Ars Scribendi

CANTINAS DE AYER

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Por Rafael Rojas Colorado

 

Segunda parte

Muy cerca del cementerio “El último suspiro”, tal vez en alusión a los que ya nada les quedaba que hacer en esta vida. Rondando por la calle de Abasolo se saludaba a don Luis Guiot. Las piqueras que pasaban inadvertidas por su ubicación en los arrabales de las orillas del pueblo, y en las que era fácil encontrar dificultades gozaron de popularidad. También los Fuertes Temblores frente al mercado municipal, para los ya eran presas del vicio y desde antes que amaneciera se les veía temblorosos en dicho lugar en busca del té con licor, donde finalizaba la quinta calle de Zamora fue popular la de doña Piedad.

Fue común el ver tambaleándose a los borrachos rumbo a sus casas, lanzando insultos y mentadas de madre a diestra y siniestra o con la moruna en la mano rayándola en las piedras, la mecían de derecha a izquierda o viceversa, las chispas volaban por los aires y los vecinos atemorizados cerraban las puertas de sus viviendas, en sus casas hacían escándalo y fue común el que se atrevieran a golpear a la familia, los lamentos de la esposa y los lloriqueos de los niños delataban estas amargas escenas provocadas por ingerir el aguardiente.

Algunas de estas cantinas se distinguieron por sus bebidas espirituosas, otras por su historia, algunas por la frecuencia en la que se desarrollaban los pleitos y también por el tipo de clientela, o la belleza de sus mujeres que atendían y atraían al bebedor. Pero en todas las tabernas estaba presente una copa de licor para despertar las emociones de los que se embriagaban y desahogaban lo que yacía dormido dentro de su ser, de esta manera el borracho se comportaba conversador, o hacía alarde de brabucón, enamorado, cantante y a veces lo traicionaban las lágrimas aflorando los sentimientos que más les quemaba el alma. En estos bares, antros y cantinas, los hombres pasaban largas horas fusionando alegrías, pesares, fantasías y rencores con el licor. Las cantinas han sido espacios en el que, el licor es el protagonista que se introduce en la sangre de ser humano para circular por sus venas y manipular su voluntad, induce a perderle el respeto a los demás y, sobre todo, así mismo.

Son muchas más las cantinas y antros que formaron parte de una época en la vida del Coatepec de ayer, y también de su folclor provinciano, el haber vuelto a pisar con el recuerdo aquellas sosegadas calles apenas perturbadas por el viento, es visualizar la entidad pueblerina que se fue quedando dormida en la distancia, hoy la despertamos, solo para saludar a una época imposible de olvidar a pesar del acontecer del tiempo.

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            La unidad deportiva Roberto Amorós Guiot no es solamente un espacio competitivo, también se cultivan las costumbres y tradiciones de nuestra religión católica como los altares de todos los santos y la decoración del nacimiento para celebrar la natividad. El primero de febrero se levantó el niño Dios, sus padrinos el profesor Esteban García y su esposa la maestra Marissa Segovia. Siempre altruistas y apoyando estas celebraciones, don Rodolfo Zamora, el señor César Guzmán Ruiz, Sarita Guerrero, Alberto Salazar y Graciela Martínez Estévez, aunque la sensación de la añoranza está presente en don Rafael Monge Aldama (+), El profesor Joel Cantero (+), la señora Isabel Salazar Báez (+) y Musio Olivares, también se extrañó la presencia del amigo del pueblo Jesús Soler Suárez. La unidad deportiva es una amalgama de fuerza física unida con la espiritualidad del ser humano. Felicidades.

 

 

 

 

 

 

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