¡¡ Claro que sí, todos somos Carmen Aristegui ¡!
René Sánchez García.
Sin lugar a dudas, la noticia de la semana fue el despido de la periodista mexicana Carmen Aristegui, encargada de la emisión de noticias matutina de MVS-Radio (que se trasmite por igual en un canal privado de televisión) de la ciudad de México. El pasado lunes 18 se anunció por parte de la empresa que la conductora, así como dos de sus colaboradores más cercanos, quedaban cesados de sus cargos, en virtud de que los dueños de la firma, mencionaron que “como empresa no aceptamos condiciones ni ultimatos”. Todo esto a raíz de que la mujer periodista, en su momento, dio a conocer a la opinión pública nacional los casos lamentables y sangrientos de Tlayaya (Edo. de México), Ayotzinapa (Edo. de Guerrero), así como la “Casa Blanca” (Distrito Federal) de la pareja Peña-Rivera, entre otros más asuntos que puso al descubierto últimamente.
Esta excelente periodista mexicana participó en el programa Círculo Rojo de Javier Solórzano en W Radio de Televisa, del cual fue cesada debido a las investigaciones que realizó sobre la pederastia de Marcial Maciel, hombre cercano a Juan Pablo II. Posteriormente y en un primer momento ingresó a MVS Radio, donde se le acusó de violar el código ético de dicha empresa, tras señalar un presunto alcoholismo del entonces presidente Calderón. Nuevamente fue recontratada allí mismo, hasta que fue cesada nuevamente el pasado lunes. De inmediato aparecieron en los diarios informativos de mayor circulación en nuestro país, algunos desplegados firmados por intelectuales, artistas, comunicadores y asociaciones no gubernamentales, como muestras de apoyo y solidaridad para la comunicadora. La empresa noticiosa emitió ese día los nuevos “lineamientos a los que se sujetarán los conductores de noticias, esto es, un nuevo código de trasparencia de relación entre la empresa y los periodistas”, mismo que no aceptó Carmen Aristegui, por considerarlo que coarta la libertad de expresión.
Precisamente, en la edición de la Jornada (No.10998, pag.16) aparece un artículo de opinión bajo el título de “Todos somos Carmen”, escrito por John M. Ackerman, donde afirma: “El programa de Carmen Aristegui no es solamente el noticiero radiofónico de mayor audiencia en el país, sino también funge como un centro articulador para el pensamiento crítico en toda la nación. Escuchar a Aristegui es un acto de rebeldía y de esperanza. Sus entrevistas, sus investigaciones y su cobertura diaria del acontecer nacional constantemente ponen en cuestión las mentiras del poder y nos hacen creer en otro México es posible”. Y cierra sus comentarios afirmando: “A Peña Nieto le urge desplazar, controlar y silenciar a Aristegui. A nosotros nos urge defender hasta el final a ella y a todos los periodistas valientes que todos los días arriesgan sus vidas en pos de la verdad”.
Sí, todo lo anterior debe considerarse un acto privado que trastocó lo público. Los miles y miles de escuchas que la seguíamos diariamente con suma atención, hemos perdido el único espacio de libre expresión. Es casi seguro que por un corto tiempo escucharemos sólo el mismo discurso mediático comprometido con el poder al estilo de López Dóriga. Carmen Aristegui no ha muerto ni está sola, y ya lo dijo: “Vamos a dar la batalla. Nuestros abogados dicen que es un atropello a la libertad de expresión”. Y todos nosotros decimos desde aquí y desde allá: Todos somos Carmen Aristegui.
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