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ADVIENTO 2021

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ADVIENTO 2021

Estamos comenzando un nuevo año en el calendario litúrgico de la Iglesia católica. El año litúrgico está organizado en torno a 2 grandes misterios de Cristo: el misterio de su encarnación y el misterio de su pasión, muerte y resurrección. El primero lo celebramos en la Navidad y el segundo en la Semana Santa. En ambos casos la Iglesia ofrece un tiempo de preparación. El Adviento nos prepara para la Navidad y la Cuaresma nos prepara para la Pascua.

 

El ADVIENTO es un término que significa “llegada”, “venida” o “visita”, porque nos prepara para la venida de nuestro Salvador. Jesús vino al mundo en la humildad de la carne (Natividad) y vendrá lleno de gloria y con poder en su segunda venida (Parusía). El hijo de Dios se hace presente además en la vida de todos los días (venida existencial).

 

El periodo del ADVIENTO se estructura en dos grandes partes. La primera va del primer domingo de adviento hasta el 16 de diciembre; en esta etapa predomina el tema de la segunda venida, los textos bíblicos se refieren a la venida del Señor al final de los tiempos. La segunda parte va del 17 al 24 de diciembre, es la llamada Semana Santa de la Navidad y se orienta a prepararnos más específicamente a la venida de Jesucristo en la historia, es decir a la Navidad.

 

Con el ADVIENTO se subraya la presencia continua de Dios. Aunque no podamos verlo o tocarlo como sucede con las realidades sensibles, él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras. Dios no se ha quedado allá en su cielo, sino que se ha acercado a nosotros. Dios entra en nuestro tiempo: haciéndose niño y recorriendo las etapas de la vida humana, para que TODA NUESTRA EXISTENCIA, espíritu, alma y cuerpo, sea elevada a las alturas de Dios.

 

Cuando nos preguntamos sobre la causa de esta venida de Dios al mundo, el evangelista San Juan nos da la respuesta. Este acercamiento divino fue movido por el AMOR DE DIOS A LA HUMANIDAD. El cuarto evangelio lo expresa de esta manera: “Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Esta entrega inicia propiamente con el misterio de la encarnación que vamos a celebrar próximamente en la Navidad. Por eso es que el centro de la navidad es el NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS.

Con San Francisco de Asís empezó a representarse el misterio del nacimiento del Hijo de Dios. Los “nacimientos” que se colocan en las iglesias, plazas públicas y en los hogares de las familias son una bella tradición que favorecen la contemplación del misterio de la navidad. Viendo los nacimientos uno puede admirar y reflexionar sobre el don de la vida, el amor de Dios, la humildad de nuestro Salvador, la fragilidad humana, la belleza de la familia, la bendición del hogar, el don de los padres y de los hijos y la dignidad de la persona humana. Ojalá que en todos los hogares cristianos se colocara la representación del nacimiento de Jesús.

 

En el ADVIENTO se nos invita a estar vigilantes y a orar continuamente para estar preparados para la venida del Señor, que no sabemos cuando sucederá ni en qué circunstancia.

 

Los que creemos en Jesús tenemos suficientes motivos para ser optimistas. Aún cuando las cosas no vayan muy bien, sabemos que Cristo interviene en todas las circunstancias de la vida, de un modo misterioso pero eficaz, para nuestra salvación y nuestra liberación.

El creyente debe ser consciente de que en el mundo contemporáneo existen muchas distracciones y ocasiones para cometer excesos. Hay muchas situaciones que nos pueden distraer de nuestra misión en este mundo. Por eso hay que hacer caso al evangelio, uno debe velar y orar para no distraerse y mundanizarse.

 

Al iniciar este periodo del ADVIENTO hemos de tener puesta la mirada en aquel que esperamos. Sea porque nos preparamos para celebrar su nacimiento o para su regreso glorioso. No debemos olvidar que Jesús viene todos los días y a cada momento, por ello este periodo de preparación nos permite estar alerta para la llegada del Señor.