AGENDA DE BOMBERO
Pedro Peñaloza
“Colectividad que no sabe pensar, no puede vivir”.
Concepción Arenal
1.- El país vive una inestabilidad estable. Enrique Peña y sus hombres de confianza creyeron que con la aprobación de las llamadas reformas estructurales concluían los procesos de acuerdos y alianzas múltiples e interpartidarias. Se equivocaron, el déficit democrático, social y económico, no puede agotarse con decretos provenientes de la cúpula del poder. Los operadores del inquilino de Los Pinos realizan complicadas maniobras para lograr concluir los ciclos negociados en el llamado Pacto por México. Nada más complejo que estrechar abrazos y firmar rutas unánimes.
2.- La economía: ninguna buena noticia. El vicepresidente Luis Videgaray tiene que reciclar discursos terapéuticos y de motivación para lograr reproducir imágenes y vocablos optimistas. No puede hacer más. Los números, los helados números, no corresponden a los deseos de éste economista neoliberal, adorador del mercado y su dictadura del más fuerte. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), rebajó sus previsiones de crecimiento para México de 3.8% a 3.4% para este año, y de 4.2% a 4.1% para 2015. El colega ideológico de Videgaray, José Ángel Gurria, empleado como secretario general de la OCDE, expande miel y regalos por doquier, al señalar que: «somos optimistas por la excepcional serie de reformas que ha realizado México. Esperamos que empiecen a tener impacto en el crecimiento económico» (La Jornada. 7/05/2014). Es decir, el señuelo es impecable y cautivador para incautos creyentes y feligreses de los discursos oficiales. Ya vendrá un futuro mejor, aunque el presente sea traumático.
3.- La violencia: una categoría usada para cualquier cosa. En el flanco de la seguridad y la procuración de justicia, el panorama no es nada alentador, aunque el otro Vicepresidente, Osorio Chong, mantenga el mismo libreto de su colega cobrador de impuestos. El núcleo de la lógica peñista sigue siendo la misma: que el joven imberbe no mencione en sus presentaciones públicas, los procesos de confrontación delincuencial. Solo eso, no más, la estrategia es que no hay estrategia, que se reproduzca el paradigma calderoniano, pero que se decore de manera distinta.
Los crecientes hechos violentos en algunas entidades, solo han tenido una fórmula: enviar fuerzas federales; es decir, buscar el impacto mediático, sin tocar el modelo simplemente reactivo. Dos ejemplos sintomáticos de semejante visión oficial, lo son Edomex y Tamaulipas. En el primer caso, las acciones frente a la crisis han sido grotescas e inútiles: la detención callejera y masiva de presuntos delincuentes y la presencia intimidante de la Policía Federal, Ejército y Marina, con el único propósito de influir en la percepción social; en el segundo caso, la violencia y las muertes pretenden ser minusvaloradas por un gobernador que se empeña en ver la realidad desde los anteojos de la miopía y la estulticia; por supuesto, apoyado por el gobierno federal, más por criterios políticos que por eficiencia gubernamental. Aquí, los vientos soplan hacía un escenario que consolide la ingobernabilidad y emerjan violaciones a los derechos humanos y a la «limpieza social».
4.- El confortable sillón de la incapacidad. El país no tiene rumbo, tiene prioridades de la clase dominante, la cual quiere cobrar facturas inmediatas y esplendidas por el apoyo dado a un gobierno que legitima su comportamiento solo a partir de promesas y poses grandilocuentes. La agenda la poseen los dueños del dinero y el titular del Ejecutivo solo se contenta en oscilar entre ellos. El precipicio está a la vista.
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