CARAVANA DE ARTISTAS
CARAVANA DE ARTISTAS
ARS SCRIBENDI
Fue en esa época de los albores de
los años sesenta, en esa ciudad de Xalapa todavía con perfume de provincia y
cierta quietud, cuando la circulación vehicular no era fluida y se respiraba
cierto romanticismo en sus calles y callejones iluminados por la luna llena.
Los artistas nacionales programaban alguna fecha para visitar las provincias de
México, dando la oportunidad a su público de conocerlos personalmente. En la
Arena Xalapa se presentaban por aquellos años y en ese escenario de acrobacia y
rudeza se transformaba en un espectáculo de sensibilidad, emoción y romántico
al escuchar las canciones de moda de sus artistas predilectos.
Mi infancia, influida a través
de la radio y las películas que veía en el cine Imperial de Coatepec, mi tierra
natal, tenía mis artistas favoritos como Fernando Casanova, Antonio y Luis
Aguilar, Miguel Aceves Mejía, Flor Silvestre, Lucha Villa entre muchos más que
sus cantos estaban relacionados con el campo, el amor y la vida de esa
inolvidable época.
Cierta ocasión mi papá me llevó a la Arena Xalapa para
ver una caravana de artistas, claro está que vi varias más en las que conocí a
Viruta y Capulina entre una gama de estrellas de la radio del aquel ayer. Esta
vez estaba muy emocionado, fuimos a la localidad de Gradas, pues mi papá decía
que de ese punto se apreciaba mucho mejor el espectáculo. Esta vez me olvidé
por completo de la lucha libre y me centré en lo que iba a ver y a escuchar,
canciones y chistes.
Nunca olvidé la emoción que sentí cuando apagaron las
luces y se encendió el reflector que iluminaba el ring, subió Manolín y
Chilisqui recibiendo multitud de aplausos en cada número que presentaban, las
bromas que emitían provocaban risa y carcajadas, así pasaron otros artistas que
no recuerdo, pero mi emoción fue máxima al momento de aparecer Javier Solís, lo
hizo al estilo de sus películas, iba vestido de charro, aunque el sombrero era
de ala corta e inmediatamente lo primero que hizo fue disparar al aire varios
balazos y su clásico grito ajúa, me apretujé al cuerpo de mi padre y él me dijo
que no me espantara, que eran Blas de salva. Cantó “El Loco”, “Escándalo” y dos
más que no recuerdo. Se despidió de la misma forma, disparando balas al aire y
los aplausos cimbraron hasta el último rincón las instalaciones del coliseo
xalapeño. Acto después fue recibido con mucho calor humano Juan Mendoza “El
Tariácuri” con su éxito “El remolino”, “Sonaron Cuatro Balazos” y otras más.
Recuerdo también a Amalia Mendoza “La Tariácuri” con su “Amarga Navidad”,
siempre lloraba en sus interpretaciones, porque era una gran interprete que
expresaba su profesionalismo y pasión por lo que hacía. Fueron mucho más
artistas, solo intervenían en efímeros números pues eran varios los que venían,
pero esa era la costumbre de ese tiempo, lo que en la actualidad le llaman
giras artísticas y solo va el contratado por el empresario.
Este relato me acerca bellos recuerdo de la convivencia
con mis padres en esa tierna etapa de la vida que es la niñez y que nunca más
se vuelve a repetir, a estas alturas se me escapa un suspiro envuelto en la
nostalgia cuando estas imágenes me despiertan la evocación de ese ayer que
jamás volverá.