CLAUDICACIÓN Y NARCOESTADO
CLAUDICACIÓN Y NARCOESTADO
Por Aurelio Contreras Moreno
La violencia que desde los gobiernos federal y
estatal se niegan a ver, volvió a mostrar su cara más cruda en Veracruz.
La tarde de este jueves fue asesinado con siete
balazos un aspirante de Morena a una diputación local. Se trata de Manuel
Hernández Hernández, quien se desempeñaba como director de Política y Gobierno del Ayuntamiento de
Misantla y acababa de separarse del cargo para inscribirse en el proceso de su
partido para ser abanderado por ese mismo distrito.
Un grupo de motociclistas lo interceptó en una
comunidad y éstos abrieron fuego contra el vehículo en el que transitaba, matando
instantáneamente al político que se dirigía a Xalapa para asuntos electorales.
Porque pueden y no pasa nada.
El estado de descomposición avanza aceleradamente en Veracruz conforme se
acerca el fin del sexenio de Cuitláhuac García quien, en los hechos, ya no
gobierna, si es que alguna vez lo hizo. De lo único que se ocupa es de lanzar
diatribas e incoherencias contra quien evidencia su monumental incompetencia,
lo mismo periodistas que autoridades municipales, mientras la entidad se le cae
a pedazos.
Fue lo que sucedió, por ejemplo, con la
alcaldesa de Acayucan Rosalba Rodríguez, quien tuvo que ir a un medio de
comunicación de la Ciudad de México para denunciar que el crimen organizado
busca tomar el control de los municipios en su región, porque en Veracruz no
les hacen caso. Y por respuesta obtuvo un miserable “si no puede, que renuncie”
de un gobernador que jamás ha podido nada en casi seis años, lo cual ha causado
un vacío de poder que, como es sabido, siempre habrá quien lo llene. Y suele
ser la delincuencia organizada quien lo hace.
La situación es tan grave que la alcaldesa de
Acayucan, en entrevista con La Clave,
manifestó que han considerado, a petición de la misma población, establecer
controles sobre quién entra y sale de los municipios de la zona sur de
Veracruz. “Muros”, les llamó, ante la desesperación por los constantes ataques
y amenazas de los criminales, de las cuales ella también ha sido víctima.
Esta situación no es privativa de Veracruz. En
general, la ingobernabilidad se extiende por amplias zonas del país por la
omisión –cuyas evidencias de complicidad son cada vez más claras- de quienes
tienen la obligación de resguardar la seguridad de la población y el Estado de
Derecho.
En entidades como Guerrero se ha llegado a
extremos insostenibles. Ante la violencia generalizada, los obispos de ese
estado se sentaron a ¡negociar! con los criminales una tregua para detener la
sangría que invariablemente alcanza a la población civil. Con resultados
infructuosos, valga decir. A los asesinos no les importa seguir matando.
Lo verdaderamente insólito fue la respuesta que
dio el presidente Andrés Manuel López Obrador a este acto temerario y
desesperado de los clérigos. “Lo vemos muy bien, nada más que nada de acuerdos
que signifiquen conceder impunidad, privilegios, licencias para robar”, dijo
el jefe del Estado mexicano.
Y todavía señaló que “siempre los sacerdotes,
pastores, integrantes de todas las iglesias participan, ayudan en la
pacificación del país. Lo veo muy bien. Creo que todos tenemos que contribuir a
conseguir la paz. Desde luego, la responsabilidad de garantizar la paz y la
tranquilidad es del Estado, eso debe de quedar muy claro”, cuando lo que está
pasando es a causa precisamente de que el Estado ha dejado pasar y hacer a los
criminales a su antojo, y desde otras instancias, como las iglesias o la propia
población, tienen que salir a defenderse como puedan, pues con el gobierno no
se cuenta. Ahí solo están preocupados por perpetuarse en el poder.
El proceso electoral en curso se avizora más
violento que nunca, con los delincuentes buscando incidir directamente en los
resultados. Por eso asesinan aspirantes a puestos de elección popular. Por eso
buscan controlar el territorio desde los gobiernos municipales. Con la
complacencia de un régimen cuyo hedor a narcoestado es proporcional a su
claudicación a gobernar para el pueblo, como se llenan la boca diciendo.
“Hay quienes opinan que es mejor no hablar”,
afirmó la alcaldesa Rosalba Rodríguez en la entrevista con La Clave. Sí. Eso es precisamente lo que quieren.
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