Cinergia

ASTRA (2019, JAMES GRAY)

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Por Manuel Duran

El viaje a las estrellas y el futuro que nos espera es algo que siempre ha fascinado al ser humano, al punto de ser extremadamente estudiado, pero más que eso, idealizado.

Ad Astra, protagonizada por Brad Pitt, nos cuenta una historia de un viaje sin retorno. Si lo miramos desde unos ojos románticos e idealistas, puede sonar muy poético el hecho de titularse “Ad Astra: Hacia las estrellas” y ser un film que habla de irse y no regresar, idealizando a las estrellas como un paraíso del que nadie quisiera retornar; pero si lo vemos objetivamente, toda nuestra vida es un viaje sin retorno, vivimos una serie de decisiones que no podemos deshacer y emprendemos pasos que dejan huellas que no podemos volver a pisar.

La película cuenta la historia del astronauta Roy McBride, quien es joven pero muy habilidoso en lo que hace, cuenta con lo necesario para cualquier misión siempre manteniendo la cabeza fría; hasta que le piden ser partícipe de una misión por encontrar los restos del proyecto de investigación espacial en el que su padre desapareció muchos años atrás dándosele por muerto. Con la esperanza de encontrar vivo a su padre y poder tener contacto con él, Roy entra a la misión que lo adentrará, al igual que a su padre, en un viaje sin retorno.

Esta película tiene tantos tonos por explorar que es imposible no pasar por alto alguno; puede ser una obra contemplativa como puede tener momentos terroríficos, como puede ser una película de aventura por el espacio, pero no se puede negar que es una película que cuenta con una característica esencial de la ciencia ficción y es que no olvida a la humanidad, no importa qué tanto haya avanzado el mundo, su tecnología y sus estudios; mientras existan los humanos existirá el conflicto creado por nuestra naturaleza que es inevitable y que nos vuelve unos contra otros, incluso en contra de nosotros mismos.

A lo largo de su misión Roy McBride cae en cuenta de que su padre entró a un viaje sin retorno desde hace muchísimo tiempo, olvidándolo a él, a su familia y al planeta entero, y así es como se da cuenta que aceptando esta misión se está convirtiendo en su padre.

El viaje a las estrellas de Roy McBride puede ser entendido como el viaje sin regreso hacia convertirse en lo inevitable, en la persona que lo abandonó y que lo lastimó tanto. La película cumple muy bien su función humanística al convertirse en espejo con la audiencia y hacernos darnos cuenta del viaje que todxs estamos emprendiendo, concientizarnos de lo inconsciente que pueden ser nuestras decisiones y nuestros pasos hacia un destino que pareciera prefabricado para cada uno, del cual no se puede escapar y el cual siendo alcanzado no nos deja regresar.

El final de la película contesta la pregunta que la audiencia se plantea desde que inicia el viaje: ¿Tendrá retorno este viaje? Al final vemos que aunque no podemos volver a pisar las huellas ya marcadas, el retorno no es tan inalcanzable.

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