COATEPEC Y SU SANTO PATRÓN
COATEPEC Y SU SANTO PATRÓN
Coatepec se viste de
fe, de color y de alegría, pues está celebrando al santo patón. Lo ensalzan con
arcos, tambores, cuetes música y el bullicio de la ciudad, hoy san Jerónimo
está de fiesta, el corazón del pueblo así lo dice y la pasión se desborda en la
gente. La fe se entrelaza con la presencia del santo que cuida de la comunidad.
Una alfombra de
aserrín tendida a lo largo del barrio de los tigres de san Jerónimo, por los
que, lentamente, caminan los sacerdotes regando incienso, saludos, oraciones y
bendiciones. Atrás de ellos con la mirada fija en su templo, el tata san
Jerónimo, lo siguen los arcos a hombros de fuertes hombres que exhalan la
alegría, la pasión, energía y la fe, mayordomos, payasos, y mil feligreses en
procesión rezando y cantando versos religiosos al tiempo que los bañan con agua
desde los balcones de las casas particulares. El cielo recibe el humo de los
cuetes y algunas luces. Un mosaico de folclor, romería con el que se viste el
pueblo coatepecano, pues es su fiesta anual en honor a Tata Jerónimo. El nombre
y espíritu de Jerónimo cruzó los océanos para llegar a este pueblito y
protegerlo con sus intercesiones hacia el creador de la vida. Es posible que
los primeros misioneros franciscanos lo designaran protector de Coatepec, ya
que ellos acercaron la luz del evangelio a los naturales. Y la figura de
jerónimo, es transcendental, por ser el traductor de la biblia, este trabajo
literario se lo encomendó el papa Dámaso. Bajo la difusa luz de la candela, se
sentó a traducir, pasaje tras pasaje, profecía tras profecía. Jerónimo poseía
conocimientos del griego antiguo, la lengua hebrea y fue experto en filología,
con estas herramientas abrió un caminó cultural para que otras naciones
penetran en los milenarios pasajes bíblicos y conocieran entre muchos
documentos e historias, los designios de un dios que alimentaba a su pueblo de
fe y maná mientras caminaban en el desierto para ir en busca de la tierra
prometida. En no pocas ocasiones se le ve en andrajos en una cueva, estas
imágenes nos acercan a los cínicos Antístenes y al mismo Diógenes de Sínope,
hombres que cultivaron la filosofía y que renunciaron al decoro y a la vida
frívola para demostrar que la felicidad, libertad y la riqueza del hombre, yace
en el espíritu humano, nada más. Ejemplo más reciente de estos personajes lo
es, sin duda alguna, el mimo San Francisco de Asís, quien renunció a su buena
posición económica para vivir en austeridad, pero con riqueza en el corazón. La
traducción fue en un lenguaje muy digerible para que la comprendieran los
pueblos en general, por eso se llama vulgata, y no está libre de erróneas
interpretaciones del traductor de Estiridón.
Posteriormente nacieron ediciones más
complejas para los estudiosos que buscan profundizar en busca de un
conocimiento teológico, profético, histórico, exégesis, literario y poético,
buscando el sentido profundo de estos pasajes bíblicos protagonizados por
profetas y ancestrales comunidades que vivían en el desierto, acompañados del
viento, la arena, el escorpión, la fe y la voz de Dios que les hablaba con
señales, mientras un ángel los protegía. Jerónimo nació en el año 342 de
nuestra era en Estiridón, Dalmacia, provincias romanas, su lengua natal lo fue
el latín, en el 420 fallece a los 78 años de edad, según relatan sus biógrafos;
fue un 30 de septiembre cuando se le apagó la vida biológica, pero es el día en
el que verdaderamente nace hacia la vida eterna, así lo confirma la iglesia
católica, porque la eternidad es lo que ofrece a cada uno de sus fieles. A
veces se relaciona a Jerónimo con el Coatepec llamado Viejo, es dudoso, porque
el credo del cristianismo lo acercan los franciscanos cuando, por vez primera,
pisan tierras del nuevo asentamiento. Lo transportaron de Europa arropado en el
corazón y la fe para sanar el alma de esta comunidad montañosa a la que
enseñaron el amor de Cristo Jesús. La versión más aceptada es que ellos
bautizaron al pueblo como “Coatepec de San Jerónimo”, nunca antes. El patrón de
Coatepec, san Jerónimo, año con año es festejado con verdadero regocijo, este
padre que, con su conocimiento teológico, sostiene los pilares de la iglesia
católica, al lado de san Gregorio, Ambrosio y Agustín.