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Anécdotas y detalles del Grito

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Anécdotas y detalles del Grito

Por Salvador Muñoz

El Grito del 15 fue diferente, como bien lo citó José Luis Enríquez Ambell en su Café de Mañana. Un tanto diferente por la gente en el poder; un mucho también por la pandemia. Fue un Grito Silencioso, tanto en el ámbito estatal como en el federal pero no por eso, salpicado de anécdotas, como las que el mismo Enríquez nos platicó, aunque antes de entrar a detalle con ésta, permítame hacer unas observaciones:

Las redes sociales se dieron vuelo con las comparaciones que son siempre terribles y el objeto de su cizaña en este caso fue el Presidente y su No Primera Dama. La razón: La sana distancia que guardaron al hacer su arribo al evento. Perdón, no fue “Sana Distancia”, más bien parece una “Fría Distancia”, que hizo ver como si estuviera incómoda la señora acompañando a su esposo en estos actos patrios, lo que de cierto modo, igual convida de ese malestar al Presidente… sólo basta verle la cara. Todo lo contrario al anterior Mandatario, Enrique Peña Nieto, quien llevaba a su esposa del brazo y parecían radiantes. Sí, se puede decir mucho de los Peña-Rivera pero en su momento, reflejaban la alegría que estas fechas enmarcan la identidad del mexicano.

Ahora que si me apuran, vamos con Felipe Calderón Hinojosa y Margarita Zavala. Si uno se echa un clavado en las fototecas, podrá ver que ese traslado de esta pareja hacia el balcón es similar al de López-Gutiérrez: ¡separados! ¿Y en qué dista uno del otro? muy fácil. Si bien Felipe y Margarita iban separados, la cara de ambos igual reflejaba felicidad, alegría… ¡claro! los enemigos de Calderón dirán que eso no tiene chiste, porque el entonces Presidente ¡siempre estaba “happy”!

Lo cierto es que la cara del Presidente López rumbo al balcón, al menos en la noche del Grito, parecía como si tuviera ya muchas noches ¡sin grito!

¡Vamos para Veracruz!

Cuitláhuac García tuvo un ligero tropezón la noche del Grito… Un ligero tropezón como lo tenemos cualquiera. ¡Bueno! No cualquiera… hay que recordar a Patricio Chirinos Calero, si la memoria no me falla, en el Puerto jarocho, acompañando al Presidente Ernesto Zedillo, donde el entonces Gobernador de Veracruz resbaló cayendo a los pies del Mandatario aunque la realidad, se levantó más rápido de lo que tocó el suelo… pero no vayamos tan lejos… Javier Duarte de Ochoa en un evento escolar fue a saludar en las gradas a unos estudiantes que, animados por estar cerca del político, se le amontonaron, haciéndolo perder el piso ¡y suelo! ¡Ésas sí son caídas! ¡Ésos sí son tropezones! Lo de Cuic es nada… parte de un anecdotario, parte de la leyenda que le ha de acompañar para toda su vida, como también esa leyenda de que ahora, Acción Social está en manos de un familiar suyo.

Y hablando de Anécdotas y Leyendas propias de estas fechas, hay una que nos cuenta Enríquez Ambell, quien fue director general de Acción Social y Giras en el gobierno de Miguel Alemán Velasco. Era septiembre del 2004. La noche del Grito. Fieles a cumplir con los protocolos, tiempos y pautas coordinadas entre Acción Social, Televisión y Ejército, ya todos estaban en sus respectivos lugares, pero el Gobernador y su esposa no llegaban aunque sabían que estaban en Palacio de Gobierno. La hora acordada llegó a su punto y entonces, Acción Social entró en Acción, valga la redundancia… la música siguió, el maestro de ceremonias continuó y pasaron largos cuatro minutos hasta que apareció el Gobernador y su esposa… pasó que el elevador tuvo una ligera falla mientras iban en camino… para los cientos de veracruzanos que estaban en la Plaza Lerdo pasó desapercibido esto, pero no así para todo ese gran aparato como era Acción Social, que daba tiempo, espacio, pauta, orden, en los eventos del Gobernador. Gracias por compartir, Enríquez Ambell y también, gracias por traer a la memoria, a Juanito Morales, el eterno elevadorista de Palacio de Gobierno que es seguro, ya debió haberse jubilado.

Pero volvamos con Cuitláhuac. Salvo el tropezón, se pudiera decir que estuvo bien, aunque hubo muchos quisquillosos que se percataron de dos detalles en la noche del Grito de García Jiménez:

1.- Lo que llamaron la Soledad del Gobernador. Quizás acostumbrados a ver al mandatario con su esposa, hijos y hasta nietos, a muchos aún causa rareza la condición civil del mandatario, pero es cuestión de costumbre y adaptarnos incluso, a la “Nueva Normalidad” política de la Cuarta Transformación.

2.- El otro punto fue la rigidez del Gobernador… ¿lo vieron cómo se desplazaba? Los brazos pegados al costado y había un momento que parecía que el dorso de las manos lo llevaba al frente. Se entiende la solemnidad del caso, ¿pero caminar como robot? Al final, detalles, detalles sin importancia más que para el comentario, para el anecdotario, para el recuerdo de un Grito Silencioso, quizás el más sigiloso, el más reservado que se tenga memoria, obligados por la pandemia, pero que no obstante ello, permanece en el sentir ciudadano esta noche, como la fecha especial que nos da identidad y orgullo de ser mexicanos, como bien lo dijo en su Café de Mañana, mi compa José Luis Enríquez Ambell.