Especial

APÓSTOLES Y APOSTOLADOS…

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Para complacer los caprichos del celular, discurren esas cortinillas llamadas “memes”, que tras de asaltar el cerebro con tanto dato inútil, nos quita toda la intención de pensar y trabajar, desagraviando, cuando arranca la sonrisa que muchas veces se convierte en carcajada. Esto viene al caso, porque el pasado día quince, hasta los maestros albañiles por ahí desfilaron. En consecuencia, brotan agradables y relevantes recuerdos de elocuentes maestros que en las aulas se batieron, dejando hondos cincelados en la vida de sus alumnos. El orden en que los menciono no es cronológico, aparecen así en este desbarajustado cajón, y de esta manera, lo que recuerdo:

 

De Ely Núñez y Valdés, su figura esbelta, su cabellera rubia y por supuesto su inseparable bastón, el cual era muy usado para calmar los ímpetus de muchos párvulos inquietos. Gustaba de enseñar cómo dirigir palabras en público, cosa que por supuesto solo algunos aprendieron.

 

De la profesora María Guadalupe Rojas Rosas, su rostro moreno en contraste con sus labios carmesí y sus premios con dulces de las monjas que llevaba en una pequeña canasta de mimbre, disimulados con papel china; maestra de tiempo completo, y excelente para poner los bailables del día de la madre. Segundo año de primaria, uso del primer libro de texto gratuito.

 

De la profesora Esther Nelly Castellanos, —la señorita Nelly—, fue la primera maestra en mi vida; recuerdo  las visitas de su novio y el levantarse del pupitre pregonando la reverencia; el coro y bailable de las cinco vocales, acompañados por el piano de la señorita Carmita.

 

Del profesor Conrado Arenas Peredo, su tranquilidad para enseñar aritmética y geometría, así como el fácil manejo de escuadras y compás en el pizarrón; Un jalón de oreja el infortunado día que nos liamos a golpes con otros compañeros. Escuela Benito Juárez, sexto grado.

 

Del profesor Antonio Hernández Malpica, “profe Toño”, su buen humor, la fluidez para contar historietas, el gusto por la literatura. Director de la Benito Juárez.

 

Del Profesor Antonio Jácome Barrera, que le encantaba el beisbol y la organización de los campeonatos inter escolares, suspendiendo las clases para ir a jugar a la Enríquez.

 

De la profesora Ana María García Zenil, excelente apóstol. La mayor capacidad, generosidad, amor en sus enseñanzas, destacada ortografía, comprensión de la lectura, el gusto por la historia de México. Cuarto grado. Conservo el libro de poesías que me regaló titulado Jimbaña, cuyo autor José Luis Melgarejo Vivanco, la enamoraba. Dios la tenga en su Gloria.

 

Del profesor Claudio Darío Rodríguez Mora, las excursiones al campo, el gusto por la música de las grandes orquestas y su tocadiscos portátil para escuchar a Gleen Miller a Ray Antony y a Les Brown. Nos hablaba de Doris Day. Tercer grado en la primaria Aquiles Serdán. Nunca nos visitó algún supervisor escolar.

 

Amigos, deambulemos por el pasado, añoremos con ojos cerrados, evoquemos a los personajes que dieron toda su vida al magisterio, guiando los pasos de miles de alumnos, abriendo la brecha del conocimiento para formar buenos hijos y buenos mexicanos. Alguien dijo: “Uno recuerda con APRECIO a sus maestros brillantes, pero con GRATITUD a aquellos que tocaron nuestros sentimientos”.

 

¡Ánimo ingao…!

 

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz

 

Versión audio en la voz del Jarochito:}

 

jcondiaz@yahoo.com.mx

 

 

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