El Valor de Nuestra Gente

Al rescate de los juegos tradicionales

Comparte

 

Linda Rubí Martínez Díaz

 

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El cambio en el comportamiento de nuestra sociedad es constante y latente, dependiendo el ritmo de los factores que influyen en su progreso; sin embargo, en algunas ocasiones no han significado un avance o la superación de un problema, sino han traído otros inconvenientes así como efectos colaterales a largo plazo. Por ejemplo, la comida rápida en un principio parecía resolver el problema de la productividad en los espacios laborales, pero lo que hoy se ha mostrado es que esta forma de vida ha hecho de la obesidad un problema de salud pública. En otros casos, el comportamiento no solo ha implicado problemas físicos sino también morales, pues costumbres arraigadas que eran fundamentales para la cohesión social, de repente fueron suplantadas por prácticas que generaron aislamiento en los individuos. Casos como este lo representan el excesivo uso del celular o la adicción a los videojuegos.

Por desgracia, estamos educando a las nuevas generaciones con estos vicios. En lugar de incentivarlos a actividades al aire libre, a jugar con otros niños sin algún gadget de intermediario, se prefiere encerrarlos en casa frente a un televisor impersonal pensando que es más seguro que ir a la calle. Se sacrifica el juego como si una actividad lúdica se justificara en la búsqueda de satisfacción, cuando en realidad es un aliado básico para la formación de hábitos, habilidades y destrezas.

Creo que es momento de rescatar a los juegos tradicionales que lejos de representar elementos anecdóticos, exhiben la ideología de nuestra sociedad: sin la experiencia de ellos, careceríamos de verdaderos valores culturales. Son producto de actividades naturales que incluso compartimos con los animales, donde se da lugar a escenarios generados por la fantasía colectiva, fomentan la creatividad individual, así como permiten la socialización.

Con esto no estoy diciendo que abandonemos las opciones que hoy nos ofrece la tecnología, sino simplemente saber los límites de su uso. Es triste que sumado a todos los elementos que están causando la pérdida de nuestra brújula moral, los videojuegos sean una causa de ello. Por lo tanto, es necesario saber distinguir el punto medio de toda práctica y que refirió Aristóteles en su Ética a Nicómaco: actuar con verdadera prudencia. Solo con esta actitud, evitaremos caer en los vicios y excesos que representan los juegos actuales.

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *