CAMINO HACIA EL PASADO
CAMINO HACIA EL PASADO
UNO MENOS
Salvador Farfán Infante
X.- EL TORTUOSO CAMINO DE
REGRESO
A medida que pasa el tiempo y que las intoxicaciones
aumentan en frecuencia y en intensidad, la persona adicta al alcohol o a las
drogas, va a “involucionar”, es decir, va a comportarse, cada vez más, como
adolescente o como niño, según sea el caso. Su mente emprenderá un camino hacia
el pasado, hacia la vida infantil, aunque su cuerpo y su necesidad de
intoxicarse siguen creciendo (es lo único que realmente evoluciona). No es
posible que haya crecimiento o enriquecimiento de la personalidad si hay de por
medio abuso o dependencia de alcohol o drogas. Decimos que sucede lo contrario
a las leyes naturales del desarrollo humano.
Este camino de regreso en algunos casos ya no ofrece otra
salida más que la destrucción total de la persona adicta. El tiempo que va a
tomar recorrerlo es desconocido. A algunas personas les toma algunos meses y a
otras, muchos años. Por desgracia no es un camino que se recorre solo (ya que
el eterno infante al igual que el niño no soportan la soledad) sino que se
acompaña de personas queridas, cercanas, interesadas en salvarlo y que por
estar emprendiendo esta lucha titánica de rescate se olvidan de sí mismos
sumergiéndose en el torbellino sin fin de esta enfermedad que no tiene fondo.
“Pero hace falta el
auto-conocimiento”
Xl.- LOS OBSTACULOS
Mientras no se renuncie por completo al alcohol o a las
drogas, no hay razón para esperar cambios duraderos. NO basta con que el alcohólico
o el adicto cambien su manera de comportarse: si lo único que han conseguido es
intoxicarse un poco menos, o lo hacen ya solo de vez en cuando, el problema
sigue siendo el mismo. Mientras no abandonen totalmente la sustancia de la que
dependen no puede haber esperanzas reales de cambio. Esta es una realidad que
tiene que aceptarse y de ahí que el paso más inmediato sea acudir a los grupos
de auto-ayuda, cuya asistencia constante permite compartir la carga y encontrar
soluciones para el diario vivir.
Pero hace falta el auto-conocimiento… el revelar y
exponer a la clara luz del día los conflictos que condujeron a las
intoxicaciones no hace que las dificultades desaparezcan por arte de magia.
Cada persona tiene que descubrirlas por sí misma, en su interior,
identificarlas y darles una jerarquía que le permita luchar con ellas una a
una.
Si antes del periodo de abuso del alcohol o de las drogas
existían problemas personales e interpersonales, éstos crecieron, se
magnificaron. Si no existían, aparecieron y sirvieron de justificación o
excusas para seguir intoxicándose. En cualquiera de las dos situaciones, hay
que aclararlos, enfrentarlos y oponerles armas sencillas pero efectivas para
desbaratarlos, o al menos para controlarlos. El problema central será la
INMADUREZ, pero nunca viene sola. A través del tiempo se enredó con otros
problemas y conflictos convirtiendo a la persona adicta es una maraña de
complicaciones que parecen no tener pies ni cabeza. Realmente, la INMADUREZ
tiene muchas caras. Cada persona tiene muchas caras. Cada persona tiene que
descubrirlas y jerarquizarlas para poder irlas trabajando.
La omnipotencia, los resentimientos, la ansiedad
excesiva, la confusión de los sentimientos, la poca tolerancia a la
frustración, el falso orgullo, la desconfianza, la inseguridad, la capacidad de
evadir los problemas, son solo algunas de las caras de la INMADUREZ. Cada
persona puede y debe identificar las propias, las suyas. Cada persona es
diferente y los conflictos asociados a su adicción también son diferentes.
“Este
triángulo es como una barca de salvación en dónde protegerse o asirse cuando la
tempestad arrecia”