BORGES INICIAL
BORGES INICIAL
Estoy
casi seguro, que los millones de lectores en el mundo, que hemos tenido la
maravillosa oportunidad de seguir de cerca la obra escrita de Jorge Luis Borges
(1899-1986), quedamos admirados de la técnica narrativa utilizada: llena de
construcciones laberínticas, de tiempos bifurcados, de mundos fantásticos, así
como de juegos con doble personalidad. Características de la narrativa madura
de dicho escritor hispanoamericano, pero también cosmopolita y universal.
En el año de 1993 en
Argentina, se publicó la primera edición de El otro Borges. El primer Borges,
de la autoría de Rafael Olea Franco. Fue hasta el año de 2023 que este libro se
reedita en México (Ed. Fondo de Cultura Económica/El Colegio de México, 338
p.), mismo que constituye un estudio o análisis histórico, cultural y
literario, de los primeros trabajos escritos publicados por el joven Borges,
durante los años que van de 1923 a 1942, “como un elemento activo de la cultura
argentina del siglo XX, en la cual participó y de la cual recibe influencias”.
Si bien en dicho estudio,
Olea Franco ubica a Jorge Luis Borges en esta su primera etapa como un escritor
netamente local, argentino y criollo; también reconoce que sin esos inicios o
experiencias literarias “no hubiera sido posible esa escritura concisa y
polisémica que tanto nos fascina”. Auge y fama que se inicia en los años
cuarenta, la cual marca ya su madurez como escritor. Por ello, Olea hace una
exhumación de numerosos textos (narrativa, poesía, cuentos, reseñas, ensayos)
que estaban olvidados en periódicos y revistas argentinas.
Para entender a este
Borges inicial es necesario leer primero el prefacio titulado “El
cosmopolitismo de Borges” que nos entrega Olea. Así como adentrarse en los 5
trabajos analíticos del libro: “El nacionalismo del centenario”, “Borges
nacionalista: el criollismo”, “La ciudad y el contexto literario”, “La
definición de la lengua”, y “Hacia una nueva estética”. Dice Olea: en este
lapso histórico “el autor predicó y practicó cierta corriente nacionalista: el
criollismo; de este modo precisa y delimita su posición dentro de la cultura
argentina en tanto escritor e intelectual”.
Esos libros que el Borges
inicial se negó por años se volvieran a reeditar, fueron: Inquisiciones (1925), El
tamaño de mi esperanza (1926), El
idioma de los argentinos (1928), Fervor
de Buenos Aires (1934) y el poemario Luna
de enfrente (1936), así como otros ensayos donde lo argentino es lo
central. Todos estos temas y trabajos literarios se diferencian del escritor
maduro que surge de manera definitiva en la década de 1940. Olea considera que
se trata (según también opiniones del propio Borges) de algo así como “fallidas
experiencias literarias de un joven escritor”.
Bien vale la pena conocer
a este Borges inicial, para así entender por qué su negativa de no reeditar
esos once libros publicados entre 1923 y 1942, que constituye la obra menos
difundida y estudiada de este hombre universal de las letras españolas, vigente
aún, pese a los comentarios de muchos compatriotas que lo califican de anti
argentino.