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Comunicación empática con la familia.

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Comunicación empática con la familia.

Por Lic. Gloria Dávila Galicia.

Desde nuestra concepción en el seno materno estamos sometidos al discurso oral, una vez que nacemos las motivaciones acústicas nos preparan para nuestro desempeño comunicativo futuro, antes de aprender a escribir o a leer ya sabemos hablar, lo que debería ayudarnos a resolver problemas y no a crearlos.

La función principal de nuestro lenguaje es mantenernos vinculados con otros, incluso en las circunstancias más adversas, permitiendo que aflore nuestra empatía y solidaridad natural, pero existen muchos factores que provocan la desconexión humana, originando comportamientos poco solidarios con el otro.

Precisamos cultivar en la familia la empatía para que mejore la comunicación entre sus miembros, propiciando una actitud positiva en su forma de hablar y de escuchar, porque a menudo las palabras ofenden o hieren a aquellos con los que convivimos y hasta a uno mismo.

Cuando los miembros de una familia interactúan unos con otros se deben evitar las reacciones automáticas de defensa. Una comunicación de calidad requiere que las palabras se conviertan en respuestas conscientes, que cada uno exprese con sinceridad y claridad una petición respecto a sus inquietudes, al mismo tiempo que el otro presta atención respetuosa a esa información.

Este proceso es muy útil para enriquecer las conexiones al interior de la familia, debido a que cuando la persona es consciente y responsable de su comportamiento establece con el otro relaciones sinceras, profundas y afectuosas.

La empatía exige reconocer en sí mismo la capacidad de prestar atención al otro, sin hacer juicios de sus palabras, resistiendo la tentación de ofrecer consejos u opiniones para tranquilizarlo, permitiéndole con ello que pueda profundizar en sí mismo.

Pero, es imposible dar a alguien algo que no se tiene, afortunadamente la empatía se puede desarrollar con la práctica.

Ante cada situación que requiere atención es indispensable tener claros todos sus detalles, es decir, cuál es el acto concreto que afecta el bienestar de la familia.

Preguntar cómo se siente la familia ante esa situación, que sentimientos le provoca, el gusto o disgusto que se percibe al interior, es importante saber lo que dicen o hacen tanto los involucrados directamente en la situación como los demás integrantes, esto se debe hacer sin juicio previo o evaluación.

Se debe identificar y entender el deseo, la necesidad, o valor que da origen a ese sentimiento, la expresión de esos sentimientos permite a cada miembro entrar en contacto consigo mismo, pero además permite ser más receptivo con el otro.

Lo anterior servirá finalmente para hacer una petición clara y sincera, en la que se utilice un lenguaje positivo respecto a la acción que requiere la situación que se analiza, buscando de esta manera que se satisfagan las necesidades de todos.

La práctica de la comunicación de calidad en el interior de la familia permite esclarecer los roles de cada miembro, tomar consciencia y responsabilidad de los errores, expresar los sentimientos y necesidades, pero sobre todo neutralizar las disputas que por la convivencia diaria pudieran aparecer.