CHIAPAS: UNA NUEVA CRISIS
CHIAPAS: UNA NUEVA CRISIS
Pedro
Peñaloza
“El opresor no sería tan fuerte
si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.
Simone de Beauvoir
Nuestro país es un mosaico de
realidades y expresiones clasistas de distintos orígenes. Esta diversidad
exhibe a una nación fracturada por la desigualdad social. Así, México se
presenta como un laboratorio de los déficits que caracterizan un país
periférico en tiempos del Capitalismo Financiero.
Dos características lo
corroboran: una enorme masa de oprimidos prisioneros del clientelismo electoral
y una política de férreo control a los organismos gremiales, con pequeñas
dádivas para seguir con largas jornadas laborales, junto a la precarización y
flexibilización de la apertura comercial y la competencia internacional.
El binomio de la dominación
política y económica está claro: un acuerdo explícito de López Obrador con un
segmento de la burguesía y un pacto tácito con las cabezas de los principales
grupos de la criminalidad organizada. Y, por supuesto, las fuerzas armadas como
albaceas y beneficiarias del arreglo.
Es en este universo totalizador
donde se localiza la situación que se vive en Chiapas: pobreza y pobreza
extrema, alianza de latifundistas protegidos por el gobierno local y federal,
grupos armados con disputas de tierra justificada por “tradiciones”, migración
múltiple con desprotección estatal, ataques a los grupos insurgentes de antes y
de ahora, un desarrollo aldeano con rasgos precapitalistas, y ahora, el abierto
enfrentamiento entre los agrupamientos delictivos más poderosos del país, a
saber, el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, en la versión
del “Mayo” Zambada. Y claro, un gobernador inepto y abyecto al presidente,
indiferente a la crisis que le estalla en la cara.
Frente a lo anterior, el propio
López Obrador, una vez más, ha negado la crisis y la califica como “propaganda”
de las fuerzas conservadoras. Sabemos que para la narrativa del obradorismo
todo va bien, aunque cada día resulta más difícil tratar de exorcizar una
realidad bañada de sangre. El discurso desde Palacio riñe con la realidad, con
desparpajo y altas dosis de cinismo.
Chiapas es apenas un pequeño
cosmos de la gigantesca galaxia nacional de violencia y exclusión que se
intenta resolver únicamente trasladando militares a los municipios y regiones
en conflicto, tal como lo hacían Calderón y Peña. En efecto, los reflejos
punitivos pueblan el ADN de López Obrador, aunque lo niegue.
Por su parte, en su peregrinar a
cuenta del erario público, la corcholata presidencial y acólitos anuncian que
seguirán por los mismos senderos de su mesías. Su única oferta es más de lo
mismo para la población chiapaneca y para el país entero. ¿El electorado
informado se querrá lanzar al precipicio?
@pedro_penaloz