Cinergia

BLACK MIRROR, TEMPORADA 5

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Por: Pablo Contreras Sánchez 

 

Después de experimentar con una narrativa ‘elige tu propia aventura’ el pasado diciembre con ‘Bandersnatch’, ‘Black Mirror’ vuelve a su formato tradicional con su quinta y más reciente temporada, la cual consta de tres episodios, escritos todos por el creador de la serie Charlie Brooker. Para cualquiera que no esté familiarizado con ‘Black Mirror’, se trata de una antología televisiva que explora la línea cada vez más borrosa entre la humanidad y la tecnología, a través de historias independientes que, recientemente, han demostrado estar conectadas en una especie de universo compartido, el cual actúa como un reflejo oscuro del nuestro.

 

El programa empezó como una producción original de Channel 4 para el Reino Unido, hasta su cancelación después de dos temporadas y un especial navideño, para posteriormente, ser rescatado por Netflix, quien ha estado a cargo de su producción y distribución desde entonces. Su quinta temporada llega casi al mismo tiempo que el reinicio de ‘The Twilight Zone’, la serie clásica de donde tomó mucha inspiración, e intentará mantenerse a la vanguardia en un mundo que ha cumplido con algunas de sus predicciones más oscuras.

 

A continuación, voy a profundizar en los tres episodios de manera individual, pero no sin antes aclarar que, para hacerlo, tendré que discutirlos a detalle, por lo que a partir de este punto…

 

ADVERTENCIA: ESTA RESEÑA CONTIENE SPOILERS

 

 

‘STRIKING VIPERS’:

 

La temporada arranca con la historia de dos amigos de la universidad, Danny, interpretado por Anthony Mackie (Falcon en el Universo Cinematográfico de Marvel) y Karl, interpretado por Yayha Abdul-Mateen II (Black Manta en ‘Aquaman’), quienes intentan re-conectar a sus treinta y tantos años a través de la última versión de ‘Striking Vipers’, un videojuego de peleas que solían disfrutar cuando aún eran compañeros de cuarto. Al hacerlo, ambos descubren sentimientos románticos que tenían guardados por el otro, y encuentran en el mundo de realidad virtual ofrecido por el videojuego la oportunidad perfecta para explorarlos, aparentemente, libre de consecuencias en el mundo real.

 

La química entre Anthony Mackie y Yayha Abdul-Mateen II es realmente buena, ambos con personalidades carismáticas que no te hacen dudar, ni por un segundo, del vínculo tan especial que los une. Nikki Beharie inspira gran empatía como Theo, la esposa de Danny, quien lucha por entender por qué su marido actúa cada vez más distante con ella, y continuando con el patrón de intérpretes salidos de películas de superhéroes, Pom Klementieff (Mantis en ‘Guardianes de la Galaxia Vol. 2’, ‘Infinity War’ y ‘Endgame’) aparece como Roxette, la peleadora favorita de Karl que se ve envuelta en un tórrido romance con Lance (Ludi Lin), el personaje de Danny. Que a propósito, el episodio es un deleite visual constante, especialmente durante las secuencias que se llevan a cabo en el mundo virtual de ‘Striking Vipers’.

 

‘Striking Vipers’ aborda temáticas de identidad y sexualidad, además de los desafíos que  plantean la tecnología y el internet a las relaciones románticas en tiempos modernos (En línea con los episodios ‘Hang the DJ’ y ‘San Junipero’), particularmente, la existencia de ‘áreas grises’ en lo que respecta a fidelidad y compromiso; lo anterior con una aparente falta de sutileza que se ha hecho bastante habitual desde que la serie migró a Netflix. Asimismo, con su conflicto central, el episodio evidencia la híper-masculinidad y homofobia internalizada de sus protagonistas, las cuales tendrán que dejar atrás si es que realmente quieren ser fieles a sí mismos y alcanzar la felicidad.

 

Pero esto es ‘Black Mirror’, y aquí, incluso los finales felices tienen una cierta sensación agridulce en ellos, por lo que no es sorpresa que los últimos minutos de ‘Striking Vipers’ me hayan provocado sentimientos encontrados. Sin embargo, también me dieron la idea de que Charlie Brooker no pudo terminar de decidirse entre la habitual conclusión sombría e injusta, o una más optimista para este episodio, cualquiera de las cuales habrían sido más efectivas que el final estrictamente intermedio que obtuvimos, el cual deja con ganas de más. Haya sido, o no, esa la intención de Brooker, depende de ti decidirlo.

 

CALIFICACIÓN DEL EPISODIO: 3.5/5 estrellas.

 

‘SMITHEREENS’:

 

En ‘Smithereens’, Andrew Scott (Moriarty en ‘Sherlock’) encarna a Chris, un inestable taxista con un desprecio profundo hacia Smithereen, una red social similar a Twitter, gracias a la adicción que genera en sus usuarios. Chris secuestra a Jaden (Damson Idris), becario de dicha empresa, demandando contacto inmediato con su jefe, Billy Bauer (El siempre genial Topher Grace). Mientras tanto, la policía, en conjunto con otros miembros de Smithereen, intentan averiguar quién es Chris y cuáles son sus motivos, descubriendo un fatal accidente en su pasado que acabó ligándolo a la compañía y cambiando su vida para siempre.

 

‘Smithereens’ retoma un poco del discurso de ‘Caída en picada’ (Primer episodio de la tercera temporada), sobre el deterioro de la salud mental en tiempos donde las redes sociales han vuelto completamente dependientes a sus usuarios, además de advertir sobre las consecuencias de lidiar con el duelo y la culpa de maneras no saludables, a través de Chris, quien recurre a la violencia para conseguir la oportunidad de ventilarse con Billy Bauer, el creador de la aplicación que lo distrajo y ocasionó el accidente donde su novia perdió la vida.

 

Pero el guion no está exento de momentos donde las acciones de los personajes resultan cuestionables, no por las implicaciones morales detrás de las mismas, sino porque actúan como trabas para que el conflicto sea resuelto mucho más rápido en un hipotético escenario real (En pocas palabras, esos pequeños y molestos detalles que al espectador quisquilloso le encanta señalar), como por ejemplo: ¿acaso nunca pensó el francotirador en cambiar él su posición para tener un tiro limpio sobre Chris, o no se le ocurrió a la policía tener a otros cubriéndolo desde diversos ángulos? ¿O no pensó Jaden en tirarse al piso en cuanto escuchó a Chris hablar sobre el francotirador, regalándole el dichoso tiro limpio necesario para eliminar a su captor? Pero en fin; también tenemos alrededor de cinco minutos cerca de la mitad dedicados a explicar el pasado de Chris, cortando el ritmo casi perfecto con el que arrancó el episodio, y dándole a los aspirantes a guionistas ideas de cómo no aplicar la famosa regla ‘muestra, no digas’.

 

También, debo mencionar que un par de errores de continuidad consiguieron distraerme, y eso que yo soy terrible para detectar ese tipo de cosas (Si no me creen, pueden preguntarle a cualquiera que haya trabajado conmigo en un cortometraje). No obstante, la dirección es el aspecto más destacado de ‘Smithereens’; el director tuvo éxito balanceando múltiples tonos, los cuales evitaron que el episodio llegara a sentirse estancado, así como dirigiendo a sus actores, particularmente Andrew Scott, quien logra adentrarse en las múltiples facetas de su personaje con buenos resultados, y ejecutando su excelente final abstracto. El resultado es una historia llena de suspenso y drama con tintes esporádicos de humor negro, que por instantes remitirá al espectador a las glorias de las primeras dos temporadas de la serie.

 

CALIFICACIÓN DEL EPISODIO: 3.5/5 estrellas.

 

‘RACHEL, JACK Y ASHLEY TOO’:

 

Rachel es una joven introvertida y solitaria, quien desde el fallecimiento de su madre no tiene a personas en su vida aparte de Jack, su hermana con quien realmente no se lleva bien, y Kevin, su padre olvidadizo. Rachel idolatra a Ashley O, una colorida estrella pop interpretada por Miley Cyrus, cuya identidad gira en torno a difundir mensajes de amor propio y positividad, pero en realidad, su vida fuera de los reflectores es monótona y gris gracias a su manager y tía, quien además de manipularla, le prohíbe expresarse libremente a través de sus canciones, por miedo a que ‘arruine’ su imagen prístina. Un día, Ashley O anuncia el lanzamiento de Ashley Too, una muñeca inteligente que contiene una réplica de su conciencia a modo de inteligencia artificial, y la cual, el padre de Rachel le regala en su cumpleaños para que sea su nueva mejor amiga.

 

Okay, ¿por dónde empezar? Tan pronto terminó el episodio y abrí la aplicación de notas en mi teléfono para repasar lo que había escrito, me di cuenta de que eran muchas más de lo que pensaba, y con cada nuevo punto me leía cada vez más frustrado y confundido. Las primeras, relativamente positivas, hablan de los discursos y premisas dramáticas que alcancé a rescatar; desde señalar cómo la industria del entretenimiento dopa a sus estrellas con tal de mantenerlas de pie, ignorando por completo su salud mental, los obvios paralelos entre Ashley O y Hannah Montana a través de un meta-comentario sobre la carrera de Miley Cyrus, hasta la idea de que las estrellas pop son cada vez más superfluas en un mundo dominado por la tecnología. En realidad, son varios los conceptos que presenta el guion, todos interesantes y de gran potencial, pero por desgracia, no se compromete a fondo ninguno de ellos. Este, en cambio, resulta predecible, lleno de clichés y carente de cualquier tipo de sustancia o sutileza.

 

’Rachel, Jack y Ashley Too’ empieza relativamente bien, pero pasa, gradualmente, de lo absurdo a lo inverosímil (Digan lo que quieran de ‘Bandersnatch’ pero al menos ese episodio estaba cien por ciento consciente de sí mismo), dando la impresión de que Charlie Brooker se quedó sin ideas concretas a mitad del proceso de escribir el guion. Además de ‘desordenado’, otro adjetivo que define a la perfección este episodio es… incómodo. Los intentos de comedia son bastante obvios y malos, gracias a una dirección de actores rígida e insípida, la cual, puede argumentarse, es completamente intencional, pero eso no borra el hecho de que, como espectador, resulte hasta doloroso ver algunas de estas actuaciones. Quizá la única excepción es Miley Cyrus como la voz de Ashley Too, pero incluso su potencial cómico se ve eclipsado por el mal guion, y en lo que respecta a su presencia física como Ashley O, bueno… mejor ni hablar; si la falta de sutileza de los dos episodios anteriores te molestó, este simplemente te volará la cabeza.

 

En cuanto a aspectos positivos, el episodio es visualmente competente. Los valores de producción y efectos visuales, como es de esperar con ‘Black Mirror’, son bastante altos. La estética general del episodio recuerda por momentos a un video musical, y por otros, a una producción original de Disney Channel, lo cual, considerando quién es la protagonista, podemos intuir que fue intencional. De hecho, algunos de estos elementos hacen posible disfrutar del episodio, así sea únicamente de manera irónica.

 

Pero como fan de la serie, no sé qué pensar. Debe haber una razón por la que, en una temporada de tan sólo tres episodios, ‘Rachel, Jack y Ashley Too’ no solamente ocupa un tercio de ella, sino que también es el encargado de cerrarla. Si lo que quieres es ver un buen drama juvenil sobre una adolescente introvertida, busca ‘La vida de Kayla’; si lo que buscas es un comentario sobre la industria de la música y sus efectos en la vida de sus artistas, pon cualquiera de las tres versiones de ‘Nace una estrella’, y si eres fan de Miley Cyrus, bastará con cualquier episodio de ‘Hannah Montana’. Al final, doy crédito a este episodio por haberse arriesgado e intentado algo diferente, pero a menos que estés bajo el efecto de uno de esos alucinógenos de los que habla el médico de Ashley, dudo mucho que puedas ver más allá de las inconsistencias en su guion.

 

CALIFACIÓN DEL EPISODIO: 1.5/5 estrellas.

 

 

VEREDICTO:

 

Son varios los factores que contribuyen a la noción de que ‘Black Mirror’ ha perdido parte de lo que lo hacía tan especial, pero principalmente, en una modernidad que ha superado, en partes, a cualquier futuro distópico que a Charlie Brooker se le pueda ocurrir, ya no buscamos que éste simplemente nos recuerde lo feas que pueden llegar a ser las cosas, sino que también anhelamos respuestas, y la serie no siempre cumple con eso, porque seamos sinceros… a veces no las hay.

 

Asimismo, gran parte de la sutileza que caracterizaba a la serie se ha ido, quizá, en un intento de llegar a una audiencia aún más amplia, con el último episodio de esta temporada presentándose como el ejemplo más claro. Sin embargo, a modo de entretenimiento y escapismo puro, este programa sigue cumpliendo, y lo hace con creces, pero para algunos, ya no bastará con eso.

 

CALIFICACIÓN DE LA TEMPORADA: 3/5 estrellas.

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