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CHANOC

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La tercera edad, es muy parecida a un jardín con ausencia de flores, donde el viento sopla con suavidad a la soledad, aun así, permite la reflexión. Por un instante puedo mirar mi infancia, en la que disfruté los cómics de esa nostálgica época. Fui muy aficionado a leer el Llanero solitario, Gene Autry, Roy Rogers, Kalimán, Tarzán, Superman, esta lista es por nombrar unos cuantos, pero uno que me llenó la mente de emociones y fantasías por sus aventuras de mar y selva en las que predominaban los tiburones y las serpientes, lo fue, Chanoc, –hombre de rojo–.

El personaje habitaba en el puerto de Ixtac, una costa imaginaria en el Golfo de México. Aún veo esos rostros que conforman estas historias plenas de peligro, acción y también de alegrías que reflejaban el modo de vida de determinado grupo social y de la época: la guapa Maley, novia de Chanoc, Pata larga, farero y curtido en las aventuras del mar, el fortachón Sobuca, los canivales, Puk y Suk, siempre anhelando paladear la anatomía del viejo Tsekub, Merecumbé, Rogaciana, Anclitas y el Baturro, dueño y cantinero del “Perico Marinero”, en ese lugar, poco agradable, Tsekub, contaba sus historias al tiempo que injería con desesperación su cañabar, estaba a toda prueba para esta bebida embrutecedora, pero para él era su vitamina diaria.

 

 

Al fin niños, no fueron pocas las ocasiones en las que deseamos emular estas peligrosas aventuras, pero carecíamos del escenario adecuado y la capacidad para realizarlas con valor, a si es que todo se quedaba en el intento y en la fantasía. Pero lo más importante es que fuimos inmensamente felices con la lectura de esta historieta que vio la luz primera hace sesenta años.

 

El personaje “Chanoc” fue inspirado por el escritor Ángel Martín de Lucenay, su proyecto lo ofreció al cine, pero nunca fue aceptado. Fue así que lo llevó a Publicaciones Herrería, le tuvieron confianza, ya solo faltaban las manos de un talento para trazar las gráficas, esta responsabilidad recayó en el dibujante Ángel Mora Suárez, él nació el 14 de abril de 1925 en Frontera, Tabasco. Los señores O farril dueños de la editora conocían su capacidad creadora, pero el que directamente lo invitó fue el escritor Carlos Vigil, lo eligió por dos raCHANOC zones, sabían que era costeño y que sabía mucho de ese ambiente ligado al mar para proyectarlo en las historias de estos personajes, la segunda que era un dibujante virtuoso con el lápiz sobre la textura del papel; sus trazos poseían perfección y estética, su alma inagotable imaginación para dar vida a los protagonistas de estas aventuras de mar y selva semana a semana con un lenguaje propio del mexicano.

 

El primer número salió a la venta el 15 de octubre de 1959 con 32 páginas más portada y a todo color, pero su éxito se fue acrecentando al grado de llegar a vender un poco más de un millón de ejemplares por semana. Apenas unos cuantos meses y falleció su creador, señor Ángel Martín de Lucenay. Se buscaron sustitutos, después de experimentar a varios, fue aceptada Martha, hija del dibujante Mora, padre e hija continuaran esta ardua, pero maravillosa aventura. La revista se mantuvo vigente durante 22 años, las circunstancias y la época influyeron para que llegara a su fin. Las nuevas generaciones se quedaron huérfanas de este personaje que fue llevado a la pantalla grande en la personalidad del actor, Andrés García y Chano Urueta encarnó a Tsekub Baloyán.

 

A sesenta años de distancia de aquel primer ejemplar, llegó a mis manos un libro gráfico con aventuras de Chanoc, de Editorial Porrúa. Volví a leer “La infancia del héroe”, “El animal más venenoso del mundo”, “La aldea maldita”, “El chafaldraco”, “La chatarra se mueve”, “El brujo Bayaco”, “Locos asociados”, “El collar de perlas”, “Asesino” y “Argos el villano”, por un momento volví a ser niño, luego pensé en como el tiempo se fue quedando con mi edad, robándome la imaginación infantil, gracias Ángel Mora Suárez por alimentar de belleza nuestra fantasía.

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