CAMBIO DE OPINIÓN
CAMBIO DE OPINIÓN
Por Aurelio Contreras Moreno
Nunca en la historia del México contemporáneo
se había observado una obsesión y una sumisión al militarismo como la del
régimen de la mal llamada “cuarta transformación”, que se dice de izquierda,
“progresista” y “humanista”.
Ni siquiera en el sexenio de Felipe Calderón,
que sacó al ejército a las calles para legitimarse en el poder, se le
concedieron a las fuerzas armadas las canonjías que han recibido durante el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que les ha entregado una cantidad
enorme de poder… y de dinero.
Y no se lo ha dado a la tropa, a “los de abajo”
–como le gusta expresarse al demagogo-, sino a las cúpulas militares, que antes
se mantenían discretas, en un bajo perfil público y no se metían -al menos
abiertamente- en política, y que hoy están desatadas ante la posibilidad real
de que el lopezobradorismo termine de entregarles el país.
La militarización total de las tareas de
seguridad pública ha sido un deseo largamente mantenido por la clase castrense
mexicana, mismo que intentó obtener de manera legal desde el sexenio de Enrique
Peña Nieto, lo que no logró gracias al rechazo de la sociedad civil y de gran
parte de quienes eran oposición entonces y que, hoy en el poder, quieren borrar
con la cola lo que hicieron con el pico.
La presión de los militares sobre la autoridad
civil para que se les entregue por completo, formal y permanentemente el
control de la Guardia Nacional es muy evidente y no es casualidad que se haya
intensificado de cara a la recta final del sexenio, en la víspera de las
elecciones estatales de 2023 y la sucesión presidencial de 2024.
Por ese tamiz pasan las reformas
–inconstitucionales- a las leyes secundarias de la Guardia Nacional aprobadas
por la “aplanadora” morenista –que no puede negar su rancio y autoritario ADN
priista- en el Congreso de la Unión, sin moverles una sola letra, tal cual se
las envían desde Palacio Nacional. Y de igual manera, la iniciativa con la que
el PRI –traicionando a sus votantes en las elecciones intermedias del año
pasado- le asegura a la Secretaría de la Defensa Nacional el control de la
Guardia Nacional hasta 2029.
Semejante urgencia solo puede entenderse dentro
del contexto político-sucesorio, como una manera de “sellar” el “pacto” con los
militares para que éstos, a su vez, mantengan su “lealtad” no al Comandante
Supremo de las Fuerzas Armadas, no al país, sino a un régimen que busca la
continuidad a toda costa y por lo que se ve, al precio que sea.
Los símbolos y mensajes de los militares son
cada vez más agresivos y menos sutiles. Desde la propaganda de la Guardia
Nacional advirtiendo a la población que “tus acciones en el mundo virtual pueden tener
consecuencia en la vida real”, en referencia a lo que se publica en redes,
hasta los discursos oficiales, como el que pronunció el secretario de la
Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, durante el acto conmemorativo de la
defensa del Castillo de Chapultepec y la “gesta” de los “Niños Héroes” durante la
invasión norteamericana en 1848.
El general Sandoval salió a dar uno de los discursos más politizados y
amenazantes que haya dado un titular de la Sedena en la historia reciente del
país con un mismo objetivo: justificar la militarización y advertirles a sus
críticos.
“Quienes integramos las instituciones tenemos
el compromiso de velar por la unión nacional y debemos discernir de aquellos
que con comentarios tendenciosos, generados por sus intereses y ambiciones
personales antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las fuerzas
armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y
hombres que tienen la delicada misión de servir a su país”, dijo, mientras los
representantes civiles de los tres poderes del Estado, aplaudían. Incluido uno
que antes se oponía a la militarización y resulta que “cambió de opinión”.
Sandoval aseguró que ante la población “siempre
vamos a actuar con apego a la legalidad en cada uno de nuestros actos para
garantizar su protección y defensa ante amenazas que atenten contra su
integridad, seguridad y bienestar”. Lo cual no podría acreditar ni con su
propia conducta. Si no, que le pregunten por la masacre de Allende, Coahuila,
en 2011.
Ningún régimen militarizado ha respetado nunca
los derechos humanos, en ninguna parte del mundo, en época alguna y bajo el
sesgo ideológico que se quiera. No está en la formación castrense, que busca
aniquilar al enemigo, no prevenir los delitos. Pero ilusamente –y perversamente
muchos-, varios defensores de la militarización desde la “izquierda” creen que
algo cambia porque ahora gobierna un régimen que dice que no usaría al ejército
contra el “pueblo”.
A menos que el pueblo también “cambie de
opinión” en 2024.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras