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Cancerbero

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Rafael Rojas Colorado

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx

 

 

Explorando los laberintos del pasado deportivo de Coatepec descubrimos la actuación de Alfredo Gómez Pérez, deportista que comenzó a practicar el futbol soccer en la alborada de los años sesenta, cuando la adolescencia apenas comenzaba a abrirle los brazos. Tan sólo 12 años de edad y debutaba en el equipo de la Escuela Juan de la luz Enríquez como extremo izquierdo, posición que más le acomodaba por ser zurdo.

A esa edad Alfredo sentía profunda admiración por la personalidad de aquellos porteros del futbol profesional como Antonio Mota, Toño Carvajal y El cuate Calderón, impecables en su vestimenta deportiva (rodilleras, guantes, sudadero). Al poco tiempo, el guardameta de su equipo renunció y Alfredo, sin pensarlo, se adueñó de la portería, la cual lo proyectó durante su carrera futbolista y lo premió con innumerables satisfacciones; también sintió profunda admiración por Pedro Gómez, quien resguardaba los tres palos de la portería del equipo Nestlé.

Alfredo Gómez Pérez aún jugaba en la categoría juvenil cuando formó el equipo “Deportivo Azteca”, al que posteriormente bautizó con el nombre de “León”, por la admiración que sentía hacia la “Tota Carvajal”. Todos los integrantes de ese equipo vivían en el barrio de Hidalgo: Ignacio Ortiz, Roberto Villegas, Rogelio Colorado, Honorio Suárez, Lorenzo Sánchez, Jesús Ruiz, Rubén Cuevas, Daniel Romero, Juan Gómez, Roberto Landa, José Luis López; y Alfredo era el portero titular. La emoción lo invade al evocar esos años de alegría y camaradería entre todos ellos, emoción que aún prevalece en el recuerdo.

El año 1963 fue invitado para ocupar la portería del equipo “CONSTRUCTORA BALLESTEROS”, escuadra en la que hizo un excelente papel. Guiado por su pasión hacia el futbol lo llevó a organizar otro equipo y fue necesario solicitar ayuda económica al sacerdote Juan Manuel Martín del Campo. El presbítero ayudó al equipo con la condición de que se adhirieran al movimiento parroquial “ACJM”. El padre Martín llevó los uniformes al campo deportivo “Adolfo López Mateos” y aprovechó la ocasión para verlos jugar contra el poderoso equipo “Mueblería Unión”. Tal vez por azar del destino el equipo Constructora se impuso al trabuco del equipo Mueblería. Pero mientras los derrotados hacían su coraje, don Vicente Hernández “El muégano” decía a los jóvenes vencedores que seguro habían ganado porque el padre Martín les hizo el milagro.

Con orgullo Alfredo vistió los colores del equipo “Mueblería Coatepec”, al cual fue invitado por Álvaro Mestizo Vallejo, quien era una impenetrable muralla en la defensa central; esta cualidad le daba seguridad a Alfredo en el área chica.

Con emoción y orgullo cuenta Alfredo que vistió la camiseta del poderoso equipo “Deportes Soler”, armonizando su experiencia con jugadores de buen nivel futbolero; entre otros: Galdino Mestizo, Héctor Bonola, Ángel Almanza, Jorge Gómez y Rafael García Hernández. Con ellos ganó una final al aguerrido equipo de “Mahuixtlán”, con sus estrellas  Gregorio Pitalúa “El Min” y los hermanos Caraza. Durante cuatro temporadas defendió dignamente las redes de la escuadra “Deportes Soler”.

Fue invitado para participar en la selección de Teocelo y enfrentarse a los veteranos de “Los Tiburones Rojos del Veracruz”. Perdieron cinco goles a dos, pero esta dura prueba le proporcionó mucha experiencia; además, paró cañonazos de Hugo Frank y de la Cuca Herrera, con quienes al final del partido posó para la foto del álbum del recuerdo.

Con profunda nostalgia evoca al equipo “Morelos” por ser de un barrio de tradición futbolera y de una armonía que los hermanaba y de mentalidad triunfadora; de su nostalgia emergen los rostros de Tony Blásquez, Fernando Sánchez Camacho “Choco”, Francisco López, Antonio López, Rafael Jimaréz, y muchos más. También portó la camiseta del aguerrido equipo “Las palmas”, al lado de Rafael y Esteban Huerta.

En 1971 emigró a la ciudad de México en busca de trabajo y encontró acomodo en la colchonera “FIRME”. Recuerda con emoción que en un aniversario de la empresa se organizó un partido entre empleados y obreros. Todos ignoraban que Alfredo jugaba futbol, invitándolo para a completarse poniéndolo de portero; le recomendaron: “Ahí le echas ganas, jarocho”. Su actuación en el partido fue brillante, develando su estilo y experiencia bajo el arco y al final le rindieron honores cargándolo en hombros por todo el campo; las porras y los aplausos de los presentes iban destinados para él. El capitán del equipo pidió una fotografía junto al cancerbero coatepecano.

Alfredo Gómez Pérez está casado con Margarita Murrieta Sánchez, con quien procreo tres hijos: Margarita, Alfredo y Galileo Gómez Murrieta. Evoca aquel Coatepec de costumbres y tradiciones provincianas en el que el deporte era amateur y se jugaba con lealtad y mucho amor a la camiseta. El futbol se jugueteaba con balones de cuero y fuerza, pero sin lastimar la imagen del equipo.

Está satisfecho con sus actuaciones deportivas y le resplandece el alma el hecho de que quienes lo recuerdan platiquen a sus hijos sus hazañas deportivas y las huellas que dejó en los equipos cuidando con atención cual cancerbero las redes de su portería. ¡Felicidades Filo!

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