BIOCARBÓN, ALTERNATIVA PARA EL MANEJO SOSTENIBLE DEL SUELO
BIOCARBÓN, ALTERNATIVA PARA EL MANEJO SOSTENIBLE DEL SUELO
· Ayuda a su restauración, incrementa su
salud y aumenta la capacidad de retener humedad: personas expertas de la
academia, iniciativa privada y gobierno
Blanca Prado Pano, Luisa Marín de Block, Christina Siebe Grabach, Daniel
Camarena Elizondo y Verónica Bunge Vivier abordaron las problemáticas de las
superficies de nuestro país
El biocarbón o biochar -carbón vegetal que se
obtiene de residuos de biomasa- mejora las propiedades del suelo, por lo que es
una alternativa para el manejo sostenible de este recurso fundamental para la
vida, que está altamente erosionado y sobreexplotado en numerosas regiones del
mundo.
Para analizarlo, personas expertas de la academia, la
iniciativa privada y el gobierno se reunieron en la UNAM en un esfuerzo
conjunto del Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo
(PUEIS) de esta casa de estudios y la Iniciativa Internacional del Biochar
(IBI, por las siglas en inglés de International Biochar Initiative).
Uno de los objetivos del
PUEIS es abordar las problemáticas de las superficies de nuestro país; por ello
nos ocupamos de su recarbonización, señaló la coordinadora del Programa, Blanca
Prado Pano.
El nombre biocarbono es
una adaptación castellanizada del término inglés biochar (proveniente de “bio”
y “charcoal”) y se refiere al carbón vegetal cuando se emplea como enmienda
para el suelo. Es biomasa de origen vegetal procesada por quema o pirólisis.
“Tiene unas propiedades
especiales que le confieren la retención de carbón orgánico y una porosidad
grande, tanto que 22 gramos de biocarbón extendidos en su superficie equivalen
a dos campos de fútbol”, explicó Luisa Marín de Block, representante de IBI.
Esa porosidad le permite
crear vida microbiana, la cual cuando se agrega mejora la calidad y las
condiciones de los terrenos degradados, contribuye a la recuperación, a evitar
la separación de las partes solubles de nutrientes e incrementa su capacidad de
retención del agua, detalló.
Además, mantiene el carbón
que remueve el dióxido de carbono de la atmósfera y lo concentra para crear
esta recarbonización.
Christina Siebe Grabach,
investigadora del Instituto de Geología de la UNAM, precisó que estas
propiedades coadyuvan a que se mejore la capacidad de retención de humedad,
haya más superficies en las que puedan ocurrir la absorción (adhesión) y la
desorción de nutrientes (cuando estos se liberan de una superficie), así como
que exista mayor número de nichos en los que proliferen organismos benéficos
para las plantas.
Todo en su conjunto
favorece la fertilidad cuando es adecuada la confección del biocarbón con las
necesidades de las plantas. Coopera para que haya más disponibilidad de
nutrientes, y en nuestro país nos interesa mejorar la capacidad de retención de
humedad -tenemos una época seca bien definida- porque en diversos lugares es la
limitante principal para el desarrollo de biomasa.
Es una oportunidad, pues
gran cantidad de las tierras en México ha perdido su materia orgánica por la
labranza continua y la sobreextracción de rendimiento sin recuperar los
nutrientes. Esto ha ocasionado que no tengan el contenido de carbono que
podrían poseer si hubieran mantenido su cobertura vegetal natural.
Ese déficit, abundó,
también se pretende suplir con aplicación de enmiendas orgánicas en general, en
donde el biocarbono ofrece una posibilidad de agregar materia orgánica estable
que no se va a degradar rápidamente.
Se trata de una
estructura, son pequeñas partículas que a su vez tienen una porosidad interna
que contiene estas propiedades. Empieza a actuar inmediatamente al mezclarlo en
trozos grandes. Se puede moler bastante fino e incorporarlo y combinarlo, o en
pedazos de mayor tamaño, eso depende de las características de los suelos: en
los demasiado arcillosos convendría aplicarlo en partículas más grandes; y en
el caso de arenosos, en finos, explicó.
Para Siebe Grabach es
hacer trajes a la medida en función de las propiedades del lugar, de las
limitantes que determinan el rendimiento de un cultivo, las necesidades de este
y las condiciones ambientales.
Daniel Camarena Elizondo,
director general de la empresa G2E (Green to Energy), comentó que el uso del
biocarbono se investiga como una forma de secuestrar carbono para reducir las
emisiones de dióxido de carbono.
Hay dos formas básicas de
producirlo: la pirólisis en seco, que consiste en quemar el carbón limitando la
cantidad de oxígeno y evitando así la combustión; y por medio de un proceso
nuevo llamado pirólisis en húmedo, que es sumergido en agua, indicó.
La primera se usa para
biomasa que está seca, y es el método más difundido a nivel internacional;
mientras que la segunda la utilizan para residuos orgánicos domiciliarios o
mercado, la fracción orgánica de residuos sólidos urbanos.
En tanto, Verónica Bunge
Vivier, directora de Atención al Cambio Climático en Zonas Prioritarias de la
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, dijo que, de acuerdo con el censo
agropecuario del INEGI en 2022 aproximadamente 30 por ciento de las unidades de
producción manifestaban un problema de fertilidad en sus suelos y este
incremento en la percepción ha evolucionado a lo largo de los años.
Si a esto le añadimos que
aproximadamente la mitad de los terrenos agropecuarios tienen algún nivel de
degradación, hablamos de que anualmente de 20 millones a 24 millones de
hectáreas presentan esta característica, reconoció.
El tema del biocarbono,
opinó, llama la atención, aunque faltan estudios para pasarlo a una política
pública. Es interesante su multifuncionalidad, ya que puede beneficiar la
restauración, incrementar la salud de los suelos y aumentar la capacidad de
retener humedad.
Fuente UNAM