¡Bomba!
Por Edgar Hernández*
¡Amenaza el Cartel de Sinaloa con volar el edificio del periódico Reforma
si no le baja a la crítica!
Grave y peligroso que los Cárteles de la droga asuman la defensa de AMLO por la vía de las amenazas.
Ya desde el 2000, bajo el mando de Vicente Fox, se registran las primeras evidencias de injerencias delincuenciales en el aparato del poder. Era el tránsito al narcoestado se decía por aquel momento.
Tres décadas atrás se guardó distancia con el incipiente crimen organizado al permitirle espacios de acción para el trasiego y transporte de marihuana y cocaína, no más. La condición era confinarse en determinado territorio y no atentar contra la población.
Así, cuando se salía de control la violencia, ajusticiamientos o daño a la ciudadanía, el estado intervenía para ajustar cuentas, descabezar Cárteles y poner tras las rejas a los capos o extraditarlos.
Ya para el sexenio de Felipe Calderón pactan los responsables de la seguridad nacional con los criminales y equivocan la estrategia de combate al hacer tabla rasa con sicarios, capos y ciudadanía. El saldo sería de 120 mil muertos.
Ya para el sexenio de Enrique Peña Nieto lo único que se hizo fue preferenciar a dos Carteles –el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación- y exterminar al resto de las organizaciones criminales, entre ellas a los Zetas, hoy disminuidos.
El problema, sin embargo, fue la incrustación criminal en las más altas esferas de los poderes federal y estatal. En Veracruz se dijo en su momento que Fidel Herrera era el Z-1.
Ya para la campaña de Andrés Manuel López Obrador llama la atención el marcado respeto de los Cárteles a su proyecto. A su paso proselitista le abrieron todas las regiones confinadas y las de control criminal. Desde ese entonces, la prensa documentó presunto “diálogo y compromisos” de ambos lados.
En los últimos 17 meses, ya como presidente de la república, López Obrador ha evitado toda confrontación con los grupos de la delincuencia organizada en lo particular con el Cartel de Sinaloa que maneja la familia del Chapo.
Lo de Ovidio, el saludo a la mamá del Chapo, el convivir con sicarios, el no combatirlos, ni llevarlos a prisión, por el contrario sugerir la amnistía y el perdón –“¡mejor acúsenlos con sus mamás!”-, llama a la sospecha.
¿Es que hubo patrocinio delincuencial para allanarle el camino a la presidencia? ¿Por qué se deja vía libre a los sicarios en tiempos de pandemia para que se sumen a la entrega a la población desprotegida de despensas y dinero superando con mucho a la Secretaría del Bienestar?
Y lo último.
La grave amenaza contra el diario Reforma que ayer hace pública una llamada del Cártel del Golfo que amenaza con volar el edificio del diario Reforma si persisten las críticas al presidente.
Nada es casual.
Esa página ya la vivió el diario El Espectador, de Colombia, bajo el imperio del capo del narcotráfico Pablo Escobar, en donde un bombazo acabó con la redacción matando a varios trabajadores de la empresa periodística.
Lo mismo sucedió con la Radio y TV de Venezuela amordazada y sacada “del aire” por Hugo Chávez, en donde bajo su mandato dos millones de venezolanos tuvieron que migrar ante la represión policiaca y la brutal crisis económica.
En Nicaragua y Bolivia (éste convertido en un narcoestado) bajo la decadente férula socialista, se ha transitado del disfraz de la democracia a la dictadura de estado, sumiendo en la miseria a sus pueblos, cercenando la libertad de prensa y entregándose al crimen organizado.
López Obrador desde el arranque de su gobierno se ha dedicado a insultar a la prensa –a la que no le aplaude- y a los periodistas –los que no están de acuerdo con sus políticas- calificándolos de corruptos, chayoteros y conservadores.
La prensa libre, sin embargo, no ha cesado en sus críticas ni en la denuncia hacia donde nos está llevando la 4T. Ello lo tiene muy molesto. Le incomoda que le desnuden sus juegos imperiales. Y no soporta que descubran sus trampas.
Acaso por ello acude a otras instanciaS en donde para darle a los criminales carta abierta primero se cura en salud declarando que respeta la libertad de prensa y que es “bienvenida la crítica”, un predecible juego de poder que le viene como anillo al dedo.
México, bajo el mando de AMLO, regresa al medioevo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo