ANTIGUO CEMENTERIO MUNICIPAL, MONUMENTO ARQUITECTÓNICO
ANTIGUO CEMENTERIO MUNICIPAL, MONUMENTO ARQUITECTÓNICO
Xalapa, Veracruz, 25 de octubre.- Construido en 1831 como el
primer cementerio civil de Xalapa, el Antiguo Cementerio Municipal, conocido
como Panteón 5 de Febrero por su ubicación, acumula más de 190 años de historia
arquitectónica, que va desde el barroco hasta el estilo neoclásico, lo que lo
convierte en uno de los espacios de mayor valor histórico para la ciudad.
De acuerdo con el cronista de la ciudad, Vicente Espino
Jara, la importancia de este sitio se encuentra más allá de la amplia lista de
personajes ilustres que ahí descansan, pues las tumbas dan cuenta de la
historia arquitectónica de Xalapa.
El estilo barroco tradicional, neogótico, neoclásico,
tardío, art Nouveau, art déco y monumentos eclécticos, son parte de la gran
variedad de artes y épocas que encierran los muros de este panteón.
Adornada con una escultura de don Pantaleón Serdán, la tumba
de la familia Serdán es un ejemplo claro del neoclásico; así como la tumba
donde se encontraban los restos de San Rafael Guízar y Valencia, que es una
especie de pequeña capilla estilo art nouveau.
Creado previo a la promulgación de las Leyes de Reforma como
el primer cementerio civil de Xalapa, este sitio se concibió originalmente como
un espacio lejano de la ciudad, que con el paso del tiempo fue creciendo hasta
extenderse al Antiguo Camino Nacional o Carretera Nacional, que hoy es la
avenida 20 de Noviembre.
En sus planos originales, el cementerio era un cuadrado con
una capilla al centro, siguiendo los patrones tradicionales de la época. Tras
la separación de la iglesia del Estado, la capilla entró en desuso y en 1892, a
la muerte del General Juan de la Luz Enríquez, su cuerpo se depositó en este
lugar, que se conocería como el Mausoleo al General Enríquez.
Entre los personajes que ahí descansan o descansaron,
destacan los restos de Enrique C. Rébsamen, piedra angular en la historia de la
educación; Antonio María de Rivera, el ex gobernador Antonio Pérez Rivera, los
Mártires del 28 de Agosto, la familia Sayago, Mariana, Antonio y Bernardo; y
Justo Fernández, abuelo y padre, cuya tumba tiene la particularidad de ser una
réplica de donde descansa el General Maximino Ávila Camacho, suegro de don
Justo Fernández, en Teziutlán.
Además de todas estas tumbas, el cementerio conserva una
sección de columbarios, paredes donde también se sepultaban personas como una
forma de hacer sepelios de primera, segunda y tercera clase; es parte de la
arquitectura que hoy día vale la pena recuperar, “pues muchos de los elementos
arquitectónicos originales han desaparecido víctimas del tiempo y de
incontables actos vandálicos a lo largo de los años”, concluyó el Cronista de
la Ciudad.