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AUTOIMAGEN EN LA ADOLESCENCIA

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AUTOIMAGEN EN LA ADOLESCENCIA

Por Salvador Farfán Infante

 

En el plano social el inicio de la adolescencia coincide con la transición de la escuela primaria a la secundaria, lo que representa nuevos desafíos y exige un mayor esfuerzo de adaptación. Estos cambios, particularmente los que se producen entre los 12 y 13 años, pueden interferir con la imagen que se tenga de uno mismo.

 

Clase social: Existe una cierta vinculación entre la evolución y el manejo de la imagen personal entre los 16 y 19 años. Algunos investigadores afirman que a una edad menor, la clase social tiene escasa importancia en la conformación de la autoestima. En los adolescentes, la clase social tiene más importancia para la imagen de sí mismo, en tanto que, cada vez y con mayor frecuencia, se asocia con una clase de poder adquisitivo mayor.

 

Es importante mencionar que en este aspecto también participa la familia, tanto a favor como en contra, pues en esta etapa de desarrollo aún desempeña un papel importante en el apoyo emocional del adolescente.

 

Contradicciones. En las últimas décadas se han diversificado los conceptos relativos a las características corporales en hombres y mujeres. Si se observa con detenimiento, la mayoría de las revistas para mujeres muestra imágenes y artículos bastante exigentes a los que tienen que adaptarse gran parte de ellas; estos modelos, por otro lado, son poco realistas, contradictorios y paradójicos, pues insisten constantemente en los siguientes aspectos:

 

·         Las mujeres deben poner atención a su apariencia, que incluye: el cabello, el rostro, la silueta corporal y particularmente, el peso.

 

·         Al mismo tiempo deben saber cocinar una gran variedad de alimentos para ellas y sus familiares.

 

Dichos artículos insisten de manera constante en que es posible modificar la apariencia personal con el fin de adecuarse a los estereotipos culturales de belleza, utilizando cremas reductoras, una gran cantidad de cosméticos y cuidando la ingesta de alimentos. Esta última recomendación se vincula con problemas de salud que se incrementan de manera paulatina en nuestro país: la anorexia y la bulimia.

 

En lo que se refiere a los varones no existe tanta exigencia en cuanto a su apariencia personal; la autoestima en estos casos radica en la inteligencia, la competencia (habilidad) en el trabajo, los deportes y el poder adquisitivo. En todos los adolescentes, hombres o mujeres, en edad más temprana o tardía, se afirma que hay una asociación positiva entre la autoestima y el nivel de apoyo emocional

que proporciona la familia.

 

Los recursos psicológicos internos (imagen de sí mismo) y externos (apoyo emocional) durante la adolescencia, pueden tener repercusiones muy importantes

en la autoevaluación o autopercepción de cada individuo y, al mismo tiempo, relacionarse con el estado de salud en etapas posteriores de la vida.

 

Inactividad y obesidad.

 

Es frecuente que exista, una estrecha relación entre una buena imagen de sí mismo y la actividad física. Las personas que tienen una imagen positiva de sí mismas, tienden a cuidar su apariencia física y a evitar comportamientos de riesgo que la alteren. Esta situación puede explicar la relación tan importante que se da al final de la adolescencia y al inicio de la edad adulta, en la que un buen número de jóvenes se muestran atentos a cuidar su apariencia, conjuntamente con una alimentación adecuada y ejercicio, para evitar un fenómeno creciente en diversas culturas: la obesidad.

 

Algunos estudios han mostrado que los jóvenes con baja autoestima en la adultez temprana, tienden a manifestar signos de obesidad alrededor de 6 u 8 años más tarde. En el caso de las mujeres, una deficiente autoevaluación de ellas mismas en la adolescencia puede conducir posteriormente a estados depresivos, problemas diversos de salud y a la obesidad.

 

En los varones, una autoestima deficiente en la adolescencia está asociada a la inactividad y a la obesidad y, en ambos casos, los efectos a futuro se vinculan con enfermedades de tipo crónico como problemas vasculares, hipertensión arterial, colesterol elevado, etcétera.