ALMUERZO SUCULENTO
Aprovechando la venia de la doctora Soledad García Morales, continuamos el relato refrito de la visita de Don Porfirio a este pueblo hace exactamente 121 años.
En la acera del bar La Estrella de Oro, don Porfirio y don Alejo charlaban, hasta que éste le susurró al oído que, en su casa la mesa estaba servida. La voz queda de don Alejo se debía a que era mucha la concurrencia, pero su fe le dictaba que “Dios Proveerá”. El menú: sopa de cambray con rodajas de huevo duro, chilatole de espinazo con bolas de masa, caldo de frijoles con rama de epazote, tortillas palmeadas y manjar con pasita. No faltó la zarza parrilla curada con anís estrella de don Titinga, café de hoya de la casa endulzado con piloncillo y rosca de agua p’a remojar. Hospitalario don Alejo.
Con esos opíparos potajes, el señor presidente evocó sus tiempos en combate, retomando la plática sobre la batalla de Puebla y la de Icamole, donde se le había olvidado el pañuelo para secarse las lágrimas. Al momento, ordena abordar el tren rumbo a la Villa de Teocelo, acción cumplida en menos de diez minutos. Los dos carros de pasajeros de primera, los cinco de segunda, los dos mixtos y el exprés de equipaje, pletóricos en su rodar, fueron jalados por la locomotora “la 1900” que se hacía acompañar de su tender abastecedor de agua y carbón.
El trayecto: fenomenal; los paisajes: de ensueño; el clima: inmejorable. Alegría infinita con el buen conversar del señor presidente. Aunque seguía repitiendo los “juites” y “venites”, éstos pasaban inadvertidos con las cifras que manejaba: 15,000 km. de vías férreas, 70,000 km. de línea telegráfica, 90,000 Km. de redes postales; el progreso derramaba sus manos. La hidroeléctrica iluminará a Jalapa, el Piojito transportará la riqueza. En Texolo, la cámara de comercio con don Luis G. Blásquez, Luis R. Cabrera, el boticario don Bibiano Castillo, don Toño Quiroz y otros notables, acompañaron en su andar al mandatario, a que le hiciera digestión la comida, que a pesar de sus 68 años seguía con su tranco largo.
Fiestas y más fiestas, don Teodoro orgulloso de la visita, don Manuel Fernández Leal, aún más orgulloso: —¡aquí está el supremo! Qué tiempos estamos viviendo José Ives, exclamó el presidente. Vías, hidroeléctricas, progreso.
En la casa marcada con el número 8 de la calle de Cadena en la capital del país: Una gira codiciable, aún traigo el regusto… La villa ahora será ciudad. ¡sí señor!, ahora será la Ciudad de Teocelo. Comentó Don Porfirio en el desayuno. —Gira la instrucción a Teodoro para que haga el nombramiento. —Publica en el Hola Ilustrado y la prensa fifí las mejores fotografías y que hagan la mejor reseña. —Por favor, la publicación del proceso del Ahuizote la distribuyen únicamente entre la perrada, ya ves que esos caones están a favor de nada y en contra de todo, pero ya en su momento les daremos su máis.
En la Ciudad de Teocelo, Ver. —Gracias al Altísimo por permitirnos ver la PROSPERIDÁ. Te pedimos que le des muchos años de vida al presidente; es el único que con mano dura y bayonetas sabe controlar el orden. Diosito, que no lo alcance su destino.
Amigos, lo dijo Octavio Paz “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”
¡Ánimo ingao..!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.