí que sea importante comenzar un análisis
serio de las acciones a tomar en el próximo año. Las visiones contrastantes de
México que han quedado de manifiesto en el Congreso de la Unión en el pasado
reciente, cobrarán relevancia solamente si existen más puntos de coincidencia
que de discrepancia respecto a la conformación de un pacto entre partidos para
promover una oferta electoral conjunta, dinámica, que promueva el regreso de la
inversión pública como eje de desarrollo, en lugar de las políticas asistenciales
que ha quedado claro no generan mejoría alguna en el entorno económico
inmediato.
Coincido con la visión de millones de que la
conformación de un gran bloque opositor es necesaria para impulsar un gran
acuerdo por el rescate del país, más allá de quién la encabece.
* Diputado federal. PRI