Pedro Peñaloza

Ciudad en llamas

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Pedro Peñaloza

Después de un fracaso, los planes mejor elaborados parecen absurdos.

Fiódor Dostoievski

  1. Las violencias nuestras de cada día. La Ciudad de México se ha convertido paulatinamente en una jungla de asaltos de distinta índole y con efectos diversos. Ya no hay espacios protegidos para evitar ataques y delitos. Por supuesto, quienes viven cotidianamente las afrentas son: segmentos mayoritarios que se mueven en transporte público y que transitan diariamente por cualquier punto de la ciudad. La criminalidad se ha expandido e invadido la vida de los habitantes de la metrópoli. El miedo se ha convertido en la divisa colectiva, y con ello, se ha construido una ciudadanía paralizada y notoriamente individualista.
  2. Una izquierda de bandazos. Desde 1997 se han vivido contrastes que dibujaron de cuerpo entero el ejercicio del poder político. El gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas se presentó como una esperanzadora novedad, después de muchas décadas de la hegemonía priista. Se intentó poner en práctica novedosas acciones que se alejaran de las añejas tentaciones autoritarias y meramente policiacas. El arribo de López Obrador al gobierno desvió la ruta anterior y se dedicó a dar conferencias de prensa simplemente para impactar, revivió la visión policiaca y desmanteló cualquier intento preventivo. Instrumentó igualadores sociales y asistenciales, pero se olvidó de la génesis integral del delito y la violencia. Marcelo Ebrard consolidó definitivamente la visión punitiva y reactiva. Ambos gobernantes atestaron los reclusorios de jóvenes y ensalzaron a Rudolph Giuliani, alcalde neoyorquino, impulsor de políticas derechistas propias de la Criminología administrativa.
  3. Mancera: de la popularidad al desvarío. El ex procurador arribó al gobierno con altos índices de votación y con muchas expectativas ciudadanas. Su debilidad nuclear su visión penalista de la seguridad y por ello, instrumentó políticas alejadas de los vectores sociales para enfrentar a la criminalidad. Policializó a la ciudad, se rodeó en su mayoría de personajes ignorantes de las características de una capital diversa y libertaria. Bajo ese contexto, minimizó la influencia nacional de los cárteles y se confrontó con una ciudadanía víctima de la delincuencia molecular la cual se consolidó por la carencia de políticas multidimensionales. Ahora, el entrante Jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, tiene que reconocer la vinculación del narcomenudeo local con el narcotráfico nacional. La bomba estalló y como en el pasado reaparecen meras respuestas represivas, pero ya la ciudad se incendió y será casi imposible, que con el código penal en la mano, se recupere la tranquilidad social.

Epílogo. El futuro inmediato es ominoso. La posible futura Jefa de Gobierno no porta ningún equipaje multidisciplinario. Repetirá la receta: aspirinas para el cáncer. La pesadilla continuará.

pedropenaloza@yahoo.com/             Twitter:@pedro_penaloz

 

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