ALBERTO, HASTA SIEMPRE
Por Rafael Rojas Colorado
Como si fuera hoy veo apagarse las luces del teatro de estado de la ciudad de Xalapa, Ver. Esa función se realizó el 12 de octubre de 1980, tal vez lo recuerdes. Lentamente se levantó el telón y apareciste cantando “Quien quiera beber conmigo”, tan solo fueron diez interpretaciones en la cuales recuerdo haber escuchado “En un Rincón del Alma”, “Mariana”, “Distancia” y finalizaste con “El Abuelo”. Fue la única vez que te vi vestir de color y tirantes, en los próximos conciertos que tuve la fortuna de ir conociendo tus nuevos éxitos, siempre te presentabas de negro, sí, lo recuerdo bien, decías que era con la finalidad de que te escucharan cantar y no perturbarse en como ibas vestido.
Te conocí a través del tema “En un Rincón del Alma” en estos versos se manifiesta el agudo dolor de un amor imposible. A partir de ese momento comencé a descubrir quién era, Alberto Cortez. Pronto me di cuenta de la esencia con la que estaban creadas tus composiciones, en cada una descubrí un aliento que develaba el aliciente de la vida. De esa manera visualicé ese ejemplo de tu caminar por el mundo en busca de un sueño. Tu espíritu de libertad lo palpé en “Callejero”, va, tan solo un perro, pero un amante del viento porque así lo inducía su instinto animal mostrándole el valor de la libertad, o como “El Ave Solitaria”, en estos versos te identifiqué volando desde Rancul, Argentina, sobre el océano atendiendo el llamado de la fama, cierto es que por todo ello se paga un precio, pero tu equipaje muy pronto lo fuiste apretujando de estrellas y poemas que, como las estelas en el mar, ibas esparciendo de escenario en escenario por los andenes del mundo.
En un continente lejano al que te vio nacer ella te estaba esperando para compartir su vida a tu lado, la musa incursionaba en el arte de la pintura, y tu vida la tiñó de bellos colores, así es la vida siempre está reservando nuevas sorpresas. Tus temas siempre me persuadieron y en los mismos intenté visualizarme, en ellos está presente la amistad, el amor y la gratitud, pero lo más bello, la suerte de nacer para contemplar y sentirse parte del universo, además conocer el significado de enviar una rosa desde lejos y la perenne evocación de sembrar un árbol en el patio de la casa familiar, esa vivencia infantil te acompañó hasta el final de tu existencia. Tu alma fue sensible a toda la ambrosía que la vida te iba presentando, con que otra cosa más sutil hubiese creado tus poemas musicales; a tu paso siempre encontraste espinas, lluvias, vientos y castillos de fantasía y las cobijaste con la sensibilidad fusionando la voz con las notas musicales, así nacía y crecía el canto de Alberto Cortez.
Amigo Alberto, te agradezco tus canciones, todas ellas me persuadieron mi sensibilidad, en las mismas está presente una época de mi existir y los impulsos de aquella lozanía, al escucharlas los recuerdos se avivan en mi ser y vuelvo a ser joven, visualizo los momentos en los que gracias a tus letras me atreví a trazar algunas líneas en el papel, de alguna manera me despertaste el deseo o la sensación de escribir algo que se pudiese compartir con alguien, tus canciones quedan como modelo para surcar los caminos que conducen a los sueños individuales del ser humano.
Hoy cuatro de abril de 2019 me destroza el alma una amarga noticia, tu corazón dejó de palpitar en un sanatorio de la ciudad de Madrid, España, me lastima el final de tu camino a los 89 años de edad, tu voz se apagó, pero tu canto permanecerá vivo en el alma de las generaciones que fuimos conquistadas con tu canto, elevo una oración al cielo y me despido de ti para dejarte descansar.
Como tú mismo lo expresaste alguna vez en tus canciones, esta carta te la llevará volando una golondrina allí donde vives con las estrellas, Alberto, hasta siempre.