AYOTZINAPA: ¿QUÉ SIGUE?
AYOTZINAPA: ¿QUÉ SIGUE?
Pedro Peñaloza
“Los pastores serán brutales mientras las
ovejas sean estúpidas”.
Fray
Luis de León
Primer acto. Sin información sustancialmente distinta a la llamada “verdad histórica” del
caso Ayotzinapa, el gobierno de López Obrador decidió que había llegado la hora
de dar un golpe mediático, para lo cual, la formalmente independiente FGR,
ejecutó una orden de aprehensión contra el ex procurador Jesús Murillo Karam.
Segundo acto. De nueva cuenta, la maquinaria del aparato punitivo, mediante el dictado de un
juez, mantuvo en el reclusorio norte, bajo la figura de “prisión preventiva
justificada”, al exprocurador. Es decir, sigue castigándose antes de la
sentencia. Lo cual, por cierto, hoy defiende AMLO, ante la discusión inminente
en la SCJN y que dibuja el talante autoritario del tabasqueño.
Tercer acto. El vocero de la “nueva versión histórica”, el maleable Alejandro Encinas, en la
lectura del informe de marras, enfatizó que la decisión de acabar con la vida
de los normalistas se había tomado “al más alto nivel del gobierno federal”. ¿Y
quiénes son los funcionarios del “más alto nivel” que encubrieron la matanza de
los muchachos?
Cuarto acto. En el informe de la llamada Comisión de la Verdad, no queda claro cuál fue el
interés del gobierno para enredarse en estas desapariciones e inventar pruebas
y torturas. ¿Acaso los muchachos que viajaban a un evento político resultaron
ser peligrosos para la estabilidad del país? Si se acepta la versión del
involucramiento de grupos delictivos locales, ¿cómo se conecta al gobierno
federal con ellos, si se supone que las autoridades municipales, que ya están
presas, eran el centro de las complicidades?
Quinto acto. Supongamos que el gobierno federal estuvo involucrado en el asesinato
colectivo. En esta hipótesis, emerge la consigna de que: ¡Fue un crimen de
Estado! ¿En serio? Existe una amplia literatura acerca del tema, sin embargo,
no hay espacio para profundizar, pero sí para una puntualización básica: desde
Marx y Engels, por lo menos, una cosa es el Estado y otra el gobierno. ¿Los
“altos niveles del gobierno”, de acuerdo al nuevo informe, sólo llegan al del
anterior procurador? Siguiendo con la lógica oficial, algunas preguntas
pertinentes: ¿Peña no estaba enterado de lo que hacía Murillo?, ¿el secretario
de gobernación, Osorio Chong, no estaba al tanto de los acontecimientos?, ¿el
secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, estuvo al margen de lo
sucedido? ¿Hay pacto?
Epílogo. Está claro, que, la detención de Murillo y las 83 órdenes de aprehensión contra
un general, cuadros medios y bajos del ejército y policías, es un acto
efectista, desaseado y vengativo. Una más de un gobierno autoritario. ¿Quién
sigue?
pedropenaloza@yahoo.com/ Twitter:@pedro_penalo