‘CARO QUINTERO TEMBLABA COMO PESCADO’
'CARO QUINTERO TEMBLABA COMO PESCADO'
Vicente
Flores Hernández
Agencia
Reforma
Ciudad
de México, 28 febrero 2025.- En noviembre del 2004, en el marco de la XIV
Cumbre Iberoamericana, realizada en Costa Rica, Miguel, un guardaespaldas del
entonces presidente costarricense Miguel Ángel Rodríguez, narró a Grupo REFORMA
cómo participó en 1985 en la captura de Rafael Caro Quintero.
«Temblaba como un pescado», decía
Miguel, un fornido vigilante costarricense al rememorar aquel viernes 4 de
abril de 1985, el día que detuvo a Caro Quintero en un rancho de Alajuela,
Costa Rica.
«Esperamos a que dieran las seis de la
mañana, que clareara. Habíamos estudiado toda la finca, sus entradas, sus
salidas, las posiciones de las personas que protegían a Caro Quintero.
Entramos. Hubo disparos pero no heridos ni muertos.
«Caro Quintero estaba en un cuarto
aislado de toda la finca. Hasta el fondo. Tumbamos la puerta y entramos. Ahí
estaba, con Sara Cosío, los dos desnudos, abrazados. Uno brincó para un lado y
ella para el otro. Caro Quintero corrió a esconderse debajo del lavabo del
baño. Ahí lo agarramos. Temblaba como un pescado», contaba.
Miguel meneaba las manos para referir la
escena que le tocó ver. Rafael Caro Quintero desnudo, acurrucado, asustado.
«A Caro Quintero lo despertó el
escándalo. Estaba en un cuarto lejano».
El rancho estaba ubicado en San Rafael de Ojo
de Agua, en Alajuela, a unos kilómetros del Aeropuerto Internacional de San
José. Una extensión enorme, recordaba el policía, con miles de cabezas de
ganado. Había hasta una parroquia y una pista aérea.
Entonces, Miguel tenía sólo 20 años de edad,
pero ya era un policía de élite de un grupo especial capacitado por el Mosad
israelí.
Sara Cosío era una menor de 17 años, sobrina
de Guillermo Cosío Vidaurri, un político priista que entonces se desempeñaba
como Secretario de Gobierno de la regencia capitalina que encabezaba Ramón
Aguirre.
Se decía que Caro había secuestrado a Sara.
Pero ella explicó que había huido con el poderoso narcotraficante por su propia
voluntad. Justo una llamada de ella desde el rancho de Alajuela fue clave para
la captura. Desde allá llamó a su familia para decirles que estaba bien y muy
cuidada. Que había sido su propia decisión irse con el capo.
La llamada fue interceptada por agentes de
Estados Unidos y pronto dieron con el punto.
El comando policiaco tenía controlado el
rancho. Entró hasta la alcoba de Rafael y Sara. A Caro Quintero lo sacó del
baño, balbuceante, tembloroso.