Autocracia plebiscitaria
Rúbrica
Autocracia plebiscitaria
Por Aurelio Contreras Moreno
Si bien lo ideal sería ni siquiera referirse a
la indignante simulación de la consulta para dizque “enjuiciar a los ex
presidentes de México” que se pretende llevar a cabo el 1 de agosto, el tamaño
del fraude que está por cometerse contra los mexicanos (y sus recursos
presupuestales, de paso) obliga a plantearse una serie de reflexiones.
La farsa de esta “consulta” fue vergonzosamente
avalada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación el año pasado –ahí mismo
donde inconstitucionalmente pretenden mantener dos años extra al títere que
actualmente la preside-. Pero resultaba tan atroz el hecho de hacer depender la
aplicación de la ley de los designios de la turba manipulada desde las “mañaneras”,
que los ministros acabaron “lavándose las manos”, autorizando una pregunta que,
esencialmente, no pregunta nada.
Los propagandistas y texto servidores de la mal
llamada “cuarta transformación” promueven en redes sociales que lo que se
preguntará es “¿quieres que se investigue y se juzgue a los ex presidentes? Si
o no”.
Pero lo que en realidad dirá la papeleta con la
que se encontrarán quienes por inocencia o conveniencia –o ambas- acudan a
votar ese día será: “¿Estás de
acuerdo o no, en que lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco
constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las
decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos,
encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”
Reiteradamente
se ha señalado que es tal la ambigüedad de la pregunta que se le podría aplicar
a cualquiera que haya ejercido algún cargo público de 2020 para atrás. Incluido
el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, quien tendría mucho qué
aclarar sobre los turbios manejos de la administración que encabezó como jefe
de Gobierno de la Ciudad de México hace dos décadas. Ni qué decir de su amigo Manuel
Bartlett y otros que lo rodean y cuyo pasado incluye fraudes, asesinatos,
despojos, saqueos y lindezas por el estilo.
Pero aún si la
pregunta tuviese algún sentido, es prácticamente imposible hacer obligatorios sus
resultados. Para que eso ocurriese, tendrían que salir a votar cerca de 40
millones de ciudadanos el próximo 1 de agosto, pues la Ley Federal de Consulta
Popular establece que debe registrarse una participación de 40 por ciento del
padrón electoral para que sus efectos sean legalmente vinculatorios para las
autoridades competentes.
Para darse una
idea, el pasado 6 de junio se registraron 48 millones 874 mil 40 sufragios en
la elección federal, lo que equivale a 52.6 por ciento del padrón de electores,
de acuerdo con los cómputos finales del Instituto Nacional Electoral.
Es pues
totalmente deshonesto siquiera sugerir que exista alguna posibilidad de que la
participación ciudadana en la pretendida consulta vaya acercarse ni un poco a
lo que mandata la ley para que alguna autoridad tuviese obligatoriamente que ordenar
investigar a actores políticos del pasado.
Y es que no hay
campañas, no hay un mensaje claro, no hay candidatos. No hay nada, más que una
pantomima plebiscitaria que, por otro lado, entraña riesgos de otra clase.
Quizás más preocupantes aún que el timo de 500 millones de pesos que
representará el capricho presidencial.
Más allá de buscar
mantener los reflectores y la agenda de la opinión pública alejados de los
verdaderos problemas del país –la violencia imparable, la inflación galopante,
el desmantelamiento de las instituciones, la corrupción gubernamental actual, los
pactos con el crimen organizado, el desabasto de medicamentos, entre un largo
etcétera-, bajo el disfraz de la “democracia participativa –que no es tal, pues
de antemano se sabe el resultado- se esconde la ruta para “legitimar” la
instauración de la autocracia definitiva.
En el siglo XIX,
a golpe de referéndums Luis Bonaparte transformó la Segunda República Francesa
en el III Imperio, proclamándose emperador por “voto popular” e inaugurando el
“bonapartismo” como forma de justificar decisiones autoritarias con el velo de
la “voluntad del pueblo”.
De igual manera,
ya en el siglo XX, la Alemania nazi –a la que le ha dado por referirse
últimamente al presidente de México- convocó a un plebiscito para “preguntar”
al pueblo austriaco –cuyo país acababan de invadir- si “¿está de acuerdo con la
reunificación de Austria con el imperio alemán, promulgada el 13 de marzo de
1938? ¿Vota usted por el partido de nuestro líder, Adolf Hitler? Sí No”. El
resultado fue de 99.70 por ciento por el “Sí”. Claro, con los fusiles nazis apuntando.
Con la militarización de México agigantándose y
un régimen que cada vez se muestra más intolerante y agresivo con la pluralidad
y la crítica –y que con base en una consulta ilegal ya tomó una decisión demencial,
la cancelación de un aeropuerto-, ¿qué cree usted que se les pudiera ocurrir
“consultar” hacia el final del sexenio?