AMLO Y SU “DECLARACIÓN DE GUERRA” A EU
AMLO Y SU “DECLARACIÓN DE GUERRA” A EU
Por Edgar Hernández*
El Covid presidencial ¿acaso
un distractor?
Hoy que anda muy gallito López
Obrador contra Estados Unidos por el tema del Fentanilo, los “Chapitos”, el
espionaje y las delaciones de la DEA, CIA y la NSA/CSS, vale la pena advertir
los riesgos de un intervencionismo militar contra la república.
Imposible sustraerse al hecho
de que históricamente, cuando el país más poderoso del mundo occidental se ve
afectado en sus intereses, se va con todo contra el enemigo hasta su
eliminación.
Ya mismo, declarar a los
narcotraficantes como terroristas, habrá de ser el mejor de los pretextos para
desatar una invasión armada contra la república.
Pero eso no lo entiende López
Obrador.
Viene el fin de semana a
Veracruz para mostrar una fuerza militar que no tenemos y con un desfile y
juegos de pirotecnia, pretende apantallar al imperio para luego desmayar e
informar que tiene Covid.
Los de AMLO son juegos de
política ficción que nos regresan a un hecho histórico muy parecido al sucedido
hace algún tiempo en el vecino país de Panamá, que muestra los alcances
intervencionistas de Estados Unidos cuando se ven afectados sus intereses.
Manuel Noriega, el “carepiña”,
nacido en un barrio pobre de Ciudad de Panamá allá por 1934, es un buen
ejemplo.
Su sueño fue ser presidente de
Panamá.
De muy joven y tras muchos
esfuerzos, consigue una beca para una academia militar en Perú, tras lo cual,
al regresar a su país, le permite ascender en las filas de la Guardia Nacional.
A finales de los años sesenta,
queda bajo la tutela del general Omar Torrijos como asesor, desde donde
orquesta el abuso y encarcelamiento de opositores políticos, al tiempo que se
vincula con las agencias de espionaje estadounidenses, fundamentalmente la CIA.
Torrijos muere cuando se
estrella el avión en el que viajaba en 1981 y Noriega se las arregla para tomar
el control de la Guardia Nacional y hombre fuerte de Panamá, aunque había un
presidente civil.
Con todo el poder fortalece
sus vínculos con los carteles de droga en donde amasa millonaria fortuna en
dólares.
Así, por años, usufructúa
poder siempre al lado de Estados Unidos que pronto descubriría en él una doble
cara que al principio veían como útil para sus esfuerzos por mantener su
influencia en Panamá en una época de movimientos de izquierda en Centroamérica.
Sin embargo, Noriega se volvió
cada vez más beligerante y colmó la paciencia de Estados Unidos, luego que
congresistas en Washington comenzaron a cuestionar sus tratos con carteles de
drogas.
Por respuesta, Noriega aumentó
su beligerancia y cárcel contra los opositores políticos sin dejar de insultar
a Estados Unidos.
Es así que en 1986 el Senado
estadounidense aprobó una resolución que llamaba a que Panamá sacara a Noriega
de las Fuerzas de Defensa para llevar a cabo una investigación por corrupción,
fraude electoral, asesinato y tráfico de drogas. Al mismo tiempo cortó toda
ayuda militar y económica.
En paralelo fue imputado en
Florida por cargos de narcotráfico y lavado de dinero; los tribunales lo
acusaron de convertir a Panamá en una plataforma de envío para la cocaína desde
Sudamérica hasta Estados Unidos y de permitir que los fondos del narcotráfico
se escondieran en bancos panameños.
Por respuesta, el dictador
comenzó a organizar grandes marchas en protesta contra Estados Unidos. “¡Ni un
paso atrás!” “¡Alto al intervencionismo gringo!” eran las consignas que gritaba
en mítines y que comenzó a ser puesta en anuncios en toda la capital.
En 1989, se nombra a sí mismo
“líder máximo” y la Asamblea Nacional le declara la guerra a Estados Unidos
tras mostrar en desfiles su armamento de tierra y aéreo.
Sin embargo, la gota que
derramaría el vaso se daría el 16 de diciembre de 1989 cuando las tropas
panameñas mataron a un soldado estadounidense que no estaba armado, hirieron a
otro y golpearon a un tercero a cuya esposa violaron.
“¡Eso fue suficiente¨!”, dijo
el entonces presidente estadounidense George Bush tras anunciar la invasión de
más de 27.000 tropas en una operación llamada “Causa Justa”.
En un santiamén las fuerzas
armadas invasoras toman en control, Noriega escapa y asila en la embajada del
Vaticano en Panamá en espera de la ayuda de Dios.
Las tropas estadounidenses
asedian la legación, obligan al dictador a rendirse para ser llevado a Florida
dejando en ese país cientos de muertos.
Noriega, el reo número 41586
El nuevo gobierno civil le
quitó su cargo militar en 1990 después de que fuera llevado a Florida a
enfrentar los cargos penales. Su fotografía de prontuario se volvió una imagen
emblemática de su caída: lo mostraba en una camiseta café y reducido a un
número: reo federal 41586.
“Se dice que aquellos que no
aprenden las lecciones de la historia están condenados a repetirla, pero lo
malo es que nadie quiere aprender las lecciones de la historia y yo fui uno de
ellos”, dijo Noriega durante su juicio donde fue declarado prisionero de guerra.
Noriega fue sentenciado en
abril de 1992 a 40 años en prisión.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo