Agenda sin rumbo
Pedro Peñaloza
“Lo pasado y lo futuro no son nada
Comparados con el severo hoy”
A. Ann Procter
1. La ocurrencia y la improvisación. El inquilino de Los Pinos se encuentra en el ojo del huracán, con el pequeño gran detalle de que no sabe qué hacer. El enorme poder del presidente esta encapsulado, se encuentra en una severa crisis y sólo atina a dar respuestas de ocurrencia. Su festinado primer tramo del sexenio se fue a la coladera, no hay sonrisas, poco hay que festejar, los cálculos de su reducido grupo han hecho agua. Es un presidente profundamente solo, aunque este acompañado. El efímero mandato muestra los límites de un sequito de ineptos y arribistas. Los bandazos en la toma de decisiones sólo son consecuencia de la gravedad que se vive en un «cuarto de guerra» que dibuja a un personal político que únicamente estorba a Peña. El entrenamiento en el Edomex no fue suficiente, la visión de la gobernabilidad ha sido aldeana y colindando con lo primitivo.
2. El confort como ejercicio de poder. La clase política mexicana emerge desnuda, sus taras congénitas se pasean por las calles del país, se plasman en su inacción, son reproducidas en sus vacuos discursos poblados de lugares comunes y fórmulas recicladas e insensibles. No hay en el núcleo dominante de la clase política la menor idea de la dimensión de la crisis múltiple que se vive en México. Su enanismo visual sólo alcanza a ver la conservación del poder a como dé lugar. Quizá vislumbre apenas las elecciones de junio próximo. No más.
3. Reduccionismo y determinismo. Los feligreses del derecho penal repiten sin cesar que la «solución» está localizada en el abstracto y engañoso «Estado de derecho». Se lanza arena en los ojos para ocultar una obviedad: los cambios en la superestructura (y el derecho se encuentra ahí) son y han sido instrumentos del legitimación y reproducción de la ideología de la clase dominante, gracias a esos sucesivos cambios la exclusión y la desigualdad social se han perpetuado y convertido en las formas de vida «naturales» y aceptadas como irreversibles.
En realidad, es una lección de párvulos para ignorantes y oportunistas. Los cambios que anuncia el joven imberbe siguen la metodología de lo insulso, de lo cosmético. En pocas palabras, el grupo en el poder busca mantener y reproducir su control sólo aceitando estructuras y cambiando pequeñas bujías, pero sin cambiar el modelo que genera contradicciones y desigualdades sin límite.
4. El futuro ya llegó. El caso de Ayotzinapa fue el detonante de una crisis que estaba en el subsuelo social y económico. 25 mil desaparecidos y miles de asesinatos no lograron poner en movimiento a tan diversos segmentos poblacionales. En ocasiones, así funciona la dialéctica de las masas, no tiene explicación formal, es multifacética y polisémica. Frente a ello, se requiere algo más que coraje y gritos. Hasta ahora sólo hemos tenido eso, y como se sabe, desde el retrovisor de la historia, dicho binomio no ha desmantelado a ningún régimen. Y ahora con 11 nuevos presos el movimiento multiforme ha reaccionado parcialmente. Los cálculos del grupo gobernante pueden estar orientados a intimidar y a mediatizar con frívolas reformas. Es difícil especular acerca del éxito de esta estrategia improvisada.
5. El horizonte nebuloso: el segundo plan. No sólo el grupo peñista y sus acompañantes están dispuestos a meter «orden», ya los medios de comunicación, especialmente el duopolio televisivo, han estado preparando y dosificando el terreno para legitimar una oleada represiva. No les resulta imaginable arribar al proceso electoral, que tiene como punto de inflexión enero, con el actual contexto de polarización social. Deseo equivocarme, pero veo un futuro de tiempos punitivos. Ojalá fracase mi visión.
pedropenaloza@yahoo.com Twitter: @pedro_penaloz