CIUDADANOS DESOBEDIENTES
CIUDADANOS DESOBEDIENTES
Martín Quitano Martínez
“Lo malo de los que se creen en posesión
de la verdad es
que cuando tienen que demostrarlo no aciertan a ni una”.
Camilo
José Cela.
Sigue quedando claro que el
señor se comporta siempre como si siguiera en campaña y que su popularidad se
sostiene, según las mismas encuestas que, paradójicamente, registran los cada
vez más bajos niveles de aprobación de sus políticas públicas, del quehacer
administrativo. Las diferencias son significativas.
En general hay descrédito y
negativos del gobierno respecto de los problemas que se viven en el país; las
cifras, sus mismas cifras delatan las omisiones o malas decisiones que se han
tomado para mejorar las circunstancias nacionales, pese a las promesas, pese al
dominio de la palabra, de su arenga política cotidiana. Y es que para gobernar
bien, se necesita más que la voluntad de un solo hombre, de una sola visión.
Se esfuerza en definir la
agenda de cada día, manipulando la dinámica y los participantes de la mañanera,
respondiendo lo que le gusta escucharse decir y que le escuchen decir, no como
jefe de estado sino como jefe de campaña, aunque para ello tenga que mentir y
vulnerar los derechos de otros, porque es el espacio con el cual se siente
cómodo, desde donde polariza, arrincona, vapulea, señala y descalifica a todo
aquel o aquello que sugiera alguna oposición a su discurso, visión, a su repetida
transformación, aunque surja del lado de sus afines.
Él es la verdad hecha
presidente, es además el pueblo, pero solo el que él quiere incluir, que no es
el total de los mexicanos, porque los ciudadanos que opinan distinto no
pertenecen al pueblo mexicano y merecen ser injuriados, despreciados, señalados
como traidores a la patria, acusados sin pruebas de ser culpables de cometer
delitos en cadena nacional.
Fuera máscaras, dice
cotidianamente, estás conmigo o contra mí, lo que significa una clasificación
polarizante, donde no existen matices, solo conservadores y liberales;
corruptos los que piensan distinto, puros y honestos los que siguen la
consigna, ¿cree que nuestro país puede ser reducido a la bipolaridad fincada en
una visión bicolor, una visión de suma cero?
Que lejanas quedan las frases
del triunfo que tantas esperanzas forjó, y lo cito:
Llamo a todos los mexicanos a la reconciliación y a poner por
encima de los intereses personales, por legítimos que sean, el interés general.
Como afirmó Vicente Guerrero: “La patria es primero”
Los cambios serán profundos, pero se darán con apego al orden
legal establecido.
El
Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a
todos los mexicanos: a ricos y pobres; a pobladores del campo y de la ciudad; a
migrantes, a creyentes y no creyentes, a seres humanos de todas las corrientes
de pensamiento y de todas las preferencias sexuales.
Escucharemos
a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a
los más humildes y olvidados; en especial, a los pueblos indígenas de México.
Por el bien de todos, primero los pobres.
Palabras de Andrés Manuel López Obrador
con motivo del triunfo 1 de julio 2018.
Se suponía que desde una nueva
y democrática izquierda, el discurso que se impulsaba eran del reconocimiento
de esa vasta y riquísima idea de la multiculturalidad, de la pluralidad y la
diversidad. Que atender a reclamos ciudadanos implicaría respeto, tolerancia,
asumiendo la variedad de enfoques para entender nuestras condiciones. Que los
retos se proponían en diseñar, procesar y conformar respuestas colectivas ricas
en sus orígenes distintos pero capaces de articularse por consenso, por madurez
y voluntad política, articuladas y ejecutadas con suficiencia y capacidad
técnica.
La democracia es el espacio
que permite establecer los conductos para dirimir diferencias y aceptar que éstas
son consustanciales a ella. Las visiones hegemónicas y reduccionistas,
intimidatorias hacia el disenso, son precisamente la génesis de la intolerancia,
de la exclusión y el dogma como privilegio del que tenga el poder de desconocer
y dejar de escuchar a los distintos.
En un sistema democrático, las
mayorías no son para siempre y tampoco se debe adjudicar la desaparición, ni la
descalificación de las minorías. En un gobierno elegido democráticamente, que siendo
oposición luchó por condiciones democráticas, no pueden entenderse sus
desvaríos autoritarios, su pretensión de imponer su visión y su acción como la
única capaz de actuar o resolver los problemas profundos que tenemos y nos
atañen a todos.
Está en curso el quinto año de
un gobierno que no trabaja porque está en campaña, popular pero que incrementa
los pobres, honesto pero plagado de corrupción, austero pero que derrocha el
presupuesto, que miente a su clientela, injuria al disenso y destruye el país.
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
¿Porqué callan como
momias ante los plagios de Yasmín?
twitter: @mquim1962