BÁRBARO DEL RITMO
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Casi dan las seis de la tarde, la muchedumbre sigue llegando a la calle de Carlos III; las aledañas Espada y Hospital, están invadidas. A lo lejos, se divisa la cúpula del Capitolio Nacional. El centro de la ciudad y puerto de la Habana Cuba, está convertido en una insania. Hace escasos 20 meses, exiliados cubanos apoyados por los yanquis invaden Playa Girón en la bahía de Cochinos. Buscan derrocar el nuevo régimen. Rotundo fracaso. Tiene 50 días de que el mandato de Fidel recibe del gobierno de los Estados Unidos, 53 millones de dólares en víveres, a cambio de más de mil cien invasores derrotados y capturados en la lucha. El día de hoy, nadie de los aquí reunidos platica, ni quiere platicar, de los combates. Ya es historia. Hombres de ébano con sombreros de paja, mujeres con rostros de incertidumbre, esperan ansiosos alguna buena noticia. Aquí mismo, dentro del Hospital de Emergencias el “Freyre de Andrade” el movimiento de médicos y enfermeras no ha parado desde medio día, siguen atendiendo al paciente Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, el famosísimo cantor BENNY MORÉ, que agoniza por la cirrosis hepática diagnosticada.
Los fanáticos de la rumba están pendientes del estado de salud del cantante y aprovechan la ocasión para departir algunos pasajes de su vida. Alguien dice que es de cuna muy humilde, que es el mayor de 18 hermanos hijos de doña Virginia Moré y de un tal Silvestre Gutiérrez, que no tiene nada de silvestre. Nadie ríe. Se comenta que, en el 19, Cienfuegos lo vio nacer; otro menciona del pequeño Benny que, la música venía con él; las aulas jamás fueron lo suyo.
El parloteo no se detiene y recuerdan que, adolescente a los 16, canta en Camagüey con su primo y un amigo le enseña los acordes de la guitarra. A los 21, en la Habana, le entra duro al trago y no para de deambular por los bares de mala nota, hasta encontrar a “la suerte” y ésta de inmediato le abre las puertas para cantar en la radio y de ahí p’al real no se detiene. Agarra vuelo para irse a México con la orquesta del caraefoca Pérez Prado, graba para la RCA Víctor, y le entra a la farándula del cine. Ahí, Bartolomé, adopta el nombre artístico de Benny Moré. Los presentes persisten con sus comentarios. Alguien dice que Benny a los treinta y siete, el mundo se posa en sus pies: viajes, amigos, presentaciones, grabaciones, películas, dinero y harto amor por los cuatro costados. No se cree que, en seis años, ahora a los 43 esté en congoja.
La algarabía continúa; la madrugada huye despavorida y da paso al día. Las nueve quince de la mañana de este 19 de febrero de 1963, el vocero del hospital se asoma y revela que El Sonero Mayor de Cuba, el gran Benny Moré, murió. Un grito anónimo pregunta: “CÓMO FUE”. Del interior, alguien contesta: chico,“NO SÉ DECIRTE CÓMO FUE” de inmediato el silencio se apodera de la escena.
Amigos: Los virtuosos no se alejan. Beny Moré, vida breve, 43 años son suficientes para profundizar su huella… nadie la borra.
¡Ánimo ingao…!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz