Chapo, mota y violencia
Pedro Peñaloza
“La mayoría de las personas prefieren confesar los pecados de los demás”.
Henry Graham Green.
1. El Chapo: entre la DEA y la Marina. (A). Los sistemas de inteligencia de EU lo rastrean y le avisan al Gobierno mexicano (concretamente a la Marina NO al Ejército). Con la misma mecánica que sucedió en la anterior detención del capo sinaloense.
(B). Así, Fuerzas especiales de la Marina actúan en tierra, desplazando personal e intimidando a los habitantes de la sierra de Sinaloa y Durango; y a la par usan drones llamados Unmanned Aircraft Vehicle (UAV). Y dos vehículos aéreos no tripulados, conocidos como VANT.
(C). Quienes tienen la información exclusiva de los movimientos de intervención son los jefes de la DEA y los coordinadores de los grupos de élite de la Marina, específicamente del Batallón de Fusileros Paracaidistas y de los elementos de la infantería.
(D). Por ello, en las últimas horas el comisionado Renato Sales titubeó e incluso desmintió el enfrentamiento que pudo dejar herido al Chapo, nota que había difundido previamente la cadena estadunidense NBC.
(E). Quizá la información precisa si la tenía el presidente Peña, pero por razones desconocidas el Gobierno se tardó en confirmar dicha confrontación armada.
(F). Frente a ello, la reaprehensión del Chapo estará marcada, otra vez, por los intereses inmediatos de la DEA y del grupo peñista.
La pregunta sigue vigente: ¿A quién conviene que “El Chapo” sea detenido? Y si así es, ¿vivo o muerto?
2. Droga. Vieja discusión. Será divertidísima la discusión de la iniciativa del ministro Zaldívar, para “autorizar” el consumo de mariguana para fines “lúdicos y recreativos”. Debemos recordar que en México no está penado consumir la yerba, lo punitivo es comercializarla. Bien. Entonces, lo que sigue es tener macetas y sembradíos caseros para consumo personal. Las buenas conciencias pondrán el grito en el cielo. Aunque no protestan por las cavas, las cantinas, los cigarros y las múltiples drogas que vende la industria farmacéutica.
La Ssa, con esa visión conservadora que espanta, envió el domingo pasado un tuit acerca de las consecuencias neurológicas y físicas del consumo de la mariguana (todas ya conocidas desde el campo científico). Sin embargo, “queda claro que la mariguana por sí misma no induce a la comisión de delitos violentos, sino al contrario; inhibe los impulsos de agresión del usuario, pues en general produce estados de letargo, somnolencia y timidez”, se dice en el proyecto de resolución del ministro Saldívar.
Más: “De acuerdo con la información disponible, en México sólo el 10 por ciento de las personas que cometieron algún delito lo hicieron bajo el influjo de alguna droga, y de éstos sólo el 11 por ciento había consumido mariguana” (Reforma. 18/octubre/15, p. 4).
La conclusión básica: saquemos el tema del campo penal y veámoslo desde los derechos democráticos y por la tanto, reestructuremos de fondo la vetusta, inútil, sangrienta y Nixoniana “guerra contra las drogas”. Seguiremos tomando el pulso de lo que viene.
3. La violencia. Se siente y se ve. En México 68 por ciento de los habitantes de zonas urbanas aseguran vivir en un lugar inseguro, sin embargo, solo en 16 estados coinciden la percepción ciudadana y los datos oficiales, es decir, el registro de denuncias (Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del INEGI). Vivimos en un mundo, en dónde los ciudadanos tienen miedo y los medios televisivos lo amplifican. El miedo es un instrumento de control que legitima la existencia del poder punitivo. Buen coctel inducido y coladera de recursos económicos.
pedropenaloza@yahoo.com Twitter: @pedro_penaloz