Andar peligroso.
Andar peligroso.
Por Martín Quitano Martínez
La capacidad de
expresar opiniones contrarias apasionadamente es el mayor signo de una
democracia sana.
Steve Maraboli
Nuestra
democracia vive un andar peligroso. Se mueve entre voces atronadoras que no
reconocen los esfuerzos y luchas de muchos para consolidarla y se proponen resquebrajar
lo hasta ahora logrado, bajo la consigna de que nada de lo existente es posible
de rescatar, que solo ellos y sus afanes transformadores poseen el lápiz y el papel para escribir una
nueva historia.
Lo
que existe, lo alcanzado hasta ahora, es el fruto del esfuerzo de movimientos y
luchas sociales e individuales para lograr consolidar muchas de las libertades que
hoy se gozan en nuestro país. Por ello no puede ni debe ser desdeñado por nadie.
El pregón dominante no es ni por casualidad el único referente de las aspiraciones libertarias, de legítima
lucha por la justicia social o por lograr un México mejor ahora o en el pasado.
Mucha
agua, variada, plural y rica en expresiones ha corrido y seguirá corriendo bajo
los puentes de la historia, para que ahora “los transformadores” pretendan, de tan
solo un tajo, minimizar las expresiones individuales y sociales diferentes a la
suya, manipulando la historia de reivindicaciones y luchas de los últimos 50
años.
La
posibilidad de encontrar mesura y voluntad para superar las posiciones que solo
reconocen los rostros de la intransigencia, es complicada y remota. Señalemos
la relevancia de apreciar las diferencias como garantías de una sociedad no
alineada o subordinada a verdades únicas, que imposibilitan la reflexión o la
expresión de lo realmente existente en un conjunto social mexicano que ha
aspirado a concretar su pluralidad, multiculturalidad y multietnicidad más allá
de reduccionismos que les encajonen.
Es
difícil no tener presente y no preocuparse, ante el veloz avance de las
posiciones que desestiman al otro, sin reconocer y respetar aquellas opiniones
que no coincidan con su verdad, que se ubican en los extremos del mundo
polarizado que sea ha vuelto nuestro espacio político y social. La realidad que
estamos viviendo es peligrosa en si misma porque implica el rompimiento del
entramado social y legal que nos conducen a un nivel de crisis que no podemos
calcular.
No
importa cuántas veces sea necesario insistir en la urgencia de un debate social
y político de pautas para encontrar coincidencias; que las propuestas sean
mucho más presentes y fuertes que las descalificaciones inmediatas que aseguran
los desencuentros. La vorágine de los acontecimientos de hoy, confirman la
cerrazón y la incapacidad de escucharnos, de respetarnos, no solo en el marco
de las leyes que rigen nuestra convivencia o de actuaciones cívicas, sino
también como forma básica para atemperar el ruido que la intolerancia provoca.
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
México es el país del mundo donde más personal
sanitario muere por COVID 19, y se siguen negando a vacunarlo, ¡¡¡increíble!!!…