Albazo en la UV
Albazo en la UV
Por Aurelio Contreras Moreno
Este viernes 28 de mayo sesionará el
Consejo Universitario General de la Universidad Veracruzana, en lo que será la
última reunión de este organismo que le toque encabezar a Sara Ladrón de
Guevara en su rectorado, que concluirá en septiembre próximo.
El Consejo Universitario General (CUG)
es la máxima autoridad
colegiada de la casa de estudios. Lo integran consejeros ex-oficio, consejeros
maestros y consejeros alumnos, los cuales tienen derecho a voz y voto durante
las sesiones.
En
el orden del día de la sesión del próximo viernes fue incluido en el punto 7 el tema de la “Armonización de la
propuesta de la Ley Orgánica de la Universidad Veracruzana con la Ley General
de Educación Superior”. Asunto que ha puesto los pelos de punta al interior de
la institución por lo que se vislumbra como un albazo de la Rectoría a cuatro
meses de la conclusión de la actual administración.
El 13 de mayo de 2019, el mismo
Consejo Universitario General aprobó un anteproyecto de Ley Orgánica de la UV
que fue enviado al Congreso del Estado, donde no rindió fruto alguno entre
otras razones, por la manifiesta incapacidad e improductividad de la LXV
Legislatura local.
Antes incluso, en el Congreso estatal
se había presentado una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica que resultaba
todo un despropósito, pues lo que pretendía vulneraba la autonomía
universitaria y por lo que fue finalmente retirada. Pero entonces, ni una ni
otra propuesta fue abordada por los diputados locales, que prefirieron
“congelar” el tema.
El asunto ahora es que lo que se busca
presentar a los consejeros universitarios es un nuevo anteproyecto de Ley
Orgánica, que como se indica en el referido punto 7 del orden día de la sesión
del viernes venidero, contempla adecuaciones a la iniciativa originalmente
presentada para “armonizarla” con la Ley General de Educación Superior.
Esto implicaría que de nueva cuenta se
enviara al Congreso estatal una iniciativa de Ley Orgánica de la UV. Solo que
en condiciones radicalmente distintas a las de 2019. Especialmente en materia
política.
Por principio de cuentas, a la
proverbial improductividad y probada incompetencia de la LXV Legislatura veracruzana
para procesar los temas que son de su responsabilidad (hacer leyes), habría que
sumar el hecho de que los diputados locales van de salida y es totalmente
incierto en este momento el derrotero que tomará la configuración de fuerzas
tras las elecciones del próximo 6 de junio.
Sacar adelante un proyecto como una
nueva Ley Orgánica de la institución pública de educación superior más grande e
importante de Veracruz requiere, entre otras cosas, de amplios consensos y
negociación política. ¿Con quién se intenta negociar qué, si la correlación de
fuerzas se modificará invariablemente tras los comicios?
Si lo anterior no fuese un problema lo
suficientemente complejo de salvar, la propia Universidad Veracruzana entrará
en breve en su fase de renovación de autoridades, lo que conlleva de manera
natural un descenso en las capacidades de la actual Rectoría para procesar
incluso los acuerdos mínimos. No digamos los de mayor envergadura, como lo son
los necesarios para dotarse de nuevas reglas generales para su vida interna.
Esta intentona de objetivos nada
claros expondría a la UV a las veleidades de unos diputados sin
representatividad política real para el momento que discutieran la iniciativa,
los cuales además han demostrado fehacientemente su ausencia de compromiso con
causas que no les reditúen algún beneficio. ¿A cambio de qué sacarían adelante
el proyecto de la Rectoría?
Y eso lleva a la otra arista: intentar
cambiar las reglas del juego dentro de la UV exactamente en la víspera de la
sucesión rectoral, en la coyuntura de un régimen que busca apropiarse
rabiosamente de todos los espacios posibles de poder, podría llevar a la
institución a una crisis de proporciones aún inimaginables.
La elección de Sara Ladrón de Guevara
hace ocho años como rectora supuso un acuerdo salomónico para evitar que la UV
cayera en las garras del porrismo que no tuvo reparo en salir de la atarjea.
Ojalá prive la misma altura de miras.