¡Brutalidad!
¡Brutalidad!
Veracruz, una democracia arrabalera que se
dirime a balazos
Hay miedo.
No hay palabras para describir el escalda sangriento
que se está sucediendo en Veracruz.
Es tanta la desesperación por no perder el poder que
para sobrevivir se acude al crimen, al sacrificio humano, a ultimar a balazos al
adversario, a asesinar a familias completas.
¿Qué pasa en Veracruz?
Es que, de verdad, no hay quien ponga límites a la
escalada sangrienta y de amedrentamiento en contra de las mayorías que
decidieron transitar por la alternancia para poner fin a los abusos de poder y
corruptelas sin fin.
El proditorio crimen en contra de Gladys Merlín
Castro y su hija Carla Enríquez Merlín, ambas priistas, a manos de un comando armado
degollando a la primera y acribillando a su hija en su domicilio del municipio
de Cosoleacaque, en nada contribuye a la paz social.
Hoy hablar de normalidad democrática es una vacilada.
Lo real son los crímenes de odio, los
ajusticiamientos, las guardias blancas al servicio de la autoridad que recorren
pueblos y ciudades amedrentando y eliminando al enemigo.
Regresamos al México de la postrevolución donde el
poder se dirimía a balazos, en donde las familias eras violentadas y
asesinadas.
Y no hay gota que derrame el vaso.
La violencia política se sucede en el día a día por
todos los rincones de Veracruz en medio del silencio oficial, del no pasa nada,
del seguimos avanzado por instrucciones de nuestro presidente Andrés Manuel
López Obrador, quien no ve ni oye.
Lo de Gladys y su hija, se suma a la escalada de
violencia que se ha venido denunciando en el marco del proceso electoral en
marcha.
Es el manto de la violencia política que cubre a
Veracruz sin distinguir sexo o edad; causas o lucha, sin importar si son o no de
casa como es el caso de Juan Gilberto Ortiz Parra, candidato de Morena a la
alcaldía de Úrsulo Galván, asesinado este fin de semana de un tiro en la cabeza
por ir en contra del mandato de su partido.
Apenas el fin de semana escribíamos en este espacio
que conforme se aproximan los tiempos electorales el nerviosismo del aparato de
poder se hacía cada vez manifiesto ante lo que asoma como una inminente pérdida
del poder a partir del 6 de junio.
Que se percibían acciones desesperadas y que la
irritación del gobernante se mostraba a flor de piel al igual que su sensible
encabronamiento ante la presión municipal e interpartidista.
Dábamos cuenta que a la estructura de poder le parecía
intolerable el reclamo de los 212 municipios en abierto rechazo a que las
participaciones federales fueran condicionadas a la inclinación del voto al
igual que el cumplimiento de los programas de obra pública y de asistencia
social.
Y que había quedado al descubierto la maniobra
coercitiva en donde de manera directa personajes localizados del gobierno, de la
Fiscalía General y del Congreso del Estado, estaban comisionados para
apretarles las tuercas.
Ahora entendemos el alcance de las amenazas
cumplidas, el apretón financiero, las advertencias de cárcel por malversación o
el adelanto de juicios políticos.
Referíamos asimismo que en la zona de Perote hace
unos días hubo un accidente automovilístico fatal que costó la vida Rigoberto
Alarcón Tapia, hijo de Melquiades Alarcón Caro, alcalde de Las Minas, quien se
había venido manifestando anti morenista y públicamente invitó a su pueblo a
votar con libertad.
Rigoberto de 27 años fue encontrado muerto el pasado
primero de febrero en un barranco a 500 metros de profundidad.
Y destacábamos que aun presentes en el imaginario
colectivo estaba el caso de la alcaldesa de Jamapa, Florisel Ríos Delfín,
secuestrada el pasado 12 de noviembre por al menos 10 hombres armados que la
sacaron de su casa y minutos después la ejecutaron en
un camino rural de la comunidad limítrofe de Ixcoalco, municipio de Medellín de
Bravo, en la zona centro de Veracruz.
Florisel Ríos había sido la segunda alcaldesa
asesinada en el gobierno del morenista Cuitláhuac García; la otra víctima fue
Maricela Vallejo, de Mixtla de Altamirano, ultimada con su marido y chofer.
Y que días después, el 17 de noviembre, la casa de Cuitláhuac Condado Escamilla, alcalde del
PRD de Acayucan, Veracruz, fue atacada a balazos por varias personas quienes
dispararon en al menos 20 ocasiones contra el inmueble.
Hoy no queda la menor duda que
regresamos a la ley de la selva en el marco de una incontenible ola opositora y
¡ya que!, resignémonos a seguir siendo el segundo lugar en feminicidios.
¡Réquiem por nuestra querida Gladys
y su hija Carla!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo