ALIMENTAN DE NIRO Y DICAPRIO ARTE DE SCORSESE
ALIMENTAN DE NIRO Y DICAPRIO ARTE DE SCORSESE
Mario
Abner Colina
Agencia
Reforma
Ciudad
de México 11 octubre 2023.- Para Martin Scorsese, Robert De Niro y Leonardo
DiCaprio son más que actores. Son el combustible artístico del legendario
director.
Con el
primero colabora desde 1973 (Calles Peligrosas); con el segundo, desde 2002
(Pandillas de Nueva York). En Los Asesinos de la Luna, película que se estrena
el 19 de octubre, por fin juntó a ambos en un proyecto fílmico suyo.
«En
Taxi Driver (1976) descubrí que (De Niro) me podía sorprender, que no le daba
miedo intentar cosas. ‘No me digas, enséñame’, le dije. Y salió con esto de:
‘¿Me estás hablando a mí? (frase icónica del filme)'», recordó Scorsese
ayer, de visita en México, en una conferencia.
«Leo,
aunque hay una gran diferencia de edad con él, tiene sensibilidades similares
(a las suyas), y también valentía, no tiene miedo. ¡Hizo El Lobo de Wall Street
(2013)! Mucho con él ha sido probarnos y hacerme crecer como cineasta, porque
hizo que me emocionara cada día por llegar al set», agregó el realizador,
de 80 años.
A
ambas leyendas, que ya habían trabajado juntas en Mi Vida Como Hijo (1993),
bajo las órdenes de Michael Caton-Jones, Scorsese las hizo las antagonistas en
su nuevo filme. Lobos disfrazados de ovejas.
Ubicada
en la Nación Osage hace un siglo, la película presenta a De Niro como William
Hale, presunto benefactor de los indígenas. En realidad, orquestó una matanza
silenciosa contra ellos para beneficiarse del derecho por el petróleo de sus
tierras.
DiCaprio
es Ernest Burkhart, sobrino de Hale. Por avaricia y un amor retorcido, se casa
con Mollie (Lily Gladstone), una Osage, cuyos familiares comienzan a morir uno
por uno.
«La
lucha racial no tiene que ser. ¿Podemos aprender los unos de los otros?»,
cuestiona Scorsese.
No
fueron Hale y Burkhart los únicos responsables de los crímenes, piensa el
cineasta neoyorquino. Lo fueron todos quienes callaron ante lo evidente o
entorpecieron la justicia, opina.
Ambos
personajes son efigies de la violencia y la traición, elementos clave de su
filmografía «scorsesiana». Pero de manera más sutil y perversa.
«La
violencia puede llegar desde una sonrisa y desde el ‘amor'», dijo.
El
realizador, uno de los más prestigiosos de Hollywood, estuvo de buen humor en
la conferencia. Sencillo, sólo bebió agua y apenas pidió que entreabrieran la
puerta del salón, para la ventilación.
Cuando
se le recordó el tiempo que tiene activo en la industria (desde 1967), se llevó
las manos a la cabeza, en señal de espanto. Es un lobo viejo, pero amante de
los desafíos, acepta.
Tras
su proyección en salas de cine, la cinta, número 26 de su trayectoria, llegará
al streaming vía Apple TV+.
Su
duración, de casi 3 horas y media, ha llamado la atención de los medios. Para
él, era el tiempo suficiente.
«Hicimos
una película grande, sustancial. No en el sentido de monumental, sino del
tiempo que llevó contar la historia que quería. Había capas. Había que ser
pacientes».
Involucra
a talento Osage
Martin
Scorsese estuvo acompañado por el cinefotógrafo mexicano Rodrigo Prieto y
Geoffrey Standing Bear, jefe de la Nación Osage. Para el autor de Buenos
Muchachos el respeto y el involucramiento de la cultura nativa eran claves.
En el
filme hay diálogos en osage, sin subtítulos. Contó con una directora de casting
especializada en talento indígena, y con un consejero de vestuario auténtico.
«Mucha
gente de la que ves a cámara, y que estuvo detrás de cámara, es descendiente de
las víctimas».
A su
parecer, el cine puede ayudar a iluminar a grupos discriminados y mandar un
mensaje. Pero sólo cierto tipo.
«La
mejor manera es si el nivel estético es alto. Puede funcionar si haces una
buena historia en lugar de sólo dar un mensaje. El puro mensaje no creo que
nadie lo escuche. Tienes que llegar al corazón de la gente y decirle: ‘Todos
somos personas, somos lo mismo, con alma y corazones'».
ASÍ LO
DIJO
«Con
Leo y Bob hay una genuina confianza. Me gusta trabajar con ellos».
Martin
Scorsese, director
Lo
reciben como rockstar
Debido
a la huelga de actores en Hollywood, Leonardo DiCaprio, Lily Gladstone y Robert
De Niro no acudieron ayer a la premier mexicana de Los Asesinos de la Luna.
Pero
su director, Martin Scorsese, fue recibido como rockstar cuando llegó a la
alfombra roja del filme en Plaza Toreo.
«¡Marty,
Marty!», lo aclamaron unas 200 personas, en su mayoría jóvenes.
Llevaban
DVDs de Taxi Driver, libros sobre su obra o pósters de Los Infiltrados.
El
neoyorquino con raíces italianas se acercó al grupo que tenía más cerca y, con
una sonrisa, garabateó algunos autógrafos.
Iker
Arroyo, un estudiante de cine, llegó a formarse desde las 9:30 horas, pero por
su ubicación apenas consiguió un video del mito viviente de Hollywood.
La
convivencia con sus seguidores fue fugaz, pues los organizadores condujeron al
ganador del Óscar con rapidez con la prensa y de inmediato a presentar el filme
a una sala.
Scorsese
no visitaba México desde el 2003, cuando vino a promocionar Pandillas de Nueva
York.